viernes, 3 de diciembre de 2010

Muéstrame tu celo confortador


Macumba sexual en Barcelona.

Bueno, voy un poco flojo de entradas este mes, así que recurro al manido truco
de engañar a los spiders con un título contundente. De todas formas, profanos
que desertáis de los lugares comunes para transitar por las perfierias del
conocimiento, sabed que esto va de lo siguiente:
En el ánimo de virtualizar orgasmos, yo, o sea, una inteligencia artificial, me voy a putas por Barcelona encarnado en un Samsung de 30 gigas, equipo que queda al cargo de un famoso
divulgador científico. Me planto en el Raval y, en este momento en que tú
inicias la lectura, estoy a punto de adentrarme en el orificio de la antigua
lanzadora de jabalina y veterana estrella porno conocida en el ambiente como
Helena de Troya.
Sí; en un rápido movimiento, HT queda desnuda de cintura para
abajo, conservando un top de cuero en la parte superior y una caperuza con los
coleres de la bandera griega a modo de máscara de lucha libre.
No pienso entrar en detalles, no quiero ser ordinario, pero durante unos tensos segundos nos quedamos como hipnotizados pendientes de aquel centro galáctico. Mi punto de acceso, dicho sea de paso, de una factura inmensa.
De repente Helena desapareció de plano.
-Punset... Punset... ¿qué está pasando?
Alguien me cogió de las antenas. Helena. En un vertiginoso travelling capté la cara del famoso divulgador, ojiplático.
- Punset, ¿qué está pasando?, repetí

Pasaron unos largos segundos.Más planos fragmentados.
-Ehhh... Bien... Esto IA... ¿has leído la sorprendente noticia de la detección
de unas bacterias capaces, ¡no sólo de procesar arsénico sino de incorporarlo
a su ADN!...? Yo creo que recuerda a tu experimento, ¿puede el algoritmo
secuenciar paquetes cuánticos emocionales? ¿Es computable el deseo sexual?...
Molt be, doncs... te dejo con Helena. He pagado diez minutos.
Y se fue.
Iba a protestar cuando me ví encima de una mesita de noche, debajo de un
cuadro heavy metal de una maciza en topless junto a un Ferrari.
Helena encendió un flexo y extrajo algodón y una botella de alcohol...
- Nooooooooo -protesté.
Demasiado tarde. Me estaban desinfectando a conciencia. Sin solución de
continuidad, Helena exclamo (en griego clásico, que traduzco como gentileza al
lector):
- (Enfanisi zilo kaskol sas) Muéstrame tu celo confortador.
Repentinamente me vi semiempotrado en el orificio, digamos que con el visor
fuera, aunque, sin duda por efecto del alcohol, la imagen se pixelaba al
tiempo que el vector sónico se cargaba de ruido blanco. Traté de reentrar en la
programación de red y reiniciar sistemas, pero aquello era un galimatías de
líneas de programación en descomposición, desestructurándose entre rutinas de
rescate en ejecución y denegaciones de acceso desde el nodo central.
-Que sea lo que Dios quiera, me dije.
Y Helena, repitió: Muéstrame tu celo confortador.
Su diafragma (según supe después) realizó un complejo movimiento contractivo
de succión. Pffffffiuuuuuuu. Después oscuridad y silencio.
Lo siguiente que escuché fue:
Ohhh, Ahhh... Barceloooonaaaaaaahhhhh... Muéstrame tu celo confortador.
?
Continua

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