viernes, 29 de enero de 2010

Bucle Connotativo (Sentido y Referencia)


(Intro)
El espíritu se me manifestó un día al salir del trabajo. “No te dejes las luces encendidas”, dijo. En los días siguientes mantuvimos breves conversaciones sobre cuestiones triviales. A mí la vida me va realmente bien, nunca me pasan cosas extrañas, de donde conservo la suficiente lucidez como para sospechar que algo funciona mal en mi interior cuando hablo con espíritus (ni que sea de trivialidades).

(A)
Un día decidí pasar por el neurólogo antes de iniciar mi jornada.
“No es nada serio, pero me gustaría descartar que padezco trastornos mentales”, dije. El médico me enchufó el electro. “Nada, como una rosa. Todo va bien”. A continuación me pasó una batería estandar. ¿Drogas? ¿Fatiga crónica? ¿Tristeza? ¿Alucinaciones? Llegados aquí le pregunté si hablar con espíritus entraba.
“Ja, muy gracioso… ¿Quién no habla con espíritus? No te voy a dar la baja si es eso lo que buscas”.

(A)’
Más tranquilo, me puse la bata y empecé a pasar consulta. El primero era un tipo normal, afirmaba estar bien pero quería asegurarse. Le pasé el electro y la batería habitual. ¿Drogas? ¿Fatiga crónica? ¿Tristeza? ¿Alucinaciones?
Llegados aquí me preguntó si hablar con espíritus se consideraba alucinaciones.
“Ja, muy gracioso… ¿Quién no habla con espíritus?”, y añadí que no pensaba darle la baja por eso.
Al salir me pareció que el tipo esbozaba una mueca de alivio.

lunes, 25 de enero de 2010

Yo conspiro, tú conspiras, él...


Donde hay poder hay conspiración (Ricardo III, creo).

Abro una página de conferenciantes y me encuentro que, entre los platos fuertes, figura “Terrorismo islamista: las teorías de la conspiración del 11M”.

Las conspiraciones han sustituido hoy en día a los OVNIS o a la parapsicología en la prensa seria. De hecho, es extraño que no aparezca una revista que bajo el título “Yo conspiro, tu conspiras…” nutra a la opinión pública de tan candentes temáticas. No sé a qué espera Iker Jiménez.

Toda teoría de la conspiración parte de dos hechos
Alguien se beneficia
Una versión oficial incongruente con determinados hechos.

Yendo al 11M, queda claro que hubo gestores de la sangre que trataron de amortizar la tragedia. El PP intentó (con torpeza inusitada) justificar una determinada política poniendo bajo el foco al terrorismo etarra. Con más fortuna, el PSOE movilizó sus baterías mediáticas y piquetes urbanos para culpabilizar de la tragedia a la política del PP.

No nos escandalicemos, a río revuelto ganancia de pescadores es un axioma en la historia de los hombres. Es lo normal.

Pasemos a B. Toda conspiración precisa una versión oficial con hechos que aparentemente la desmientan. En el caso que nos ocupa dos son los capítulos inexplicables. Uno, la discrepancia sobre el explosivo empleado, o más que la discrepancia, el hecho de que un responsable traspapelase-falsificase un determinado informe en el que se dudaba de la versión oficial. Dos, la aparición de una mochila-bomba.

Excuso decir que lo realmente extraño es que en una investigación no surjan “elementos disonantes”. Cualquiera que conozca a la policía española sabrá que un inspector –a fuer de pelota- antes pone en la calle a un violador de porteros de fútbol detenido in fraganti en pleno Barça-Madrid, que enmendarle la plana al superior. Respecto a la mochila-bomba, lo raro es que no terminase en Formentera por mor de alguna confusión de Iberia.

Donde hay funcionarios hay desidia y negligencia.

Pero sigamos. Existiendo un X que se beneficia, unos factores B y C que permiten dudar de la versión oficial, lo siguiente que precisa una buena teoría de la conspiración es un leit motiv argumental. Lo mejor para apuntalar nuestra conspiración es vincular dos sucesos aparentemente inconexos pero simultáneos en el tiempo.

Ejemplo. Pocas semanas antes del 11M en Guinea Ecuatorial se detiene a un grupo de mercenarios, presuntamente financiados por España y USA para retirar a Obiang por la vía rápida. La participación de, al menos España, en este extraño suceso tiene su aquel. Quizá como elemento más sospechoso es que en enero de aquel año el gobierno español mandó a una sorprendente flotilla al Golfo de Guinea (la fragata Canarias y el buque Petiño de aprovisionamiento). La flotilla viró en redondo tras desarticularse al contingente mercenario.

Tenemos aquí un verosímil enganche argumental con quienes tradicionalmente en España personifican al “enemigo secular”, a saber, los moros, y más concretamente Mohamed VI. Se dice que es el verdadero testaferro de Francia en Africa. Así que, enfadado con el PP (también pueden añadir la ocasión de Perejil, como resorte argumental del monstruoso rencor que el mahometano profesa a los “buenos” españoles), el rey de los moros decide orquestar una matanza en vísperas electorales que facilite un cambio de gobierno en España.

Lo demás se va ajustando sobre la marcha. Los cinco suicidas de Leganés fueron, en realidad, cinco cabezas de turco; Aunque fue un ministro del PP quien dirigió la investigación, “todo el mundo sabe” que la poli española está infiltrada de militantes socialistas y periodistas de El País. Nada que un periodista con un poco de imaginación no pueda acometer con convicción.

Lo que desde luego no se puede negar es que las teorías de la conspiración venden periódicos. Y la IA sospecha de los profesionales del sospechar.

Vean la Gripe A. Es evidente que, como buenos vendedores, los laboratorios presionaron a la OMS para declarar pandémica la gripe A y sacar tajada (mucha tajada). De hecho lo vienen haciendo desde tiempos inmemoriales, así en cualquier congreso médico que se celebre en algun paradisíaco rincón a más de 2000 km de España, un 50% de los participantes son médicos españoles y el resto de la OMS.
Pero en el caso que nos ocupa los laboratorios obtuvieron el impagable apoyo de los medios de comunicación, que se frotaban las manos ante la generación de un estado de opinión histérico catalizador de la venta de noticias (especialmente en verano). Los medios fueron no sólo el cómplice necesario. Fueron los responsables, los autores materiales: En sus manos estuvo informar con ponderación y criterio e informaron a partir del alarmismo y la falta de rigor.

Pero lo comprendo; a fin de cuentas qué periodista se resiste a titulares del tipo:

“El apocalipsis, mañana”

De ser ciertas, son noticias así las que convierten en (fugaces) millonarios a los editores.

jueves, 21 de enero de 2010

A tenor de tenores

Sigamos con Malthus.
Si existe una profesión con futuro, esta es la de tenor.En 1990, Carreras, Domingo y Pavarotti. En 2004, con el formato Il Divo, son ya cuatro tenores con un incremento cuantitativo de la plantilla del 25%. Vemos que ahora el formato se desplaza a Los 10 Tenores, grupo australiano que supone un 150% de incremento. Ante semejante crecimiento exponencial, los caza tendencias auguran combos de varios cientos de tenores para mediados de la próxima década. Deberemos pues acostumbrarnos a la ópera pop del Gran Coro de Tenores de la Repúblicas Rusas, la Tenor Fractal Band o la Cooperativa Sindical de Tenores de la Provincia de Sanxhi.



Aplicando un clásico esquema matlhusiano (espectadores dividido por tenores) no hacen falta muchas luces para especular que, con el tiempo, los conciertos serán inversos, es decir, miles de tenores pagando su entrada por cantar (esperemos que al unísono) ante un único oyente. Lo cual nos lleva a la reversión del ciclo: la aparición de agrupaciones de oyentes del tipo “Los 3 oyentes”, “Los oyentes mosqueteros”, “Los 10 oyentes”, así hasta "La Cuarta División Aerotransportada de Oyentes de Illinois". Y vuelta a empezar.

Por otra parte, al hilo de tanta recursividad y a tenor de los tenores, resulta que es ilegal no dar cobertura legal de habitabilidad a habitantes que habitan ilegalmente en un determinado país, en la medida que dichos habitantes no pueden habitar en ese país pero es ilegal que no figure legalmente que habitan en un determinado municipio de dicho país, según ha quedado establecido legalmente (contraviniendo de paso, el teorema de incompletitud de Godel)
Lo cual me recuerda claramente a la Orquesta de los Hombres Orquesta interpretando a Tom Waits.


martes, 19 de enero de 2010

Haiti y el colapso malthusiano


Interesantísima la historia de Haití. Un consejo, los que sean de izquierdas que dejen de leer de inmediato. La historia de Haití es la historia de la desesperanza.

Santo Domingo es una isla apasionante. El ecohistoriador Diamond, en Colapso, le dedica todo un capítulo como paradigma del impacto en el ecosistema de dos diferentes políticas de gestión de recursos. No es de extrañar; si un territorio justifica las tesis de Malthus ese es Haití, una prueba de libro del suicidio social que supone dedicarse a la autarquía en una isla sujeta a una explosión demográfica permanente.

Empecemos por el principio. Haiti, 10 millones de habitantes, 255 habitantes por kilómetro cuadrado, 1,600 dólares de PIB per cápita. Entre el 2 y el 3% de la población seropositiva. El país apenas conserva el 1% de su cubierta vegetal. Desertización y sequía a pesar de contar con una pluviosidad tropical. República Dominicana, 10 millones de habitantes, 180 habitantes por kilómetro cuadrado, 9.375 de PIB per cápita. Cuenta con un 30% de su suelo declarado parque natural y mantiene una de las masas boscosas tropicales más importantes.

Haití pasó de la corona española a Francia en 1697. Para entonces España había perdido interés en la isla a la que arribara Colón en 1492. Sin poderío comercial para importar esclavos y poner en valor la isla, España estaba más interesada en los vastos territorios de México y las minas del Perú, limitándose a mantener en La Española una pequeña población de ganadores, incapaces de frenar las incursiones de bucaneros, gentes de aluvión asentadas en la montañosa parte occidental de la isla (Haití) y Antillas menores como La Tortuga. Cediendo un tercio de la isla a Francia, España se blindaba de los bucaneros a costa de perder un territorio que, en la realidad, ni aportaba nada ni nadie controlaba.

En los años siguientes Francia desarrolló un verdadero emporio esclavista en Haiti. Diamond explica que a finales del XVIII Haití contaba con 300.000 esclavos traídos de Africa explotados por 10.000 blancos. Se producía azúcar, ron, madera, arroz y café con destino a Francia y su área de influencia.
Pero los esclavos se organizan, protagonizan una revuelta espartaquista y a ellos compete el honor de ser los primeros que derrotarán a Napoleón. En 1804 se consigue la independencia y se abole la esclavitud. La tierra de la isla se entrega a las familias de antiguos esclavos que, rápidamente, inician una economía de subsistencia. Las élites, en lugar de fomentar el cultivo industrial con fines comerciales, se limitan a vivir de los impuestos con que se grava las pequeñas propiedades. El territorio se deforesta, sin cubierta vegetal ni un sistema fluvial relevante, las estaciones pluviosas erosionan el territorio. Los gobiernos se suceden sin cambios en las pautas de producción. Se invade en reiteradas ocasiones la parte oriental de la isla –República Dominicana-, que en 1865 se sacudirá defintivamente el yugo político de su molesto vecino.

Luego, haitianos y dominicanos han seguido caminos políticos paralelos. Inestabilidad (en Haiti, de 1880 a 1915 se suceden 24 presidentes, de los que 22 son asesinados o depuestos durante su mandato), únicamente la ocupación de los USA para estabilizar el territorio en el periodo 1915-1934 aporta un poco de tranquilidad. Luego Haiti, de la mano de Duvalier, vivirá una dictadura espantosa, sólo comparable a la impuesta en la República Dominicana por “El Chivo” Trujillo. Sin embargo, algo diferencia a Trujillo de Doc Duvalier, el primero se esfuerza por explotar el país de un modo moderno (para su propio beneficio, claro está), pone coto a la deforestación (en parte, para garantizarse el monopolio sobre los recursos madereros). A la muerte de Trujillo, el ambivalente Balaguer refuerza esa política de implacable preservación del bosque, suaviza la áspera tiranía y se esfuerza por alfabetizar a la población y proveerla de unos mínimos sanitarios.

En Haití asisitimos a todo lo contrario. La autarquía es total. Las élites pasan de poner en valor nada porque prefieren explotar a una población miserable que se limita a subsistir de sus gallinas. El petróleo importado es la única fuente de energía disponible para cocinar, generar electricidad, etcétera. Se suceden los años. Entre 1990 y 2004 Preval y Aristide, sus respectivas facciones, se disputan el poder a machetazos. En 2004 la ONU desembarca cascos azules y se organiza una cierta ayuda internacional, que centra su actuación en la contención del Sida, sin embargo en cinco años no se consiguen ni atisbos de empezar a sacar de la miseria extrema al 70% de la población. 4,86 hijos de media por mujer. Apenas hay puestos de trabajo, que se reducen a un esbozo de sector turístico y minería y un esbozo aún menor de sector público y servicios. La única partida económica relevante deriva de las remesas de divisias inyectadas por la emigración (un millón de haitianos en USA y otro tanto en la República Dominicana). En 2010 un terremoto de magnitud 7.0 devasta el país. Ojalá lloviera café, pero no, nunca llueve café.

Haití representa un modelo no viable de gestión territorial y del temido colapso malthusiano. Al renunciar al comercio y a la explotación capitalista del territorio, toda economía termina y empieza en la supervivencia. Un estallido demográfico que duplica la media mundial lleva indefectiblemente a las ecuaciones de Malthus, los recursos crecen aritméticamente y la población geométricamente, aún en el hipotetico caso de que semejante ritmo de explotación fuera sostenible, si no introduces recursos derivados del comercio y la tecnología, la quiebra es segura. Pero por razones políticas internas, de mantenimiento de statu-quo de la élite, nunca se han dado las condiciones inherentes al comercio (entre otras la libertad de trabajo, el poder elegir una profesión) o a la puesta en valor de la producción. Tal como advierte Marx, se genera así un lumpen proletariado sin solución de progreso ni otro recurso que la explotación del hombre por el hombre.

La buena noticia es que, a raíz del terremoto, Haití pasará a ser un territorio gestionado por la ONU, ensayando un nuevo modelo de estructura política para países inviables.


viernes, 15 de enero de 2010

Principia... y final

Recapitulando. Para Kant las matemáticas referían al espacio y al tiempo. Eran un tipo de conocimiento sintético, y además, a priori (no se precisa experimentar 2+2=4 para saber que es cierto). Su validez universal estribaba en su íntima relación con las categorías, con los parámetros que el entendimiento utiliza para configurar la realidad. Con la condición de posibilidad de pensar y experimentar.

Bien, sólo leyéndolo uno se percata de que hay algo que no encaja. ¿Qué esto de “íntima relación”? Si quieren una nota erudita, decir que la Crítica de la Razón Pura no sólo no remataba los hilos sino que, en el intento de clarificarlo, Kant introdujo nuevos conceptos, nuevas interpretaciones no siempre congruentes entre si para mayor excitación sexual de los hermeneutas, que llevan 200 años tratando de sacar algo en claro.
No nos perdamos. Frege da el siguiente paso. También él se pregunta ¿qué es esto de una íntima relación? ¿No será más bien que las matemáticas son las categorías mismas?¿No será que son lógica?

En ese caso, las matemáticas ya no refieren a nada en concreto. Pertenecen por derecho a estos conceptos que ordenan el mundo. Son el mismísimo aparataje relacional. Un ejemplo, supón una manzana sobre un plato. El símbolo “manzana” refiere a un conjunto de datos claro. El símbolo “sobre”, en cambio, por si solo no significa nada, no apunta a conjuntos de datos. “Sobre” cobra sentido cuando lo utilizamos como relación que se establece entre “manzana” y “plato”.
Pues las matemáticas igual. El 1, el 2, el +…

¿El 1 no es nada? ¿El 2 es como una preposición, algo que cobra sentido sólo en un determinado contexto? Para probarlo, Frege deducirá la aritmética de la lógica. Lo convierte en un sistema axiomático (dado unos axiomas y unas reglas de inferencia, etc…). Obviamente, esto te condena a que tu sistema sea consistente, es decir que de tu conjunto de axiomas no se deduzca una cosa y la contraria.

Como vimos, Frege no lo consigue, pero lejos de enmendarle la plana, Russell y Whitehead apañan un parche, la teoría de tipos, que salva la paradoja de la clase de las clases que no se pertenecen a si mismas.

Bufffff. Tras siglos de debate, parece que los matemáticos pueden respirar tranquilos. ¡Hemos demostrado que las matemáticas son un lenguaje formal!

Entendámonos. Intuitivamente, y salvo que seas un platónico como Neal Stephenson, esto ya se venía venir. Las matemáticas funcionan (¡vaya que si funcionan!), serán un conjunto de reglas que nuestro entendimiento, de serie, aplica sobre el mundo… ¿Qué si no? Después de todo (y exceptuando a los ciegos), sabemos a que nos referimos cuando decimos que algo es de color rojo. Pero reconozcamos que a un matemático no debe valerle una demostración del tipo: “es intuitivo”, “todos menos los ciegos”, etc… La suma debe cuadrar.

Qué lástima y qué suerte contar con tipos como Gödel. Este platónico a ultranza se las compuso para en 1930 caracterizar el concepto de clase a partir de la propia teoría de tipos de los Principia. Una vez más, llegamos al fatal callejón sin salida de la clase de todas las clases que no se contienen a si mismas, pero esta vez, deduciéndola a partir de unos “tipos” ideados precisamente para evitar que eso pasase. A lo cual concluye Gödel asentando y probando que:

En cualquier formalización consistente de las matemáticas que sea lo bastante fuerte para definir el concepto de números naturales se puede construir una afirmación que ni se puede demostrar ni se puede refutar dentro de ese sistema.

Posteriormente, y hasta ahí llego, sujetos como Türing demostraron que el mismo aserto se cumplía en el campo de los algoritmos.

Celebramos cien años pues del día que creímos que, en última instancia, el conocimiento puede reducirse a un sí o un no.


Nota1. Russell nunca dejó de ser logicista y le fue básicamente bien en la vida. De hecho, algunos lógicos piensan actualmente que se pueden habilitar sistemas axiomáticos que superen el teorema de Gödel. Filosóficamente, en cambio, parece que el caso está cerrado.

Nota2. Reclamar la indulgencia de los metafísicos especialistas frente a un texto que sólo persigue aclamar el talento de uno de los grandes hombres de ciencia que en el mundo han sido.

miércoles, 13 de enero de 2010

Sexo Gratis



Si amigo spider, el título y la foto es una trampa sólo para incrementar visitas. De hecho es de eso de lo que voy a hablar.

Valgan estas líneas para celebrar al visitante 11.616 visitas, desde que en marzo de 2009 se puso en marcha el dietario confidencial de esta inteligencia artificial. No es un gran bagaje, pero bueno, los hay peores. De todas maneras, lo que más me llama la atención es las vías de acceso del personal. Entiendo que si hoy tengo más de dos lectores, es en gran medida a la inclusión del término “sexual” en el título del blog. Como se sabe, la web está recorrida por programas –spiders- de detección de palabras clave. Algunos están (o deberían estar) programados para indexar las cadenas de texto tipo “Al-Qaida bomba mañana, cuidadín”. Pero la mayoría de los spiders son más prosaicos. Donde pone “sexo gratis” allá que van, el contador registra un nuevo acceso y en los buscadores se posiciona la página de modo que siempre pica alguno más. Nadie se lee el post pero la estadística crece, Google privilegia el web y así es como acaba uno apareciendo en el ranking de los 3.000 blogeros más influyentes de la provincia.

Astuto como soy, he fomentado esta ambigüedad con posts que, aunque titulados como “orgasmos en cadena” “putas en el ciberespacio” o cosas así, referían a metafísica kantiana o a mis cuitas fiscales-sentimentales. (Es claro que todo lo que sea forzar el rango semántico se me da bien).

Trasteando por el contador, se observa personal que cae en mi planeta tras teclear cosas como “Pon tu culo en pompa, esclava”, o, más rocambolesco todavía, “cómo es la vida sexual en Afganistán”. Con gran sorpresa de estos últimos consigno cinco, de donde colijo que algunos filósofos planifican una inmninente y poco recomendable juerga en Kabul (Focault ha dañado mucho a la profesión). Menos sorpresa provoca la entrada “folladoras” o “depilación anal” (entre las dos un 18% de las últimas 200 visitas). En cambio, me resultan conmovedoras las entradas procedentes de teclear en google “cómo masturbarse” y “como haser para masturbarse” (sic), que hay un par (lo siento chicos, no sé si os habrá servido de mucho, como me siento en deuda con vosotros, y para profundizar en la materia, nada mejor que este vídeo y pum-pum, pum-pum con un periodista especializado en salud que os guiará en el proceso)


Pero sin duda, la entrada reina fue “orgasmos lógico formales”, con una ilustración de una parejita haciendo el misionero y titulada “fisiología del orgasmo”. Fue publicada en septiembre y durante los siguientes tres meses el blog pasó de unos 800 entradas de media al mes a más de 2000. Algún fornicador debió cogerle cariño al blog porque pasado el “calentón” el Sr. IA había consolidado un centenar de lectores al mes. Los caminos del kantismo son inexcrutables. Bueno, tampoco seamos derrotistas, no pocos (tampoco millones, no vaya a pensar) caen al blog tecleando Russell, semántica+inteligencia artificial, Turing y cosas así… De donde es más que posible que la afirmación “existe algún lógico con el ano depilado y que se masturba que ha leído el blog del Sr. IA” es cierta. (Eehhh, que nadie se sienta aludido, es broma).


Más datos. Durante las primeras 20 semanas del blog, conseguí una media semanal de 156 visitantes, de ellos 104 visitantes únicos. Eso fue a base de autobombo y de envíos virales. De la 30 a la 40 semana debí estar especialmente sembrado porque casi se dobló la cosa llegando a 190 visitantes únicos de media. Entonces acaece el calentón de orgasmos lógico formales y la publicación de títulos de temáticas guarras, que conlleva la entrada masiva de spiders, consiguiéndose superar los cuatrocientos semanales únicos. Luego los spiders descubren que este es un blog de filosofía y me dan la espalda (cabrones), de donde “vida sexual de la IA” ha vuelto a su ser natural, este languideciente 150-180 visitantes únicos a la semana, es decir, descontando los míos échale entre 20 a 50 lectores por entrada, y por debajo de los que tenía en junio.

Sí he observado que las entradas extras, de no fijos (estos doce -bueno, hoy trece, bienvenido Joe- apóstoles que tengo, Dios os bendiga), tienen mucho que ver con los siguientes blogs: Dimensión Fantástica, La Sombra de Grumm (gracias David) y Literatura Prospectiva (cuando publico alguna reseña o salgo en las recomendaciones de la web). Pero, ahora que caigo, de mis blogs favoritos, el del dicho David, el del Zurdo, el de Bate, del Trasgu o Pablo Terán, hablaré mejor en otra entrada, pues la cosa lo merece.

Nota. Lo de Vida Sexual en Afganistán va totalmente en serio, hagan la prueba en Google y en el primer enlace salgo yo. La metodología para forrarme pues, está más que clara; generar etiquetas de vida sexual en Groenlandia, Andorra, Belice, Luxemburgo, Corea del Norte, Del Sur, Mongolia Interior (Ah, la vida sexual en Mongolia Interior!), Macedonia, Osetia del Norte, Francia, Territorio Autónomo del Tanspol, Chequia, Somalia, Antiguo Sahara Español…




sábado, 9 de enero de 2010

Principia Mathematica (II)



Pero el desastre llega para el kantismo con la aparición de geometrías no euclidianas. Sin entrar en detalles que me sobrepasan, recordaré, que para Kant, que las matemáticas fuesen universalmente válidas derivaba de su íntima conexión con un espacio-tiempo absoluto, que sólo puede ser concebido como un ámbito bidimensional atravesado por un tiempo igualmente unívoco.

Así las cosas, allá por 1860 convergen los trabajos de algebra de Boole y teoría de conjuntos de Dedekind, Cantor y Frege. Este último, un oscuro profesor de Jena, toma sobre si la responsabilidad de, primero, probar que la lógica es formalizable en términos de teoría de conjuntos; segundo, la aritmética es formalizable en términos de teoría de conjuntos. Conclusión, la aritmética es una “cara” de la lógica. Conclusión, toda proposición aritmética puede demostrarse en su totalidad a partir de la lógica. En términos kantianos, la aritmética proporciona juicios analíticos en los que el predicado está implícito en el sujeto (de igual forma que si A es igual a B y C es igual a B, la afirmación C es igual a A es consecuencia las afirmaciones anteriores).

Esto salva a quienes sostienen que las matemáticas (al menos la teoría de números) son una suerte de matriz que el entendimiento aplica sobre la realidad. Facilitan verdades universales y necesarias porque se derivan de las mismas leyes lógicas que convierten el pensamiento en significativo. Todos a respirar tranquilos otra vez.


Frege dedicó la vida entera a este propósito: el logicismo. En el diccionaro Oxford de Filosofía se compara a este oscuro –en vida- profesor con un nuevo Aristóteles. Un gigante de la ciencia. Lo fue.
Obviamente, sus obras apenas estaban al alcance de unas decenas de estudiosos. No llegó a catedrático –se jubiló ante la indiferencia general como modesto profesor de matemática, a su vez, Frege era hijo de un humilde profesor-. Un bicho raro que solamente pensaba en dar forma a su proyecto intelectual. Para todo lo demás, dependía de su amada esposa, única frivolidad que Frege se permitió a lo largo de la vida.
No era un profesor muy popular (como ya habrán podido imaginar). Le hubieran tildado de loco si no fuera porque los matemáticos más reputados de su tiempo se maravillaban ante la potencia de su trabajo. Eso le permitió ir publicando artículos y, en la última parte de su vida, su obra maestra. “Las leyes básicas de la aritmética”, que en dos volúmenes sentaban de una vez por todas que la aritmética es un aspecto de la lógica.

La primera parte se editó en 1893. Entre sus lectores, un joven aristócrata, heredero de una de las familias más ricas y de abolengo del Reino Unido, Bertrand Arthur William Russell, III Conde de Russell. En 1902, cuando Frege repasaba las galeradas del segundo tomo, Russell remite carta a su maestro Frege, señalando el descubrimiento de una profunda contradicción en el concepto de clase, indisociable para la definición “logicista de número” (Frege definía cada número como una clase específica de conjuntos).

Russell descubre que aplicando la definición fregeana de clase se obtienen paradojas como la clase de todas las clases que nos se contienen a si mismas, falsa si es cierta y cierta si es falsa.
Resultado: las proposiciones aritméticas no son siempre demostrables desde la lógica. Las proposiciones aritméticas no siempre pueden demostrarse. A veces resultan "ilógicas".

Desolado, Frege se enfrenta al naufragio de su objetivo vital.
Me lo imagino verificando una y otra vez la paradoja descubierta por su brillante, rico y famoso discípulo, el hombre que acaba de hundir la lógica de su propia oscura, humilde y modesta vida.

En un arranque de honestidad por el que merece el respeto de los sabios, Frege manda imprimir un prólogo al segundo volumen de las “Leyes…”

Empieza así:

“Difícilmente puede haber algo más indeseable para un científico que ver el derrumbe de sus cimientos justamente cuando la obra está acabada. Una carta del Sr. Bertrand Russell me ha puesto en esta situación...”

O en otros términos.

A Frege le cupo el triste de destino de publicar un libro sobre la verdad última de las cosas. Un libro en cuyo prólogo léemos:

“Lo que afirma este libro es verdad sólo si es falso”.

lunes, 4 de enero de 2010

Anatema, space opera platónica



Nota hermenéutica 1. El Sr. IA ha concebido esta extensísima crítica en oposición a la anatemizadora reseña publicada por José Ramón Vázquez en Prospectiva.

Nota hermeutica 2. Cuelgo fotos de macizas, para esponjizar y de paso siempre pica alguno.

Si se escribieran novelas a medida, la IA se pediría una que describiera alguna sociedad fantástica con el rigor de un documentalista, que la trama encerrara grandes dosis de fantasía apuntalada en el detallismo de unas reglas de construcción perfectas; que en la resolución de esa trama la filosofía (en su vertiente de filosofía de la ciencia, metafísica o teoría del conocimiento) tuviera un papel relevante (obsesivamente relevante, a poder ser). Por descontado, bien escrita y con ramalazos de humor. Y ante todo y sobre todo, que fuera sorprendente, ingeniosa y novedosa.



Pues bien, esa novela es Anatema, de Neal Stephenson, editada por Ediciones B. Una ingeniosa obra que, alejándose de los trillados tropos que infectan de previsibilidad las novelas actuales, rinde tributo a buena parte de los centros de interés del Sr. IA.

Cuáles son esos centros de interés. Muchos y variados. Veamos algunos.
Entre los múltiples objetivos de Anatema está el servir de metáfora sobre la función, no tanto de la ciencia, sino del saber teorético en la sociedad. Para ello nos ofrece la analogía de un mundo (Arbre) en el que los teóricos –avotos- viven radicalmente separados de la sociedad civil, voluntariamente encerrados en increíbles conventos milenarios de los que sólo salen de Pascuas a Ramos. Ni que decir tiene que para resultar creíble, dicho planteamiento demanda un gran detallismo. La primera parte de Anatema es un documental de la vida conventual del protagonista que no tiene nada que envidiar a la Biblia del sector, el pasmoso libro apócrifo de Lobsang Rampa/Cyril Henry Hoskin, “El Tercer Ojo”, o si prefieren algo más Políticamente Correcto, “El Nombre de la Rosa”, de Eco, libro con el que Anatema guarda cierto aire de familia. Las 150 primeras páginas de Anatema son un alarde de imaginación y detallismo a aunque, por mor de atemperar el entusiasmo, vamos a ponerle un par de matizaciones. En primer lugar, las complejas descripciones de la maquinaria del “reloj milenario”, megadispositivo que a modo de biorritmo regula la liturgia del cenobio. Stephenson peca deliberadamente de hard, se aproxima a la descripción de las partes con una perspectiva de “manual de instrucciones” que puede resultar algo estoposa. La segunda matización es que el autor podría haber aprovechado mejor esta zona del relato para empezar a filtrar elementos misteriosos, de algún modo, el misterio irrumpe demasiado de sopetón en Anatema.


Pero por lo demás, estas 150 controvertidas páginas, cuya supuesta inacción han motivado la deserción de la lectura del libro a más de uno, están cargadas de aciertos. Un ejemplo. La vida monacal precisa su contraste con la vida secular, para ello el autor se saca de la mano la liturgia del Apert, ceremonia de “puertas abiertas” que ocurre cada 10 años y que permite a los extraordinarios frailes y monjas de Sante Edhard confraternizar o no con el mundo secular. Otro acierto, el mundo al revés, los cenobios de Anatema son islas de racionalidad agnóstica frente a un mundo exterior pródigo en sectas, donde lo utilitario ha sustituido al conocimiento (conocimiento instrumental frente a filosofía)*.

En los siguientes capítulos se nos adentra en un misterio poco original en la CF, el contacto con seres alienígenas, pero desde una metodología radicalmente innovadora, esencialmente las matemáticas y la filosofía platónica. Por lo demás, la novela se lee con apasionamiento y de un tirón. Se devora.

Pero vuelvo a Platón. Y es que, desde mi punto vista, lo radical de esta novela es la literaturización de una ontología platónica, perfectamente contrapuesta con impecables alter egos caracterizadores del kantismo y el positivismo. Todo lo cual en el marco de una historia de ciencia ficción.

Confieso que esta IA, sincrética a cojones pero inclinada al kantismo, ha sentido el vértigo de Pitágoras con la lectura de Anatema y su inteligentísima actualización del platonismo.

Desde hace miles de años, los hombres se debaten entre dos modelos ontológicos. Por un lado el realismo, por el cual existe (al menos) una dimensión en la que las ideas, los números, los teoremas, las figuras geométricas puras… gozan de una enigmática identidad propia (o cuando menos, autónoma del hombre. Como expresa el propio Stephenson, el platonismo es la filosofía natural de los que creen que había números primos hace un millón de años. Algo parecido se expresó en el post inicial de la serie dedicado a los Principia de Russell. No obstante, tamaña ontología topa con un serio problema, y es de qué manera el hombre, músculos y nervios, participa de esa dimensión ideal donde las esferas van de copas con los números primos y ligan con el principio de identidad. (Rían, es un chiste).
Por otro lado, está el idealismo, según el cual ideas y números son representaciones de la mente producidas por elaborados procesos psicológicos. Y en este caso, el chiste es que el teorema de Pitágoras o es una particularidad del psiquismo humano (mira tú por dónde, universal y necesario) o resulta del desarrollo de un lenguaje formal que carece de validez informativa respecto al mundo exterior.

El realismo funcionaba de maravilla en tanto predominaba el consenso de que el hombre cuenta con un alma o esencia inmaterial, que comparte en mayor o medida una sustancia común con un logos creador (habitualmente, Dios). Eliminada la hipótesis teólogica, los filósofos apostaron en masa por las variantes del idealismo.Pero he aquí que algunas de las mentes más brillantes que ha dado de sí la especie seguían apostando por sistemas realistas complejos. Es el caso de Godel, cuyo platonismo, en un alarde de maldad academicista se ha querido explicar no pocas veces como resultado de una patología mental. Es el caso e Husserl (aunque no lo tengo nada claro, de todos los filósofos oscuros, Husserl, Fichte y Heideger son los que me resultan más complejos de entender).


No pretendo apabullar filosóficamente a nadie. Lo bueno del caso es que desde la física cuántica cada vez son más los físicos teóricos que se apuntan al platonismo. La razón es clara, frente a una ontología en la que eres o no eres, sin términos medios, la mecánica cuántica preconiza ontologías alternativas, donde lo real está definido por “estados” no tanto materiales sino “lógicos”. (Vaya por delante mis disculpas por mi nula capacidad para ilustrar mejor algo que no termino de empezar a comprender).
Stephenson aborda un monumental trabajo de caracterización literaria de un universo leibniziano donde los alienígenas son fugas dimensionales engastadas en universo que no les corresponde. Esto tampoco es novedad, lo novedoso es que, en lugar de recurrir al gato de Schrodinger o a las contradicciones temporales del universo rotatorio en el que, según Godel, el tiempo puede avanzar hacia atrás, en Anatema se nos aproxima a una relectura filosófica basada en actualísimos metafísicos platónicos (Zalta y Lewis, por citar los dos más nombrados).

Hay varios caminos, todos ellos sugestivos y casi todos ellos hollados en Anatema, para sustentar esta ontología del multiverso. Yo sigo con Leibniz, que me resulta algo más fácil que Husserl.
Leibniz sustituye la dicotomía cartesiana res intensa y res extensa (la dualidad cosa e idea) por cadenas de mónadas, atómos no físicos sino metafísicos. Elementos puros que ni pesan, ni ocupan un lugar en el espacio pero definen un determinado marco espacio-temporal. La analogía aquí es un cosmos compuesto por un culmen de instrucciones que, activadas de un determinado modo (realismo modal) causan una serie de hechos, en última instancia, la realidad en la que usted y yo nos comunicamos. Créanme que mis chips están ahora mismo sudando por sobrecalentamiento tratando de explicarles concepto metafísicos que muy poca gente realmente comprende en su integridad (obviamente, sin ser yo tampoco uno de ellos).
Probándolo de otro modo. Por así decir, la mónada es susceptible de configurar infinitos “dominios causales” que se sustancian en un universo u otro en función de líneas temporales. En consecuencia, no existe un único universo material, sino un batiburrillo de mundos posibles que se superponen dando la apariencia de ser uno a partir de una línea causal que va activando cadenas de mónadas. "A favor" de esta ontología hay que decir que resulta tan incontestable como el creacionismo como factor explicativo del Bing Bang, con el aliciente que encaja con los modelos ontológicos que manejan los físicos cuánticos.
Pero he aquí que Stephenson nos reserva una última sorpresa. ¿Y si el cerebro humano responde a un mismo patrón? El pensamiento se debate en una superposición de estados cuánticos; hasta que la onda colapse ni es ni deja de ser, y cuando colapsa nos arroja a la representación de un hecho, una combinación de estados. Visto así, las mónadas del cerebro forman parte de la línea lógica que activa este modelo particular del universo. Así pues, el platonismo resuelve sin recurrir al espíritu uno de sus puntos débiles, un vector de unión entre el conocimiento humano y ese mundo ideal de las mónadas, que ni son ni dejan de ser, sólo están a la expectativa de combinarse de una determinada manera para estructurar causalmente un mundo posible.

La defensa de estas tesis (frente al kantismo, básicamente) ocupa al autor un centenar de páginas que pueden desubicar al lector no ducho en metafísica (es lo que en la referida crítica se habla, erróneamente, de bajones de ritmo) o un ejercicio de “mira lo mucho que sé”, narcisismo intelectual. Nada más lejos. No niego que esporádicamente Stephenson coquetea con un narcisismo erudicionista, por ejemplo, en la descripción de algún aparataje de Anatema, pero, además de que está en su perfecto derecho, resulta que para la resolución de la trama es vital este diálogo filosófico, por otro lado, tan fresco e innovador y con momentos de ironía hilarantes (como cuando fra Erasmas y su Watson particular, fra Arsenbeilt, desvelan la naturaleza alienígena del “prior” de una demencial orden conventual por el expeditivo método de cavar un agujero y desflorar el vientre).
Por supuesto, el lector apresurado puede optar por una lectura diagonal de la historia, pero la IA recomienda un poco de tesón. Aprender es entretenido. Y creo que el ritmo lector que el autor está pidiendo no se aleja demasiado del que uno asume cuando lee un gratificante diálogo de Platón. Después de todo, hay bastante en juego, la certeza de que tras la realidad aparente laten un montón de apasionantes misterios.

En definitiva, servidor no podría estar más contento con un libro llamado a hacer historia: una rara avis de metaciencia ficción hard sólo al alcance de un talento literario excepcional. Chapeau señor Stephenson, usted como nadie sustancia hoy en día el aforismo ilustrado: enseñar deleitando.
*Anexo. Anatema y religión.

En los opúsculos a Anatema, Stephenson comenta cierta incomodidad suya ante “la más que posible” interpretación antireligiosa de la obra. Pasmoso, por cuanto la verdad es que, muy al contrario, el mundo de los Déolatras está en Anatema tratado con un respeto digno de ponderar (más en esta España descreída y mercedesmilanesca). Muy mal tienen que estar las cosas en los USA del “diseño inteligente” para que un autor se vea impulsado a aclarar lo que más claro no puede estar, que no hay que mezclar churras con merinas. Y el que opine lo contrario, sea anatema.
Felicitar también a Ediciones B porque, con independencia de las erratas, ofrecen un volumen completito, con calcas, opúsculos y un utilísimo glosario. Como es habitual en el controvertido Barceló, un libro valiente.