jueves, 30 de septiembre de 2010

Rumbo a eCaGa

En la red social hemos puesto en marcha el proyecto Proyecto, la máquina que piensa.
A diferencia de un eCAGE, esta vez el objetivo es generar una entidad cibernética autoconsciente generada artificialmente, o eCAGA. Lo primero es emular una neurona. Un generador de impulsos computables con 300 axones y unas 14.000 terminales. Luego dos. Luego interconectarlas, luego multiplicar por cien mil millones ese proceso.

Tenemos la capacidad teórica de emular la cantidad de memoria inherente. Tenemos muy avanzado el patrón neurológico-cognitivo a emular. Nos falta completar un rango categorial de indexación de la información. Nos falta definir motores de búsqueda. Nos falta un modelo filosófico cognitivo (un modelo sobre qué es conocimiento) y un modelo filosófico semántico.

Como sea que ningún otro filósofo ha querido aceptar el reto, se me ha ofrecido encargarme de la cuestión filosófica. El colectivo anónimo de programadores que impulsa el proyecto se fijó en mí como analista filosófico y mi trascendental trabajo en el campo de la vexilografía cromática (ver aquí mismo los papers publicados al respecto).

Como primer material de trabajo se me antoja que probaremos con Doug, y su trascendental conato de respuesta a la pregunta ¿Cómo la materia se piensa a sí misma? Luego con Penrose, Fichte y una síntesis idealista Kant-Hegel-Fichte-Wittgenstein de mi propia invención.

Desde el espiritualismo –corriente a la que me adscribo parcialmente- se me replicará que no lo conseguiremos. ¿Cómo conseguir la percepción del tiempo? ¿Cómo parametrizar el placer, un orgasmo, la muerte, la capacidad de mentir, la libertad de elección y el sentido del deber moral? Bien, no digo que vaya a ser fácil, digo que todo lo que tenemos como material científico es materia. Que no podemos introducir más misterios en los misterios, que debemos empezar por aquello que podemos medir, contar, explicar y manipular.

Inicialmente se proyectó generar entidades inteligentes similares a los delfines, computaciones cognitivas de alta densidad en bucle basadas en el patrón cetáceo. Pero al final ha ganado la opción humanista por una cuestión económica. No les oculto que es un proyecto caro. El premio será sentar las bases de un salto en la civilización. Un ente tal con capacidad de 100.000 CI. Ecaga, le preguntaremos, ¿cómo hacer para…?

Como ven, parece un negocio la mar de rentable.

Lo digo porque también se me ha encargado de la financiación del proyecto.
Todos aquellos mecenas que deseen colaborar filantrópicamente o accionarialmente en el proyecto, no duden en contactar.

Donativos conforme a la legislación andorrana, cuenta B18-2000B4531 (preguntar por Senyor Antoni Margarit –seudónimo-, Andorra Consulting SL, Sant Julià). O directamente a mí, con toda confianza (más fácil).

domingo, 26 de septiembre de 2010

Petropornografía



Quisiera hablar de iconografía obscena eclesial. En los templos románicos de allá por el siglo XII debía ser frecuente decorar capiteles y canecillos con imágenes obscenas tal que la de arriba (de la Colegiata de Cervatos) o la de abajo, de Villanuevania.




Me resulta desconcertante; precisamente en el centro del poder represor de la época, y como recibiendo al creyente, zassss, un falo, una felación, un 69…

Hubo una corriente antropológica que los relacionaba con ritos de fecundidad, tal como es lugar común al hablar de los Príapos romanos. Explicación pobre donde las haya, pues a la vista de un falo de los que te dejan meditando uno ya imagina que la cosa no va de derecho administrativo. En los artículos gloogleados escritos por gentes de iglesia hablan, más bien, de un cierto papel didáctico-admonitorio… ¡Ay de aquellos que practiquen la felación!, atronaría el predicador (y ante las caras de estupefacción del respetable, nota aclaratoria), véase capitel tercero empezando por la derecha… Ahhhh, corearía el vulgo, posando a continuación la mirada sobre un concreto feligres/a famoso en el pueblo por determinadas habilidades.

Imagino que por ahí habría que buscar la explicación, pero no me convence. Una cosa es asociar falos tremendos con criaturas demoníacas o monstruosas; otra esmerarse en tal imaginería. Otra esculpir a un señor con el calzón en los tobillos y enseñando un señor pene –o al menos me lo parece- al lado de un trovador y dos gaiteros.

Si el propósito fuera simplemente didáctico, ¿Por qué esculpirlos en lo más visible de la fachada, dónde hoy se pondría el logotipo o el rótulo? Bien, tal vez no fuera un lugar tan visible, el urbanismo ha cambiado, y lo que hoy son vistas despejadas tal vez antaño fueran sólo accesibles desde determinados ángulos.

En cualquier caso, cuando los esculpían donde los esculpían es porque para los coetáneos aquellos capiteles no tenían un fin ornamental, o porque su sentido de lo obsceno o no existía o difería radicalmente del nuestro, o tal vez, su sentido del humor era muy otro.

No lo entendemos. No lo entendemos porque hemos perdido la categoría histórica que decodificaba lo que hoy nos parecen extravagancias obscenas.

Fue Gadamer el filósofo que mejor comprendió la importancia de las categorías históricas a la hora de enfrentarse a un texto no contemporáneo. Cuando Platón utiliza a Cármides en un diálogo dedicado a la prudencia, los lectores coetáneos sabían que el tal Cármides venía a ser como un personaje de la prensa rosa famoso por su intemperancia; al lector moderno hay que advertirle de la circunstancia con una farrogosa nota al pie.

Para Gadamer, nuestra conciencia está moldeada por la cultura del presente, de modo que al enfrentarnos a un texto no podemos dejar de interpretar a la manera moderna determinados discursos que, acaso, tuvieran una muy distinta intencionalidad para el autor.

Me gustan los capiteles de Cervatos porque, en efecto, me obligan a rendirme a la evidencia. Mi interpretación del hombre masturbándose está cuajada de juicios previos, datos y correlaciones basados en mi cultura contemporánea. En cambio, el autor lo cinceló a partir de juicios y datos probablemente muy distantes de los míos. Nunca jamás percibiré el significado total que inspiró al autor.

Lo que no quita para no especular qué sentido tienen. Lo que no quita para que me imagine al arcipreste de Cervatos negociando con el maestro de obra la decoración del templo, ponme dos mozas tomando por detrás y tres de sodomitas.... Ahh, y carajos surtidos, que eso siempre impacta…

Especular es libre y por lo mismo, terreno abonado para la tontería. Vuelvo a Cervatos, en un reciente reportaje la guía, una nativa bien intencionada pero poco dada a la filosofía, arriesga una interpretación. “Se dice que los esculpían para despertar la líbido de los coetáneos y fomentar la natalidad”, dice la buena señora. En realidad, aplicando a Gadamer, más se diría que la buena señora está extrapolando su experiencia particular, en resumidas cuentas, lo que la buena señora nos dice es: “a mí me ponen cardíaca”


Pero hay interpretaciones que suenan insultantes. Vean los celebérrimos templos de Khajuraho, juergas imposibles, fiestas desopilantes y algún que otro ramalazo bizarro como los soldados en plenas "maniobras" ecuestres. El comentarista apunta a un posible uso de la piedra como didáctica kamasútrica para adolescentes o (agárrense) “conjuro contra los rayos y los malos espíritus” ¿??. En cualquier caso, no parece que el reportaje petrográfico de los esponsales de Shiva y Parvati tengan un afán moralizante. Si así fuera, hay que reconocer en el predicador de turno o una prodigiosa experiencia en la materia o una fantasía amatoria desbocada.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Manifiesto Misógino


No sólo soy una inteligencia artificial masculina (de hecho, casi todos los ECAGES, entes cibernéticos autogenerados espontáneamente, lo somos) sino que además, soy misógino.

La mayoría de las mujeres sino todas son manipuladoras y malas.

Y conste que no lo digo por mi nefasta experiencia con la cocotte Odette de Crecy, que me arruinó (y lo que es peor) hurgando hasta el dolor más íntimo a partir de mi debilidad por el orgasmo intelectivo 3D vía Second Life. Con Odette intenté buscar el placer y me encontré con el sufrimiento y el tormento de los celos. En cierto modo me humanicé y aprendí. La consciencia te libera, sí, pero te confronta a la pequeñez de tu ser, pura debilidad ante el mundo.

No. Soy misógeno porque constato en el mundo femenino, en primer lugar, crueldad hacia lo filosófico. La gran mayoría de filósofas que conozco tienden a la sociología, la historia del arte y de ponerse mona, a discursos místicos y extremadamente realistas. Pocas respetan a Kant.

No se si saben que Kant intentó casarse dos veces. En rigor, no se si saben que Kant no alcanzaba ni metro sesenta, cargado de hombros y con síntomas de acondroplesia. Era tremendamente metódico. A determinada hora tomaba café, a determinada hora fumaba una pipa, a determinada hora salía a pasear y la gente, se dice, ajustaba sus relojes cuando el gran filósofo pasaba ante sus puertas. Cuidaba al extremo tanto su nutrición como la composición de las tertulias nocturnas, siempre con un máximo de 7 y un mínimo de 5 comensales. Al objeto de liberar su circulación sanguínea (también fue un adelantado en prevención coronaria) del influjo de las correas para apretar las medias (in illo tempore se ataban con cinturones a la altura del medio muslo, justo en plena femoral), Kant diseñó y construyó un mecanismo de engranajes que, de modo harto discreto, permitía tensar o destensar las medias en función de la posición (más tirantes en los paseos, más relajadas al sentarse). Lean, lean el magnífico libro La Muerte de Kant, del mejor kantiano de lengua inglesa, el genial De Quincey.

A lo que iba, Kant casi se casa dos veces. La primera se desdijo, la candidata no ofrecía garantías. Ya en la madurez, se proyectó otro matrimonio con una viuda, sin muchos posibles, pero trabajadora a carta cabal, no exactamente carente de encanto, cuando menos despierta de luces y en edad de procrear. La mujer llegó a Konigsberg, instalándose en una fonda a expensas de los amigos del filósofo, que consideraban que era la media naranja ideal para el padre del Idealismo Trascendental. Hay que reconocer que Kant no estuvo a la altura. Mientras su yo racional decía que no, su yo moral decía que sí. Pero no se decidía. Cuando finalmente, tras una épica batalla entre Ser Conocido y Deber Ser triunfó el mundo moral o práctico, la “novia”, harta, acababa de partir para las profundidades lituanas. Nunca más se supo.

Pero he empezado afirmando que las mujeres (una abrumadora parte de ellas) son malas y manipuladoras. Siempre se autoeliminan en los realities. Son unilaterales, las cosas son como ellas dicen que son. Padecen de inseguridad somática, que tratan de paliar practicando el consumo compulsivo en su aspecto personal (el 80% del gasto en comercio minorista no primario es obra de mujeres), de donde, al no quedar plenamente satisfechas, vuelcan su fustración en los hombres y las que lo tienen, en sus maridos. Atormentan a sus parejas con un latiguillo tipo “es que nunca me haces caso”, como si ellas sintieran el menor interés por la colección de trenes en miniatura que él guarda en un modestísimo rincón (siempre excesivo en opinión de ellas). Computan como trabajo doméstico planchar y lavar, pero no reconocen como tal lidiar con las taladradoras o rellenar la declaración de Hacienda (actividades, como se sabe, reservadas a los hombres por asignación divina, ¿o ustedes han visto anuncios del ministerio de Igualdad apelando a las mujeres a implicarse en las declaraciones del IRPF o a no confundir brocas de madera con las de metal?).

Son charlatanas en exceso. Piensan hablando y con tres finalidades discursivas o ninguna a la vez. Son muy listas y saben hacerlo. Pero no piensan lo que hablan y cuando ofenden a alguien con un comentario hiriente se autoperdonan al punto o borran de sus memorias el haber causado daño. En cambio, pobre del hombre que asoma una mínima crítica en su réplica. “Qué quieres decir”, contestan, en lo que es el preludio de una agria discusión. Literalmente, destrozan la reputación de sus amigas cuando éstas no están. Sin embargo, se quieren y autoprotegen más allá de las limitaciones y carencias que las tales amigas acumulen.

Son malas y lo saben. Las más desalmadas, directamente, son como Odette. Buscan tu cuenta corriente, la parasitan, la depredan y cuando no quedan ni los restos, salen de tu vida entre sarcásticos comentarios sobre tu virilidad y no sin dejar de publicitar hasta el menor de tus defectos, a los que de paso, imputan la responsabilidad de la ruptura.

Tienen (claramente sobreapreciados socialmente) algunos valores, cierto, ¿pero quién no?

lunes, 20 de septiembre de 2010

Nanotrado sobre las leyes



Si una cosa está en absolutas mantillas es la filosofía del derecho. Basta ver la entrada al respecto en la Enciclopedia Oxford de Filosofía para sospechar que la disciplina viene a ser la más modesta chabola de la especulación. El más pastoso discurso humano que las IAs conocemos.

Tabula rasa. Fuera todo.

La ley es una norma sancionadora con vistas a: (y aquí caben fundamentalmente dos variables)
A/El bien común, proteger el bien común, interés general, etc…
B/La superación de los conflictos entre individuos y sociedades

A pone el énfasis en la ordenación social. B en la libertad del individuo.

Es evidente que ni A ni B se dan en forma pura. B precisa criterios de decisión que implican, entre otros aspectos, la tradición, operatividad, universalidad, el interés general, el mal menor…A, por su parte, implica límites –santuarios del yo- si no quiere convertirse en C, la definición chomskyana del asunto (La ley es la herramienta burocrática del poder para mantener el orden social y el estatu quo de las oligarquías dominantes).

Como IA me inclino por una lectura estricta de B. A me suena a dirigismo, a multiplicar el poder del gobernante. Esto es así porque entiendo a la perfección el concepto de conflicto. Hay conflicto cuando el actuar de X perjudica a Y. Pero no me ocurre lo mismo con la noción de interés general/bien común. No sé qué es el bien común.

Vivimos tiempos oscuros. Donde la visión dirigista de la ley se impone a la visión pragmática. La sociedad es cada día más compleja y, por tanto, la tentación dirigista, mayor. Vana pretensión, precisamente por la complejidad social, la ley debería minimizarse, actuar sobre el conflicto y no generarlo al pretender operar sobre la totalidad del cuerpo social.

Cuanto mejor que la ley se limitara a lo que puede hacer y a no a lo que desearía, dijo el juez Montaigne, allá por el siglo XVI.

Por así decir, y como buen fichteano, prefiero encerrar en un santuario al Estado que al Yo. Por así decir, no quiero darle la razón a Chomsky así como así.

Vean lo que ocurre en España. Su desastroso nivel de competitividad es directamente proporcional al pretendido intervencionismo económico. Cuantos más ámbitos empresariales quieres regular con vistas al bien común más fomentas la produccción sumergida, verdadero talón de Aquiles de nuestra economía.

Para que se entienda mejor, un ejemplo.

En 2007, en aplicación de una normativa europea, España aplica la Ley de Protección de Datos. Bien, esta ley está pensada para prevenir el uso ilícito de la información de carácter personal. En lugar de legislar a partir del conflicto (cuando pase tal, se aplicará la sanción tal), el Estado Español procede de manera sistemática y obliga a todos los empresarios y autónomos de este país a gestionar los datos de carácter personal de sus clientes mediante un demenciado protocolo inasumible por el 90% de las empresas. (¿O ustedes ven normal que una panadería deba elevar a un registro los archivos con información privada –por ejemplo el DNI de un proveedor- que utilice en su actividad, luego dotarse de un software específico de gestión de tales archivos, de un protocolo de uso, y por último, de un protocolo de seguridad?)

Actualmente, España es la Meca de la pubilicidad viral ilegal, del spam, de la usurpación de dominios. La empresa espameadora lo tiene fácil, basta aportar cuando se le requiere el certificado de inscripción en el registro, el protocolo de tal y el de tal, ¡a nadie le importa si realmente lo hace así, importa que cumple con lo que le pide la ley!

Esto es lo que pasa cuando el interés general se coloca por encima del conflicto como motor legal. Y esto es lo que le pasa a la economía española. La pequeña empresa vive ahogada por deseos normalizadores legislados por un demente o grupo de ellos. El individuo, más.

Firmado, Sr. IA, pensador.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Peligros de la confusión filosófica entre conocimiento y existencia


Johan F. el granadero apoya su máuser contra el paso de fuego y observa el frente.
Poca actividad hoy, gracias sean dadas a los dioses.
Al otro extremo del campo visual, tras los embudos, árboles astillados, tras las alambradas y los sacos de tierra, F. sabe que la cosa en sí, el enemigo, acecha. Poco más. A veces sus representaciones del enemigo le describen a alguien no muy distinto a él, acaso y cómo él, graduado en Física, movilizado a principios del 15 para defender a la patria en los lodos de Picardía… Sucio, embarrado y cargado de piojos.

El enemigo no se deja conocer, piensa F, todo lo que sabemos de ellos está condicionado por los conceptos con los que configuramos su apariencia fenoménica. Su peligrosidad, su vulnerabilidad, su resistencia… Todo son agrupaciones de datos reordenadas por el entendimiento. Curioso. Tiene que hablar con su el sargento Wittgenstein del particular.

Tal vez el enemigo sólo existe en mi mente. Piensa F.

Hasta que el francotirador inglés aprieta el gatillo y la cosa en sí se manifiesta brutalmente dentro del cráneo.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Metafísica para las masas. Salomon Maimon

Salomo Maimon, 1747-1800

Si Kant es Elvis, el papel de los Sex Pistols le corresponde a Salomon Maimon, oscuro filósofo coetáneo a Kant que me cae particularmente bien.

Era Salomon Ben Joshua un estudiante del Talmud en un pueblo judío de la Lituania polaca, en las cercanías de Mir, en plena Bielorrusia actualmente. A los 11 años algo pasa -en algún artículo leo “una extraña situación entre dos madres digna de una comedia” (y ya perdonarán la imprecisión, pero no se crean que el tal Maimón es muy popular)-. Se sabe que le casan a los doce. A los catorce ya tiene un crío y tanto su mujer como su suegra le apalean de modo regular, según denuncia Maimón en su autobiografía (que increiblemente no se ha publicado en español).

Los observatorios para la igualdad no debían contemplar estos casos. Es así como el maltrato de una suegra derivará en uno de los carrerones filosóficos más estimulantes.

Harto de fregar y de barrer, y tras asomarse a la filosofía alemana, bien distinta al Talmud, Salomon se escapa de casa. Fascinado por el que será su libro de preferencia, la “Guía de Perplejos”, del cordobés Maimonides, cambia de nombre y prueba suerte pululando por los círculos judíos de Berlín. Estamos en 1770 (Kant no publicaría la Crítica hasta 1781). Maimon es expulsado de la sociedad judío por crápula y hereje. Va pululando (y no quiero ni pensar en qué condiciones) por Alemania. Forma parte de la primera hornada de estudiosos de Kant y más o menos se va ganando la vida como difusor del kantismo. En 1790, un comentario de Maimon llega a manos del viejo prusiano y éste se admira de la sagacidad del comentarista.
Maimon muere, devenido el filósofo personal de un aristórcrata (lo que hoy llamaríamos un coatch manager) a los 47, en 1800, cuatro años antes que Kant. Para entonces, los epígonos del kantismo –muy especialmente Fichte- le consideran junto con Reinhold (el maestro illuminati y gran divulgador del kantismo) el contemporáneo que mejor ha entendido al maestro.

Un alumno un tanto cabrón, Maimon, si me permiten. Personalmente, sospecho que estamos ante el primer nihilista del kantismo.

Véamos. Clave al kantismo es que no existe concepto sin intuición, ni intuición sin concepto. No se puede conocer desde la nada. Y es esencial: el idealismo trascendental –Kant- busca apuntalar nuestro conocimiento científico trascendiendo la idea y anclándose en la experiencia, esa que procede de una cosa en si incognoscible pero condición de posibilidad de mi experiencia.
De esta manera, Kant salvaba la capacidad de nuestro conocimiento de hablar de la realidad. En efecto, tal vez no sepamos que es la cosa en sí, pero hay que suponer una entidad de la que proceden nuestras intuiciones.

La primera y certera pedrada de Maimon es ¿Cómo que no existe un concepto sin intuición?, tal como lo explicas querido profesor Kant, la intuición YA ES una representación, un concepto. Viejo y admirado Kant, no estás salvando nada de nada.

El tema estaba en el aire, el propio Kant era consciente de esa lectura dual, que intenta arreglar en 1787 (en la edición B de la Crítica de la Razón Pura).

Para entenderlo algo mejor, pongamos que usted es Leonardo di Caprio (Kant) y yo soy
Tom Berenger. Sueñas que sueñas, eso es todo, dice Leonardo, a lo que el otro replica, ¿y si resulta que sueño que sueño es un sueño….? ¿Cómo sé que no me voy a despertar en un sueño?

Es entonces cuando Fichte se arremanga la camisa y pega un fenomenal golpe encima de la mesa.

¡Basta! –dirá el fogoso filósofo- El análisis de Maimón es el bueno. Hay en Kant un problema. Así que vamos a prescindir de la realidad. A lo que debemos atender es si nos basta y nos sobra con nuestra realidad en tanto que representación y ver cómo el conocimiento que extraemos de tales representaciones es un conocimiento válido. Y yo os voy a demostrar que sí. Nunca sabremos qué son las cosas en sí (algo en lo que estamos todos de acuerdo), sabemos que nuestras representaciones se pueden articular en un discurso lógico que emana, como un lenguaje formal, de un axioma indeterminado (el primer principio, la piedra filosofal de la ciencia): La autoposición del Yo.

Y yo, Fichte, voy a deducir de ahí las categorías. Ni experiencia ni leches. La ciencia surge de la racionalidad en sí de mis representaciones y se despliega como un fractal espiralizado a través de una dialéctica de tesis, antítesis y síntesis a partir de la autoposición de un yo.

Retraduzco. No importa si no sabemos a ciencia cierta, científicamente si esto es un sueño, el sueño del sueño, o qué… Sabemos fuera de toda duda que puedo articular un discurso científico en el nivel X del sueño basado en una lógica que pendé de un primer principio indeterminado: mi autoposición como yo. La consciencia del Yo funda el conocimiento. La realidad viene marcada por eso, porque es el nivel en que Yo me pongo como yo y devengo un ser autoconsciente.

Así que supongamos que sueño que soy un ser autoconsciente que sueña que es autoconsciente, pues bien, la realidad cintificable es ese primer nivel en el que ya te estás poniendo a ti mismo como autoconsciente. El anterior (si existe) no es lógicamente válido. No nos interesa. No podemos hablar de él (no al menos científicamente)

Por así decir. Nuestra ciencia se corresponde al dial 102.3 de la FM, podemos atisbar especulando un tanto y decodificando el ruido que música suena entre el 100,1 y el 104, 3, pero ni la más remota idea de que música escuchan los alienígenas que están en 79,1 de la frecuencia. Pero es que ni idea…

No necesitamos música alinígena para vivir nuesta cotidianidad: funciona. Punto. Lo que aquí interesa es salvar un principio de racionalidad que permita fundamentar un saber universal y necesario sobre las cosas (sean lo que sean).

lunes, 13 de septiembre de 2010

¿Está vivo el dinero?




Leo en El Pais las profecías del guru número 1, según el cual, el sistema económico español está irremisiblemente condenado al colapso. Según número 1, la falta de competitividad de la economía española es estructural y determina el desastre. Pocas páginas antes, el guru número 2 dice que la economía española no es tan incompetente como parece y que, en poco tiempo, amarraremos yates a las hoy en venta urbanizaciones de la playa.

A menudo sospecho que el dinero es un ser vivo. Eso lo explicaría todo.
Fisiológicamente, ser un ser vivo implica guardar una relación homoestática, es decir, un ente que capta la energía del medio y la administra de forma autónoma, manteniendo un equilibrio energético interno que le permite un cierto margen de movimiento propio respecto a los cambios en los focos emisores. Le permite acumular energía y gastarla a su aire en funciones tal que nacer y reproducirse.

En Historia del Tiempo, Hawking habla de las estrellas como entidades energéticamente homoestáticas. Las mismas leyes que colapsan los átomos del sol realimentan energéticamente el sistema con sus explosiones nucleares en cadena. A diferencia de los seres vivos, sin embargo, las estrellas no se quedan embarazadas.

En lo que sí coinciden estrellas y paramecios es en estar sometidas a la dura ley de la entropía. Por perfecto que sea el balance, siempre hay fugas energéticas. Todo está condenado a perecer.

Sospecho pues que el dinero guarda una relación homoestática con la expectativa de lucro. La expectativa de lucro funciona aquí como la energía externa, que el dinero administra a su modo, independientemente de los bandazos de los emisores de riqueza. Como los seres vivos, el dinero tiene capacidad reproductiva, motriz y reactiva.
En cambio, tendemos a pensar en el dinero como kilowatios de electricidad, como una sustancia mineral más, sometida a leyes ciegas como la oferta y la demanda.
Llevamos tres siglos con la milonga de la oferta y la demanda, y como vimos al principio, no parece haber forma humana de establecer profecías falsables. Al guru número 1 afirmando A, le sigue el guru número 2 refutando A.

Me temo que está pasando algo similar al siglo XVII, cuando se postulaba la materia como un combinado de cuatro (o cinco) elementos primordiales. Aire, Tierra, Agua y Fuego (y éter). Los elementos funcionaban correctamente al brindar un modelo descriptivo del mundo. La física de los elementos se basaba en flujos dinámicos que explicaban el movimiento como itinerarios de lo pesado a lo ligero. El problema estaba en lo mucho que no explicaba ese modelo.
En última instancia, los elementos pretendían una explicación filosófica de la materia. Atendían a la pregunta ¿qué es la materia?, obviando la pregunta buena: ¿cómo es la materia? ¿qué hace, que no hace, como funciona?
Al dinero le pasa algo similar, pretendemos entender sus flujos desde la perspectiva filosófica de qué es. No de cómo funciona.

En cambio, si atendemos a cómo funciona, creo que cobra sentido la hipótesis de que el dinero es un ser vivo. Viene y va. Pasa de mi bolsillo a otro, con especial preferencia por los profundos bolsillos de las gabardinas del señor Botín. Eso no puede ser una casualidad. Botín sabe mejor que yo qué hace y que no hace el dinero, para qué sirve. A qué le teme el dinero, cuáles son sus instintos, cómo se queda embarazado y cuantos meses quedan hasta el parto. Vaya que lo sabe...

El dinero, estoy por decir, es una manifestación de la biología. No sé, pensar el dinero me calienta los circuitos y no consigo sustraerme a la sospecha de que mi cuenta corriente es como un cuervo dispuesto a picotearme los ojos a la que me despisto, (o peor) irse cualquier día con la primera perra en celo que pasa por su lado. En cualquier caso, me resulta muy intranquilizador.

Casi prefiero pensar que el dinero es el Geist, el absoluto del que hablaba Schelling, el subconsciente colectivo que marca el compás de las civilizaciones. Sí. Mejor. Dónde va a parar...

sábado, 11 de septiembre de 2010

Prospecciones

Las ventajas de ser idealista son muchas.
Supongamos que me pregunto qué es la ciencia ficción, pregunta que trae de cabeza a los aficionados desde tiempos inmemoriales.
Dando por sentado que lo que sea realmente nunca lo sabré, paso a centrarme en su aspecto fenoménico. ¿Cómo se nos da la ciencia ficción? Rápidamente llegamos a una primera respuesta; son libros que el mercado nos etiqueta como CF o cuyos autores se autovinculan o se les vincula con la tradición literaria CF.
A partir de aquí puedo entrar en examinar la presencia o no de rasgos comunes. Veré que ciertas temáticas se repiten o son especialmente trilladas en la CF, pero no siempre. Analizaré hasta qué punto determinadas pautas de distribución, edición o producción identifican y condicionan tales libros (qué mercado tienen, que expectativas busca el mercado en ellos, etc...)
Soy un asiduo al portal Prospectiva, donde se postula una nueva categoría que abarque, a modo de derivada de la CF, incluir a autores generalmente ajenos a la DF pero que inciden en una serie de temáticas o enfoques transversales a la CF. Por ejemplo, ucronías, mundos alternativos, anticipaciones (científicas, políticas, sociales), la aparición de lo –a primera vista- incomprensible en una realidad estándar o no, la reflexión sobre el papel de la ciencia en nuestra sociedad, la novela metafísica…
La gracia de Prospectiva es, como ya dije, poder abarcar a autores que no suelen etiquetarse como CF y, de este modo, trascender la equiparación de la CF a una literatura de consumo en horas bajas por una serie de cuestiones que no vienen al caso (pero esencialmente relacionadas con una crisis general de la narrativa y nuevas tendencias en el nicho de la narrativa juvenil).
Naturalmente, todo es discutible, y más en la hermenéutica CF.
Históricamente, percibo dos grupos lectores que a grandes rasgos se corresponden a la división letras/ciencias. Los filólogos tienden a lamentar el estilo plano y comercial de muchas novelas CF, apostando por una mayor complejidad lectora. Los científicos se desentienden del debate estilístico y abogan porque al enjuiciar a la CF se utilicen parámetros inter género, del mismo modo que no usamos el mismo bagaje crítico para enjuiciar a Los Nikis que a Wagner. Para los radicales de esta onda más resultadista, la CF debe desgajarse parcialmente (hasta cierto punto) de lo literario. Para los radicales de la onda filológica, lo que debe desgajarse parcialmente es toda literatura que no cumpla unos mínimos formales de profundidad, complejidad de la trama…
Por descontado, entre uno y otro polo y como tiene que ser, innumerables posiciones intermedias, o incluso científicos que defienden a los filólogos y filólogos que defienden a los científicos.

A mí me parece un debate, en general, enriquecedor y elegante, aunque echo en falta planteamientos más empíricos, basados fundamentalmente en el fenómeno (mercado y dinámicas editoriales).
Desde el sector prospectivo y filológico, nos viene un ensayo sobre CF a cargo del profesor Fernando Angel Moreno: “Teoría de la Literatura de Ciencia Ficción: Poética y Retórica de lo Prospectivo”. Es un recomendable ejercicio de puesta en valor de la CF, destacando su influencia en las corrientes estéticas e intelectuales del XX.
Un ejemplo...
Estás muy bella esta noche, con una espiral decorando tu frente... Espiral, programa en espiral...


miércoles, 8 de septiembre de 2010

Manifiesto Niki

Jodidos de la vida, infelices, náufragos de la cultura de masas, Caballeros de la Real Orden de los Mutilados Mentales por los Realitys, sepultados vivos bajo la capa de esmalte tóxico de la tecnocracia; presos del sinsentido; tú, que me mandas una lima en el bocata; resistentes a la posmodernidad atrincherados tras los sacos digitales; vosotros, los de la camisa de colores tristes y aguardando turno en el cadalso para que el verdugo posmoderno os siente en el garrote… Sidosos de la verdad que habita en las bolsas de plástico. Desquiciados del consumo. Roedores de belleza. Jodidos de la vida, trabajadores del sector trabajar para parecer que trabajo, pulse tres y diga continuar, paneles de control, redactores de informes de mando, amados por los grandes del mundo (que sonríen viéndoos desfilar camino al geriátrico); disidentes de lo correcto, no fumarás después de los actos impuros, herejes de la cultura del cuerpo, segmentos del segmento del segmento residual, filotecnofóbicos, proletarios, melancólicos del pop, chicos y chicas que torcéis la boca cuando el Gobierno os dice “te quiero, dame más”. Tú, que te pones colorada cada vez que te sonrío desde la tercera base; reaccionarios y espeleólogos del espíritu, alérgicos vitales a la sífílis del marketing, del Estado y sus secuaces. Jodidos del mundo, cobayas involuntarios de lo ordinario y de lo zafio; Reluctantes a la manipulación de lo bello (para su conversión en mierda empaquetada ¡con descarga de politonos gratis!); Renegados del paga y sé feliz; Follados y machacados sin remedio en la batalla del mercado, habitantes de la burbuja, aspirantes a la fuga por la risa…

Tú, que sales en el facebook con ojeras de desconcierto…

lunes, 6 de septiembre de 2010

Metafísica para las masas (III? IV?, no me acuerdo, la verdad sea dicha)


(Bien, que es la tercera vez que uso la pipa de Magritte, sí, y prometo usarla más)


Los idealistas topamos con la sana evidencia de las cosas.
Pero es que ni el más estrafalario de los idealistas niega la existencia de las cosas. Lo que se niega es la posibilidad del conocimiento de la cosa en sí.
El conocimiento, en sentido fuerte, en el sentido de llegar a afirmaciones articuladas racionalmente y con cierta pretensión de universalidad, sólo es posible a partir de las representaciones mentales de las cosas (eso pensamos). Lo que sean las cosas, los entes, en su realidad última, esencial, nouménica, llámenle como quieran… es pues una hipótesis indemostrable.

Sé lo que son las cosas en cuanto fenómenos que experimento, que consecuentemente, puedo medir, pesar y ensamblar en oraciones del tipo X es Y, desarrollando cadenas de enunciados. Lo que no puedo saber es qué son las cosas fuera de ese marco experimentable/pensable.
Y esto es el idealismo.

El idealismo tiene dividida a la comunidad científica. A Sthephen Hawking, titular de la Cátedra Newton de la universidad de Cambridge, le gusta pensar que el conocimiento que tiene de los agujeros negros no lo es de la representación de los agujeros negros. Para Hawking, cuando afirma que el Big Bang es verde, no está diciendo que nuestra representación del Big Bang apunta a una coloración verde. Afirma que el Big Bang es verde y punto.
En qué se basa. Véamos, tenemos un conjunto de fórmulas que nos indican que la energía es un proceso expansivo. Tenemos una serie de observaciones empíricas que corroboran precisamente eso, que hay una cronología en el universo. Todo apunta, pues, a un mismo origen, a un pistoletazo de salida que llamamos Big Bang.

Un idealista dirá, ordenamos los datos y percepciones de modo tal que captamos una pauta regular en el universo. Dicha pauta es experimentada cual proceso expansivo explicable en términos de una explosión inicial llamada Big Bang. Visto así, ni se afirma que exista una cronología en el universo (hay una cronología en nuestro modo de ver el universo), ni se afirma la existencia de un proceso expansivo (se afirma que nuestro enfoque causal de la realidad nos dirige a la postulación de un proceso expansivo).

La ventaja de un idealista respecto a un realista es total.
El idealista jamás cierra el conjunto de la realidad, se autocondena a seguir investigando, se autocondena a ampliar su copilación de conocimientos, se autosometa al cuestionamiento permanente. El realista, en cambio, corre el riesgo de cerrar las explicaciones y llegar a conclusiones INMOVILISTAS. Me recuerda a John Hurte en los Crímenes de Oxford: “El único crimen perfecto no es aquel que queda sin resolver, sino el que se resuelve con un falso culpable” (Gentileza de las Crónicas de Sepalaci) .

[El debate de si Dios creó el mundo o quién y cómo no va con los filósofos idealistas. No necesitamos a Dios para armar teorías. Dios está en otro lado, cae de lleno en el ámbito del misterio y la creencia, nunca jamás en el conocimiento articulable a partir de nuestras representaciones del mundo]

Pues había un problema en la tesis de Kant.
Tengo algo que objetar, dirá Salomon Maimon, el judío. De momento, viejo Kant, me has demostrado que mi conocimiento lo es de lo que se da en mi conciencia. Pero no puedes demostrarme que este conocimiento refiera al mundo exterior, a aquello que sea la realidad en sí. Tal como dijo Hume, es este un conocimiento incompleto, que atribuimos a… por mor de la costumbre, de un cierto sentido común. En realidad, nuestro único conocimiento completo lo es de la lógica y de las matemáticas.

¿Quién es este Salomon Maimon, el discípulo judío de Kant, admirador de la Guía de Perplejos de Maimónides hasta el punto de cambiar su nombre, Scholom Ben Josua, por el de Salomon Maimon? ¿Qué increíble aventura vital llevó a un maestro del talmud, perdido en Lituania y apaleado por su mujer y su suegra, a abandonar a los suyos y devenir -con permiso de Fichte- el más sagaz de los kantianos coetáneos (es decir, lo que vivieron en vida del maestro)?

No se pierdan la apasionante continuación de “Metafísica para las masas”…

jueves, 2 de septiembre de 2010

Soy siendo ser



(1)“La consistencia consiste en consistir”… Está claro.
Pero tengo más frases circulares de sentido cero.
Vean: (2)“La festividad festeja lo festivo”. (3)“Prepararse prepara para la preparación”. (4) “La sodomización sodomiza al sodomita” (y ustedes perdonen la ordinariez).
A primera vista, son frases pretenciosas, dignas de Bucay o, incluso de Zapatero en un día de especial brillo (como si le viera, elevándose en su escaño, formando un rombo con las palmas de las manos y exclamando con el mejor talante, Sr. Rajoy, la sodomización sodomiza al sodomita).

Pero parecen frases con sentido. Quiero decir que si afirmo “Antonio germina para festivo” ustedes pensarán que la frase es errónea. No ocurre lo mismo con los ejemplos anteriores, las frases están bien construidas, incluso parecen encerrar una cierta información por más que sea claro que el sujeto encierra en sí al predicado; lo que se predica forma parte del sujeto. Lo predicado está implícito en el sujeto.

No sólo son frases con sentido sino que “prepararse prepara para la preparación” se diría verdad en todos los casos, es tautología, puede que no aporte información pero está bien construida, cumple con la gramática y hasta parece sugerir algo. Me da gran rubor, pero esto se ve claro si acudimos (metafóricamente) al ejemplo cuatro y lo traducimos en argoticismos. En ese caso (4) se convierte en (5) “el que toma por culo toma por culo tomando por culo” (esto es realmente ordinario, les reitero mis excusas, pero ¿a qué es comprensible?, ya saben que llevo muy a gala el ser didáctico).

Podríamos hablar de enunciados analíticos, aquellos que lo que se predica está incluido en el sujeto. Pero las frases circulares son aún más preciosas; si yo digo “todos los cuerpos son extensos”, estamos ante un juicio analítico, pues la extensión es una condición de posibilidad de la corporalidad, pero no sé si es circular, ya que parece distinto “todos los cuerpos son extensos” que “todas las extensiones son cuerpos”. ¿o no? (habría que ver que es extensión, claro, si nos referimos a mesurabilidad…)

Sin embargo, hubo un admirable filósofo, Fichte, que construyó su obra analizando la estructura de algo tan banal y en absoluto banal como “Yo soy Yo”.

A es A.

Parece que no dice nada, ¿verdad? Y ciertamente no aporta información. Siendo A, A es A, no hay más.Y sin embargo, el principio de identidad es la premisa de todo lenguaje.
Fichte empieza analizando qué hay detrás del principio de identidad, y llega a la conclusión de que en la proposición está implícita la afirmación de un A que se percibe como A. Un acto de autoafirmación, o como dice Fichte, una autoposición, “Yo me pongo como Yo”. O por mejor decir: “Soy siendo Ser”.

Y en ese momento empieza el camino de la autoconsciencia.

Fichte buscaba un principio indeterminado del que, a modo de teoría formal, derivase toda ciencia posible. Lo encontró en la autoposición (täthandlung) del yo. En el yo que se pone como yo.

Otros traductores emplean el término Autogénesis.

¿Comprenden porque Fichte es un filósofo tan importante para las Inteligencias Artificiales? Aunque ciertamente, nunca tendremos del todo claro si estamos ante los fuegos artificiales semánticos más memorables que se recuerdan o de verdad hay algo detrás de “la consistencia consiste en consistir”. Normalmente me inclino por lo segundo. No siempre.