domingo, 29 de agosto de 2010

Intraterrestres


En la mina San José, Copiapó, Chile, se está escribiendo una gesta, el salvamento de 33 mineros enterrados a 700 metros de la superficie. Francamente, no recuerdo en la historia de la humanidad un rescate más complejo, emocionante y difícil.

Inevitablemente, la historia nos retrotrae a la madre de todas las epopeyas intraterrícolas. El Viaje al Centro de la Tierra. Mi albacea testamentario publicó un prospectivo artículo al respecto; coincido con él, es una obra apabullante.

El amor de Verne por las cuevas es un rasgo de su obra. El viejo Nautilus atrapado en la cueva volcánica de la Isla Misteriosa… Pero si en alguna novela la vida intraterrestre deviene eje de la trama es en Los 500 millones de la Begún, obra que leo en la Wiki se atribuye al colaborador de Verne o “negro” André Laurie. El autor fanquicia redacta una extensa sinopsis que el “negro” desarrolla bajo la supervisión del autor (y del editor Hetzel, tan importante e influyente).

De ser esto así, Laurie se limitó a realizar un trabajo aseado; lo mejor de los 500 millones es la idea, la sinopsis, el desarrollo es convencional en exceso, sin los brillos de las grandes novelas de Verne o de la “factoría Verne”. Una vez más, estamos ante una novela productora de nuevos estereotipos literarios. Y es que el principal valor de Verne (no el único) es su carácter de Apolodoro de los tiempos industriales, el mitólogo fundacional de un nuevo Parnaso; donde ayer hubo reyes, ninfas y semidioses, Verne pondrá al científico cascarrabias, al militar ilustrado y colonizador, al periodista audaz, al gentleman impasible y así decenas y decenas de iconos que desde los folletines saltarán a la literatura, al periodismo, al cine, a los comics…


No es ninguna excepción los 500 millones; obra basada en la contraposición utopía/distopía de una sociedad positivista, científica y –añado yo- masónica –France Ville- contra otra totalitaria consagrada a la producción en secreto de armas de destrucción masiva –Stahlstad. Sí, nuevamente tío Julio se saca de la manga puñados de estereotipos que añadir a la iconografía: la sociedad secreta criminal subterránea–Spectra- que al margen de la comunidad internacional conspira para imponer una dictadura global totalitaria, racista y malévola. Inevitablemente, los malos, el perverso químico alemán Herr Schultze (otro tópico llamado a marcar impronta, científico teutón de aviesas intenciones a lo Mengele) tienen sus dominios bajo tierra, en concreto, en la mayor mina clandestina del mundo y con reservas para siglos (en otra brillante anticipación: el control de los recursos energéticos como llave de dominio del mundo).

De hecho, la novela sigue una pauta pefectamente bondniana. Los buenos cuelan un infiltrado en el submundo, un ingeniero, superagente secreto, que desvelará la maligna existencia de Stahlstad y sus secretos planes de impulsar una dictadura racista mundial en connivencia con Prusia.

A mi modo de ver, Verne es el padre del 50% de los géneros literarios contemporáneos.

Pero hablábamos de intraterrícolas. También Tolkien merece un lugar de privilegio; la Moira, la impresionante subciudad del pueblo de Durin es una de las piedras sillares de El Señor de los Anillos, al tiempo que escenario de una epopeya dentro de la epopeya, la reconquista de Kharad Dhun a manos de los enanos de Erebor, y su trágico fin (¿qué rayos está esperando Hollywood para poner imágenes a la épica?). A diferencia de Verne (utilitarista en extremo y con anticuados rasgos tardorománticos), Tolkien era un escritor técnicamente sobresalientísimo, que además realimentaba sus historias a partir de una sabiduría vital e intelectual que yo nunca he vuelto a ver en ningún autor de fantasía épica. Es por eso que tengo el prejuicio de pensar que los empeños en emular el mundo tolkeniano están abocados al más estrepitoso de los fracasos; para inventarte La Moira, no sólo tienes que dominar el folclore nibelungo, además, es vital haber visto y padecido el terror de los bunkers de la Primera Guerra Mundial y sus increíbles complejos subterráneos; los fort Doumont de Verdún o Beaumont Hammel (Somme), tomados a llamaradas y peleas a cuchillo cuerpo a cuerpo, tras sangrientos sitios de varios meses.


Sospecho que El Señor de los Anillos es a la fantasía épica lo que El Quijote a las novelas de caballerías: El punto y final, el hasta aquí hemos llegado, no se puede mejorar eso, y no pudiéndose mejorar ¿qué sentido tiene intentarlo?

Ya digo que es un prejuicio, que nadie se ofenda.
Más sentido tendrá que la no inclusión en esta lista de la Divina Comedia desate las iras de los admiradores de lo Dantesco. Pero no… No termino de ver la Divina Comedia como epopeya intraterrícola. El submundo de Dante es el infierno, el purgatorio… mundos metafísicos ubicados bajo tierra por mor de la física coetánea y la mitología del Hades. Tramas culturales –en modo alguno epopeya- rehogadas en un propósito político, el ajuste de cuentas de Dante contra sus enemigos gibelinos. Lo que no quita para que, en tal fin, Dante inventara la literatura italiana.


Sigo. Sería frívolo no citar aquí algunos otros tropos intraterrícolas, de Descent al Núcleo, nóvelas que sólo he codificado en cine, si he de serlos sincero. Les animo a seguir hinchando la lista con sus fantasías intraterrestres favoritas.

Entre tanto, esperemos que nuestros héroes chilenos tengan la suerte de Axel Lidenbrock y estas navidades se consume su retorno a la superficie. Como en casa en ningún sitio.
De lo que estoy seguro es que estamos ante la mayor epopeya de rescate de todos los tiempos.

6 comentarios:

francissco dijo...

Bueno, alguna vez tenía que caer la temática cavernosa, Sr. IA. Me quedo con la obra de Verne, la de la Begún -que me faltaba por leer- y con la perspicacia que tenía sacando en el XIX los estereotipos literarios de los géneros de evasión del XX.

Es curiosa la ambivalencia respecto a a lo científico que poseía. Tanto lo usaba para epatar y encandilar como para convertirlo en fuente de amenazas, con sus eternos científicos maníacos. Nos trajo la moderna especulación cienciaficcionera, vale, pero también buena parte de los espantajos irracionalistas habituales, joío.

Y a mí las cavernitas me dan una claustrofobia del carajo, ais, que no puedo con ellas, señor...

José Manuel Guerrero C. dijo...

Les van a bajar consolas de videjuegos, un aparato para poder ver películas, libros, moviles para poder comunicarse con el exterior....Ellos en cambio, lo único que piden es incienso, velas, rosarios, estampas de santos, un crucifijo, para montar con ello un altar y elevar las plegarias con más devoción.

Se agarran estremecidos a la fe como un niño hambriento al pecho rebosante de vida de su madre.
La única salida de ese infierno es la resurreción, de la carne, y del espíritu.

La trascendencia de esta desgracia está marcada por la gracia de lo sobrenatural.

Más que experto de la NASA en supervivencia, los mineros necesitan un pastor que les serene el alma.

Sr. IA dijo...

Bueno, Bate, mire... Sí. Estamos en manos de Dios. Pero, además de rosarios, yo no dudaría en llevarle a usted en similar circunstancia una play, un DVD, y montones de libros... Así como algún experto en salvamentos. Que mejore de la muela. Tiene que ser uccccs!!!

Francissco, me sería de mucha utilidad conocer esos "espantajos irracionalistas". un saludo.

José Manuel Guerrero C. dijo...

Nadie les niega los aparatos para pasar el tiempo, por Dios. Constato un hecho. Los mineros han pedido material religioso para caercarse más a Dios. Es así de sencillo.
Igual que hay gente que se acercan a Candido para aplacar la gula (ya queda menos espero).

Lo que digo es, por si no me ha entendido Sr.IA, que cuando uno lo pasa verdaderamente mal, pero que muy mal muy mal sin saber si el día de mañana seguirás respirando, viviendo en las mismas condiciones que una lómbriz y, sigue conservando un mínimo contacto con Dios, intenta agarrarse a Él.

Y entre un partido de la Playstation y unas oraciones en el marco adecuado para fortalecer tú fe, no hay color. Y esos mineros, parecen tenerlo claro. Y cuando salgan de ahí, saldrán fortalecidos en su fe. Y el que no la poseyese cuando entró en el terrorífico túnel, es muy posible que la adquiera tras esa sobrenatural experiencia.

Pd: El conflicto con la muela del juicio (final jejeje...), me ha dejado caos, aparte de drogao. Seguimos con el temblique.

Muchas gracias por su interés.

francissco dijo...

Decía lo de "espantajos irracionalistas" y quizá no sea para tanto.
Pero popularizó la idea del científico rencoroso contra la humanidad o bien, la persona que utilizaba unos conocimientos nuevos y rigurosos, basados en la ciencia, para dominar a los demás.
De ahí que proporcionara un estereotipo útil a los cienciófobos, sin que el necesariamente lo fuera, of course.

Ah, y me uno a usted en mis mejores deseos para los mineros, faltaría más.

Sr. IA dijo...

Bate, perdone mi pequeña malicia, le comprendí perfectamente y a las primeras de cambio.Cuando se pierde toda expectativa racional(y no hay que olvidar que estos señores del 5 de agosto al 17 estuvieron dados por muertos)sólo queda la expectativa esencial. la importante. La esperanza -más o menos fuerte o debil, más o menos infundada o fundada- pero esperanza al cabo, de que entre el absurdo de la nada y el misterio de la resurrección, es mil veces más racional el misterio.

Francissco, pues lleva usted mucha razón, ahora que lo pienso mejor. También Verne es -sino el padre- el publicista del científico sociopata, resentido contra el mundo por no conseguir el reconocimiento... A primera vista se me escapó, pero luego es cierto que es una figura inventadísima, de hecho, ¿qué científico es conocido por maquinar la destrucción de la humanidad?. No va así, puede que un científico mande al cuerno a la humanidad pero lo haría "con la mejor de las intenciones". Bien visto.

Es un lujo contar con ustedes.