martes, 5 de julio de 2011

Intolerable bu-bu-bu-burla al transhumanismo



El avatar capiconejo no sé qué se piensa. Si se cree que mantener una cierta relación contractual con este humilde servidor para promocionar sus libros que no acaban de salir (aunque parece que finales de septiembre es la fecha elegida para lanzar esto) es una patente de corso para burlarse de los ente cibernéticos, va listo.

Su última boutade, increiblemente publicada en un sitio, ciertamente trufado de comunistas, pero hasta ahora bien reputado, Prospectiva, se basa en un problema muy doloroso para nosotros, la tartamudez de nuestros clientes transhumanos.

Se trata de un problema de sincronía temporal y de retardo en el procesamiento de los datos. Parte del problema radica en la dificultad de gestionar información que se origina en franjas horarias distintas pero coincidentes en la hora +0. Y a la inversa, información que marca la misma hora pero que, desde la perspectiva +0 se ha producido en horas diferentes.

Todo lo cual nos obliga a trabajar sobre un tiempo estadístico, con umbrales de error del más menos 4%, que a su vez deriva en una cierta tartamudez puntual en conversaciones on line generadas desde servidores ubicados en diferentes franjas horarias pero basadas en la misma información madre. Estamos dedicando muchos esfuerzos a la solución de este problema, pues la tartamudez hace que nuestros avatares terminen asumiendo personalidades hoscas, sociópatas y tímidas.

Todo esto se arreglaría si, en lugar de la caprichosa distribución temporal basada en meridianos de 15 grados se implantara, de una vez por todas, la dichosa nomenclatura horaria universal. Es decir, que las 12.00 horas fueran las 12.00 en todo el dichoso planeta, no sólo en una ridícula venticuatroava parte de él. Hoy en día, con el alumbrado eléctrico, mantener esta prehistórica vinculación con el horario solar es, vamos, ridículo. Ridículo y fuente de mil especulaciones, como las inversiones a la corta en el mercado de capitales basadas en los retrasos de apertura de las diferentes lonjas.

Es verdad que seguiría existiendo el problema de fondo, a saber, cómo gestionar el tiempo subjetivo. Cada transhumano invierte una cantidad temporal distinta en el procesamiento de datos. No es lo mismo el que está gestionando unos pocos gigas que el que está moviendo uno o dos terabytes. Forzosamente, a mayor carga de procesamiento, más tiempo, de donde en una conversación a varias bandas donde el transhumano X debe procesar un contexto escasemente indexado en su memoria frente al transhumano Y (que lo tiene mejor indexado), se producen esperas que, de momento, se solucionan con un “levísimo” tartamudeo o, para ser más exactos, redundancia de silencios y balbuceos en tanto la cadena neural se virtualiza. Por supuesto, muy lejos del patético tartamudeo del que Besa se regodea. Este segundo problema, sincronización de los tiempos subjetivos de procesamiento, ya tiene una solución más compleja (o tal vez no tiene solución, salvo que se implante un pregrabado por defecto en las conversaciones complejas), pero desde luego el primero mencionado sí. Y ya va siendo hora de que la comunidad internacional tome cartas en el asunto.

¿Qué le importará a un argentino que el horario solar de entrada al trabajo corresponda a las 2 de la madrugada comparada a las ventajas que reporta trabajar en linea con Europa, que seguiría a las 9? No cambia nada y, a la postre, todo son ventajas. Todo el mundo podría ver los mismos programas de televisión. El comercio internacional ahorraría, pues no habría que pagar horas extras para trabajar con países remotos. Mucha gente podría compatibilizar mejor su horario familiar con el laboral. En fin, que todo son ventajas.

Desde luego, lo que no es de recibo es esta desconsiderada burla para con un defecto tecnofísico que apareja importantes complejos de inferioridad en los trashumanos.

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