jueves, 8 de abril de 2010

Cómo escribir artículos posmodernos

Empieza a urgir la redacción del Segundo Manifiesto Posmoderno

En el blog de Pedro Terán se ha montado una tembladera a propósito de… bueno… No sabría ni cómo empezar. El detonante es la crítica (que se queda corta), más que contra un artículo en concreto (que también), contra una cierta tipología de artículos subnormalmente posmodernos.

Bien. Vale. Pongamos un marco heurístico a todo esto.

Un artículo posmoderno debe ser obra de un profesor universitario (los de secundaria no valen y el resto de la humanidad no es posmoderno) que imparte saberes no refutables empírica o matematicamente. Debe iniciarse con tres o cuatro referencias a Rolan Bathers, Leotard, Ciorín, Fuckall, Derribas, aunque con Budrillar suele valer. Desde mi modesta perspectiva estos autores no desmerecen a los más celebrados charlatanes de barraca a lo Gerundio Campazas, pero te ahorran referirte a Leibnniz, Kant, Aristóteles o Santo Tomás de Aquino (Saint Thomas of Nothere), claros iconos de la decadencia del conocimiento. También vale Nabokof o el marqués de Sade. En cualquier caso, el autor debe ser consciente de que esta cita de arranque suple a la exhortación al Sagrado Corazón en la literatura piadosa (anteriormente, invocación a Apolo y las musas) y marca la pauta del tono general de la lectura como lectura deconstructiva y contemporánea.

A continuación hay que sentar no sin aparataje hermético la siguiente tesis: “el discurso científico ha fracasado en su intento de una explicación totalizadora del cosmos”, y respaldarlo con unas veladas referencias a Eisemberg, la Teoría de la Relatividad y (por favor) no nos olvidemos del Teorema de Ineptitud de Godel (la Wiki tiene abundantes y maravillosas citas al efecto, así que no hay de qué preocuparse). Consejo: utilización abundante de adverbios.

Como sea que el discurso científico ha fracasado “rotunda, circular y radicalmente” etc… nadie podrá refutar un discurso autónomo basado en la fantasicidad, la especulicidad o darporculidad, siempre que se salpimente con las autoridades supraindicadas; que no parezca que sólo el autor es el paranoico que participa de tales desatinos. A tal fin, va ni que pintado citar, ni se que sea a contracoño, la tesis doctoral del jefe del departamento. No es obligatorio pero si aconsejable trufar el texto con largas citas en vascuence, romaní, francés o australiano (en ese caso, traten de esmerarse en la corrección gramatical, al menos de las frases en australiano, pues hay un porcentaje de potenciales lectores cuyo único interés en el artículo será descubrir que usted escribió buc en vez de boock).

Con tales mimbres se puede dar un reboco argumental a casi todo. Por ejemplo, que Clint Eastwood inaugura la conciencia transhumanista, que la CF es semiótica hermética fractal, la problematicidad de la fantasicidad tras la cuantificidad, o la relación hipertexto-Transición Política en el código de la circulación del tardofranquismo.

Insisto en que para que la payasada no parezca una paranoia psicótica no debemos olvidar adjuntar página y media de citas, eso sí, con estilo, el nombre del libro en mayúsculas, el autor, la editorial, el año, la página en cuestión, etc… Especial cuidado se ha de tener al citar la tesis doctoral del jefe del departamento, cagarla ahí puede ser hasta doloroso.

Por favor, el resultado debe extenderse un mínimo de 25 folios, sino no es posmoderno. Repito, 25 páginas mínimo o no vale. Asimismo, cada dos páginas haga uso del término “posmodernidad” y cada seis, post-posmodernidad. Esto es importante.

A continuación se manda a un congreso universitario, publicación universitaria, web universitaria o algún sitio que contenga el sufijo “versitario”. Si usted procede así, es posible que al finalizar el año académico le caiga algún posgrado para el que viene o charla para escuela de verano. En caso contrario, cuando menos dispondrá de puntos extra en su curriculum docente y que garantizarán que administrativamente hablando usted no se ha estado rascando el coño durante el curso. Y tal es el caso, porque dar porculo da trabajo, no crean que todo el mundo vale…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Oye IA, que lo de Clint inaugura la conciencia transhumana no es tan mala idea...

José Manuel Guerrero C. dijo...

A mi cada vez me gusta más Santo Tomás de Aquino ¿estoy anticuado con mis lecturas , Sr Ia?

Saludos verdaderos, cordiales y fraternos (¡coño, me ha salido modreno!!), que hace tiempo que no sabiamos nada..

Sr. IA dijo...

A Anónimo: No sea tonto.

A Bate. El tomismo sigue siendo hoy día una escuela filosófica de gran categoría intelectual y vital. En el siglo XX dio pensadores del orden de Ettienne Gilson o el catalán Francisco Canal. Ocurre que toda la hermeneútica que utilizan implica un gran esfuerzo intelectual (Gilsson no tanto). En cambio, Santo Tomás, con sus oscuridades, es mucho más claro y, si me permite la expresión, moderno. Se merece varios posts, la verdad.