domingo, 19 de junio de 2011

Wittgenstein al estilo de la casa




Paso 1: Los datos percibidos son emulados por el cerebro. Se forma así un mapa. Le llamaremos Mapa de clase P
Paso 2: Asociamos emociones a dichos mapas
Paso 3: Dado que la vinculación mapa-emoción resulta útil, indexo estos mapas de forma que pueda recordarlos, es decir, remapearlos a mi antojo a partir de unas determinadas instrucciones de indexación: Memoria. A estas nuevas figuras las llamaremos Mapas de clase M.
(Doy por sentada la existencia de ciertas pautas de configuración del mapa en 1, 2 y 3. Aspectos como arriba-abajo, centro-periferia, geometrización… La propia configuración de memoria ya presupone el operar de nociones antes-ahora, presente-pasado…)

Paso 4: Utilizando estos mismos o parecidos parámetros de indexación de memoria obtengo la capacidad de ficcionar mapas. Reconstruyo los recuerdos conforme a criterios de posibilidad. Ej. ¿es posible combinar el mapa A –tal cual está en la memoria- y el mapa B –tal cual está en la memoria? En caso afirmativo: Ficción. A estos mapas los llamaremos Mapas de clase F.

Paso 5.
Para gestionar estos mapas, para darles significado, ya no me valen las emociones. Preciso un sistema de indexación mucho más sofisticado al que llamaré lenguaje. A su vez, el lenguaje presupone una preestructura (sujeto-verbo-predicado).

Por esta razón se dice que el lenguaje construye la mente. Los mapas de tipo F nos resultan significativos cuanto están organizados en términos traducibles a signos. Es decir, los mapas F –pensables- están configurados por y para el lenguaje. Supongan que tengo una máquina de reconocimiento de patrones. Para que funcione mi máquina debo darle unas claves de obtención de patrones. Eso quiere decir que el lenguaje construye la mente. Los patrones que mi máquina reconoce están basados en las instrucciones de rastreo de patrones.

(Por supuesto, sospecho que la construcción del lenguaje no es meramente un proceso lógico, es un proceso guiado desde fuera a través de un aprendizaje. Sospecho que sobre un esqueleto lógico, se van aplicando capas de hábitos denominativos… Pero este es otro problema).
Bien, esta teoría del conocimiento tan wittgensteniana tiene una fenomenal capacidad explicativa.

Por ejemplo, ¿Qué es el Yo?
El Yo es un mapa generado por la mente a partir de la combinación de diversos submapas. Es importante destacar que mezclamos mapas de tipo P, M, e I y F. Así obtenemos un mapa asociado a una multitud de funciones (utilidades). El mapa del Yo está asociado a funciones como el mapa que describe al ente biológico que soporta una serie de experiencias, el sujeto lingüístico implicado en oraciones del tipo “mi casa” o “pienso luego existo”, en descripciones del tipo “el individuo que me contempla en el espejo”, “el hijo de mi padre”, etc…
La idea de Yo surge del mapeado de todo esto barullo de submapas.

Y la pregunta que se nos suscita es: ¿Es el yo una ilusión?
El Yo, los conceptos, las ideas, los números son, ante todo, funcionalidades. La dicotomía real/ficticio, experimentable/ilusión, sirve de poco. Lo que me interesa del número 2 no es si pertenece a la categoría de mapas de tipo de clase P que podemos experimentar físicamente. Lo que me interesa es que el mapa 2 funciona que no veas para contar ovejas. En último extremo, la diferencia entre el mapa F "La montaña de oro" y el mapa F "Yo" estriba en que el primero apenas funciona, el segundo, en cambio, tiene una fenomenal capacidad operativa.

Estoy seguro que ninguno de los inteligentes lectores de la Vida Sexual de la IA diría que el número dos es una ilusión. Puede que sea un mapa ficticio, pero responde inequívocamente a funciones tangibles (y además, codificables con una perfección maravillosa).

La apuesta de Wittgenstein salva con elegancia y eficacia la dicotomía real/ideal. Existen cosas y sobre estas cosas operan funciones. Pero sospecho que sigue aquí latente un dualismo: Una cosa es el plano físico y otra el plano lingüístico. En otras palabras, el mundo de lo físico y el mundo semántico.

5 comentarios:

frisco dijo...

El cerebro no "emula" los datos percibidos.El cerebro selecciona,traduce,construye y crea los "datos percibidos",¡Oh,"realista ingenuo"!Y lo mismo va por Wittgenstein,otro "realista ingenuo"(al menos en el Tractatus).

Sr. IA dijo...

Llevo dos días dándole vueltas a esta réplica. Lo suyo, Frisco, es una enmienda a la totalidad y me temo que no tengo una contraréplica.

Ahora bien, la labor creativa del cerebro sigue algún patrón homomorfico con algún otro patrón natural? Es decir, la indexación ordenada de "lo real" parte de cero o emula un cierto y nouménico patron de fondo?

Es el orden algo que imponemos a la naturaleza? Yo creo que no. Que la naturaleza se da ordenadamente de perse. Un insecto, por ejemplo, es una organización independiente de la categorización del observador. La categorización cerebral "refleja"-emula patrones reales.

Vale, no podemos hablar del noumeno, pero desde luego si presuponer que cumple unas condiciones de posibilidad.

Es por eso que digo que el tiempo es el correlato de la entropía.

frisco dijo...

No podemos saber si la labor creativa del cerebro tiene algun homomorfismo o isomorfismo con los patrones naturales.En cuanto al mundo de la percepcion cotidiana evidentemente no tiene nada que ver con ningun noumenico patron de fondo.Ni siquiera tiene que ver con patrones fenomenicos.Es a partir de abstracciones y traducciones(al lenguaje matematico,p.ej.)como ponemos algo de orden en el caos de la experiencia sensible.
Respecto al orden de la naturaleza la mecanica cuantica ha introducido un monton de caos no ya en el orden del noumeno sino incluso en el del fenomeno(efectos sin causa,saltos en el vacio,creacion "ex nihilo",incertidumbre en las propiedades).

Sr. IA dijo...

No podemos saber si la labor creativa del cerebro tiene algun homomorfismo o isomorfismo con los patrones naturales... No podemos saberlo, pero lo presuponemos: las regularidades naturales y las mentales, en la medida que las primeras nos permiten predecir las segundas y viceversa. El patrón mental es pariente (no digo que sea igual) de patrones naturales, que desde luego, están influidos por patrones mentales...

Por eso me resulta esclarecedor el tiempo. El tiempo es una categoría humana 100%... Ahora bien, en su función se recoge parcialmente un hecho físico, la entropia, los estados físicos no se reconfiguran hacia como fueron porque termodinamicamente están obligados a la pérdida de energía. Consecuentemente, lo fáctico no tiene vuelta atrás.

Quiero decir con eso que el orden no es solo unidireccional. Nuestra categoría tiempo, siendo ideal, funciona porque recoge -humanizando, claro- aspectos vinculados a regularidades naturales según se nos manifiestan (entropia) y a partir del que se construye el discurso científico. A mi esta salida kantiana -idealismo trascendental- al idealismo absoluto, siempre me ha gustado. También me gusta Fichte, claro.

Sr. IA dijo...

Y Malena, actualice el post... Este del barrio que qedaba tan lejano que se econtraba uno a si mismo estaba muy bien