martes, 23 de junio de 2009

Realidad Virtual

Copio y pego del metablog (blog metaversal de Luis Besa que se publica en la zona privada de SL) las siguientes reflexiones del esclarecido y preclarísimo autor de Metaversos:


"La realidad virtual es un clásico. Allá por 1993 mi abuelo Sisco, y esto no es una vacilada., orillando los noventa y veterano de la Batalla del Ebro, presidía una fantasmal asociación de Amigos de la Realidad Virtual (RV) al objeto de escamotear impuestos y frenar embargos. Su perro se llamaba Revit. Yo creo que de ahí me vino la idea de la RV como una maquinaria perfecta para la opacidad fiscal, que es un tema maravilloso. Como dejar de ser visible (al menos para el fisco).

Quizá lo más novedoso de Metaversos es utilizar la realidad virtual como un contraplano narrativo que se alterna con la trama en el “mundo real”. Particularmente, a mí es lo que me interesa. Para ser más exactos, me interesa a alternar dos planos temporales independientes que, sin embargo, interactúan. Lo que ocurre en A tiene su consecuencia en B y esta consecuencia vuelve a A. Si además estos dos planos responden a contextos históricos bien documentados y verosímiles, mejor (nada de monstruos con cabeza de gallina). De eso va Metaversos, de la ucronía virtual.

La primera vez que vi algo así (descontando algún capítulo de Trhiller Zone y tal), fue en Star Trek Nueva Generación Al objeto de desmontar la enésima perfidia romulana, el bueno de Picard debía resolver una intriga en el tanque de RV. Creo que los guionistas vieron el filón. En Star Trek Voyager la holocubierta juega un papel vital como bisagra conectiva con el resto de la saga. Pido perdón a los fandomitas por mi escaso bagaje, seguro que hay cientos de precedentes más, pero si llamo la atención en el caso de Picard es por la historicidad del escenario emulado, la ruptura de plano temporal entre la trama real y la virtual a partir de la historia REAL.

No pasa así, por ejemplo, en El Cortador del Césped, Dark City, Tron y tantas otras incluyendo la que creo es la madre del cordero: Ghost in the Shel. Hasta cierto punto sí en Matrix (al menos en la primera entrega de la trilogía, que me resulta fascinante).

Yendo a los libros, tampoco es el caso de Neuromante (novela de referencia del metaverso arquitectónico) o Snow Crash, la novela de referencia de la Realidad Virtual 3D, las aventuras metaversales de SC son anecdóticas y se limitan a una lucha de katanas. Dicho sea de paso, Snow Crash es, quizá, y salvando el memorable inicio, una novela bastante menos lograda que Criptonomicón, la otra que he leído de Stephenson (aunque vale por tres). Insisto, merece la pena leer Snow Crash sólo por sus primeras diez páginas. Te ríes hasta patalear.

De entonces acá, el recurso a lo virtual en tanto contraplano sin devenir una corriente mainstream sí se ha convertido en un pequeño subgénero del ciberpunk. A ver, no me refiero a que en tal o cual novela salgan tanques de RV, que eso es al siglo XXII lo que los interruptores al XX. De lo que hablo de es de cómo utilizar literariamente el contraplano que nos posibilita la RV.

Voy a hablar, a modo de ejemplo, de dos referentes que me gustan especialmente, El Sueño del Rey Rojo, de Rodolfo Martínez, e Ygdrasil, de Jorge Baradit. Por cierto, y por si no lo han notado, literatura en español ambos… Y es que de los diez o doce libros que he leído al respecto, me parecen de lo mejor, sólo un escalón por debajo de la Biblia del sector, Ciudad Permutación.

El Sueño del Rey Rojo lo cogí con cariño pero a malahostia. Compréndame, estaba terminando Metaversos y, visto desde mi perspectiva, cuantos menos autores utilizaran el contraplano narrativo de la RV, mejor para mí. Tampoco ayudaba aquel dicho en la portada: “la respuesta asturiana al ciberpunk”, humorada localista que hoy sin embargo yo encumbraba a subtítulo. Los personajes no me parecieron muy allá (especialmente el malo). El misterio, la trama, estaba muy bien, y el ritmo inmejorable. La prosa, más que correcta. Hasta ahí el libro era de notable y punto. Pero a la mitad del libro el autor se marca una incursión por un ciberverso memorable. Una sociedad virtual, análoga a la humana, con personajes dotados de vida propia en todos los aspectos, que será clave para la resolución del acertijo. Más aún, el autor empieza a vertebrar un discurso filosófico de puta madre. Y más aún, la justificación del metaverso no es otra que la predicción de conductas económicosociales en el mundo real. Chapeau. Para mí, en esos capítulos está el corazón de la novela y lo que la convierte en algo realmente especial, un buen ejemplo sobre lo que pueda ser la ucronía virtual”.

Nota. la reflexión sobre Ygdrasil coincide aproximadamente con la vertida aquí.

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