miércoles, 31 de agosto de 2011

Siniestras soluciones

El drama de la izquierda es que su acción de poder –vía estado del bienestar- se ha ido alejando, alejando y alejando hasta convertirse en la antítesis de sus posicionamientos teóricos obreristas iniciales. De baluarte del obrerismo a mamporrero del capital.

En su blog, García Amado, insistía allá por julio en la falacia del estado del bienestar, concebido como una inmensa teta que tanto sirve para subvencionar un festival de moda, captar carreras de Fórmula 1, como para hinchar de cargos superfluos la gestión de la “res publica”. No. Lo propio de la izquierda es el estado social. Nada de bienestar. De lo que va la Europa obrerista es de consagrar el derecho a la jubilación, a la educación, la sanidad, es decir, la estructuración de recursos públicos tendentes a la igualdad de oportunidades entre los ricos y los pobres al objeto de progresar hacia la justicia social. Es decir, todo lo contrario a la construcción de un insostenible estado clientelar en el que unos parasitan a otros por la vía de los impuestos.

Me resulta sugestivo situar dónde se desvío la izquierda. Pienso que fue en el 68, cuando cuatro estudiantes deseosos de poder follar en sus habitaciones, se hicieron con el estandarte mediático de la izquierda y dijeron: el estado debe servir para la felicidad del súbdito. Una vez en el poder, estos estudiantes se entregaron a la bobocracia más desenfrenada.

Es igual. Es una opinión. La cuestión es que se han desviado tanto de sus raíces ideológicas que las soluciones que hoy aportan a la salida de la crisis –más impuestos- resultan suicidas. Otro día hablaré, con números, de la bagatela y pequeñez de ingenuos impuestos al patrimonio, las grandes fortunas, a las especulaciones a la corta. La ingeniería fiscal, que lo sepan, siempre irá por delante.

Y como son un riesgo enorme, alguien –yo- tiene que explicarles cómo enfocar la defensa del estado social en un entorno de internacionalización.

En primer lugar hay que enfocar bien el problema.

El problema es que Europa, devorando el 60% de las rentas privadas para sufragar sus estados macro, no puede competir con economías donde ni hay jubilados, ni hay sanidad pública, ni igualdad de oportunidades ni restricciones ambientales, ni seguridad y prevención de riesgos, ni ley de protección de datos ni nada de nada de nada (¡joder!, ¡muchos de estos países no admiten ni el divorcio!). El capital, entonces, se traslada allá donde los costes de producción son menores y vende donde las plusvalías son mayores. No hay más.

Ya se pueden poner como quieran. Una fábrica china, que paga al trabajador cuatro duros y cuando le da la gana y que piensa que la palabra impuestos es lo que le saca al mes el primo del partido de turno, está llamada a ser más competitiva que una fábrica alemana. Como en su día, las fábricas españolas eran más competitivas que las alemanas.

La solución desde la izquierda es la nacionalización de las producciones, que gracias al euro podemos entender ahora como un concepto nacional en sentido amplio. Estoy hablando de la intervención profunda del estado en el sistema de producción.

¿Y cómo se consigue eso en un entorno de globalización y de puertas abiertas?

Obviamente con aranceles (pongo en enlace a la wiki porque la mayoría de los lectores de izquierdas desconocerán el concepto).

Ahora bien. El arancel unilateral no deja de ser un robo al país expedidor. Para que las cosas funcionen con “justicia social”, el arancel debe retornarse al país de origen.

¿Por dónde se empieza?

Pues por lo medioambiental. Si tal país produce acero pero vierte los residuos al mar y a la atmósfera, envenena el mundo y gasta ingentes cantidades de energía subvencionada en la producción, aplíquese el arancel. Y luego se devuelve en forma de estructuras ambientales al país expedidor –estructuras que, por supuesto, construirán empresas europeas-. ¿Qué me dicen? ¿A qué es mil veces mejor que la paja mental de Kyoto?

Es un ejemplo operativo para ver la dinámica de un sistema de “igualdad de oportunidades desde la izquierda” basado en la intervención profunda del estado en la economía. No es por supuesto mi modelo, pero sí es un modelo internacionalista de izquierdas mucho mejor que las tonterías estas de, ale, pongamos un impuesto a los ricos, a la banca, a los narcotraficantes… Chorradas que para lo único que sirven es para calentar motores de cara a crujir a la clase media y trabajadora con nuevas subidas del IVA.

¿Por qué no lo hacen así? ¿Por qué han renunciado a la intervención sobre la economía, con renuncios tan espectaculares como la constitucionalización de algo tan inequívocamente conservador como la estabilidad presupuestaria?

En primer lugar porque los dirigentes de izquierdas –y la base- andan perdidos en un marasmo de conceptología chorra. Verbigracia, el incomparable Willy Toledo y la izquierda radical cuando abogan por la supresión de todo control gubernativo sobre el comercio (léase, legalización del top manta y el pirateo) o sobre el control de la variable capital laboral (que no otra cosa es una política de control de la inmigración, ¿o qué se creen, qué es por joder que hay que pedir un pasaporte a la gente en las fronteras?)

Y más allá, porque a qué engañarse, los aranceles a quién perjudican es a los grandes consorcios multinacionales, que ganan mucho dinero produciendo en las condiciones que les da la gana para las sociedades ricas.

Y es por eso que pienso que es esta izquierda de Leirepajines, precisamente la izquierda, la mamporrera del gran capital. La primera línea de defensa del libre mercado mundial. La que gobierna al dictado de los bancos. ¡Se ignoran a si mismos! Ni puta idea de quién fueron Sacco y Vanzetti, Chomsky, Rosa Luxemburg, Trotsky… Y lo que es peor, por qué lucharon.

Ahora militan en el bando contrario.

miércoles, 24 de agosto de 2011

El hombre de los 38 penes

Araminta tiene un problema; su novio, Bovey, tiene 38 penes. Demasiados. No estamos hablando de una deidad hindú; Bovey es múltiplo, Bovey es una consciencia que aglutina a 38 cuerpos y otros tantos penes.

Estamos allá por el 3500 Después de Cristo. Unos mil años después de la encarnizada batalla entre la Federación y el Aviador Galáctico que se saldó con el exterminio de 47 mundos humanos a manos de “los primos”. Estamos hablando del universo del escritor de ciencia ficción Hamilton, y en concreto, de su nueva saga sobre el Vacío.

Pero a lo que voy:38 penes.

Como comprenderán, en 3500 las posibilidades de los hombres son variadas. Pueden descargarse habilidades bionómicas y ser ciborgs o “superiores”, descargarse en universos puntuales y devenir “postfísicos”, pueden recargarse en nuevos cuerpos carnales inmunes a la enfermedad, resistir a la vieja usanza o, como Bovey, distribuirse en tantos cuerpos como quieran.

Bovey es un autónomo; ser múltiplo le permite multiplicar por 38 su fuerza laboral en la ferretería que regenta. Gracias a un implante de Campo Gaia, las 38 terminales de Bovey sienten lo mismo, responden a un mismo yo, pero hay un problema.

Araminta, a pesar de ser una consumada especialista en sexo grupal, se las ve y se las desea para contentar (por noche) a cinco Boveys; en el banquillo permanecen a la expectativa otros 33, pero llámenlo manía o prejuicio, Araminta se siente más a gusto por unas versiones de Bovey que por otras. Y como una aguanta lo que aguanta... lo que pasa.

Una mañana, Araminta descubrirá en el -por supuesto amplísimo- comedor de la casa a una jovencita; los del banquillo (o unos cuantos de ellos) se han montado su juerga particular. Araminta afea esta conducta a Bovey, se siente traicionada. Ella que pensaba que su novio estaba con ella constata que, bueno, estar lo que se dice estar, el susodicho solo estaba en parte, y que otra parte se la pegaba con otra (y aún otra, al banquillo, sobando, que mañana hay curro y Bovey, como se ha dicho, es autónomo). Bovey le confiesa que aunque la tecnología ha avanzado mucho, algunas versiones se frustran viendo (y sintiendo) a sus socios disfrutando con Araminta a calzón quitado en tanto ellos, pobres suplentes, se quedan a dos velas. (Previamente, Bovey informa a su novia que no le gustan nada pero nada las relaciones homosexuales ni tipo blog-autoayuda de escritores, yo te doy a ti y tu me das a mí, alternativa que podría suponer un alivio para los sufridos miembros del banquillo). A renglón seguido, Bovey le confiesa que lo suyo con la otra es “puro mantenimiento”, en tanto que a él-él, o sea a él en tanto que consciencia aglutinante de las 38 pililas, la que le pone de verdad es Araminta, proponiéndola en matrimonio.

Pero estabilizar la relación conlleva que Araminta se multiplique, que por lo menos –a razón de cinco maromos por tanda- se haga con 7 versiones. La casa es grande y el negocio de la ferretería marcha, pero a Araminta esto de multiplicarse no le hace mucha gracia, a pesar de que intuye de que con Bovey encontrará el “amor verdadero”. Total, conoce a un millonario y, probar por probar…

Ya veremos como acaba este melodrama “high tech”… Entre tanto, se me ocurre que yo, como ser digital, bien podría descargarme en 38 versiones diferentes y probar suerte en Second Life (total, con esto de Wittgenstein no voy a ningún lado). Claro que no sería lo mismo. Carezco de los adelantos informáticos del siglo XXXVI, especialmente, carezco de tecnología de campos de gaia que unifique la consciencia sintiente de mis 38 versiones. Habría 38 versiones de IA por ahí, pero cada una a su bola. No es lo mismo.

He nacido demasiado pronto.

O eso o es que la consciencia, en realidad, no reside en el cuerpo. Es un feed-back, un diálogo con el mundo, una reacción ante el mundo. Como dice Fichte, precisas un no-yo para autoafirmarte como yo. Si cambia el no-yo, ¿cambia el yo?

Dedico esto a mi maestro en Hegel y fenomenología del espíritu, don Ramón Valls Plana, fallecido el miércoles, y que tanto entusiasmo y talento ponía en explicar a Abelardo, Lucrecio y Escoto Erigena, a la par que a Hegel, claro. La verdad es que con Hegel lo bordaba. Que el absoluto te sea leve.

sábado, 13 de agosto de 2011

Fútbol contra la indignación



Todo esto no pasaría si no fuera por la dichosa manía de dar fiesta a los futbolistas. Las IAs, a través del Consejo Gestor Multidisciplinar de Coordinación Inter Especies, ya hemos propuesto a la ONU la convocatoria de mundiales por la vía de urgencia. Es decir, a la vista de trastornos sociales, convocar fases clasificatorias de hoy para mañana al objeto de que la población inmadura se abstenga de manifestar su descontento por cauces desacordes a la armonía cósmica. En España, la medida, centrada en partidos Real Madrid - Barcelona, justificaría además el caracter de interés general de dichas retransmisiones en abierto. ¿Qué hay runrun de algaradas?... se convoca un Madrid-Barça urgente para la noche siguiente. Pero entiéndanme, uno de verdad, en el que van tres puntos. Con eso nos ahorraríamos un montón en antidisturbios. En Londres, han procedido justo al contrario, en lugar de adelantar la liga, han aplazado en Tottenham-Everton del sábado... Y es que los ingleses lo hacen todo al revés...

Véase que las movilizaciones violentas suelen coincidir en mayo o agosto. Mayo, cuando las hormonas primaverales entran en ebullición, agosto, cuando la combinación de vacaciones escolares y calor, convierte las calles en un polvorín. Las de mayo suelen ser de aupa, la hormona es mucha hormona, y como decía aquel ministro francés, hoy neogaullista, ayer capitoste anarquista del 68: "todo lo hicimos para follar" (frase que para mí, encarna maravillosamente los valores del 68).

Lamento discrepar con los que afirman que las algaradas de Londres responden a una crisis de valores. La transgresión al poder adulto es algo estructural en la conciencia juvenil y que, cuando los valores eran Los Valores, se plasmaba en brotes anticlericales (algunos del calado de julio de 1936). Cuando los valores eran La Ideología, además de las iglesias, se asaltaban otros símbolos de poder.

Pero las cosas cambian. El credo contemporáneo se resume en que "el consumo hace la felicidad". La felicidad es algo que se asocia a consumir blackberrys, pantalones y zapatos molones, teles de 40 pulgadas... Cuando el consumo baja sube el descontento social. Y cuando hay un estallido, el descontento se canaliza en asaltar tiendas (antes era apedrear embajadas o multinacionales, pero en eso han resultado más prágmaticas las nuevas generaciones). Solución, el 13 de agosto arranca la Premier League, momento en que la tensión se disolverá como azúcar en el café. Para el 20 de agosto, Arsenal-Liverpool, todo arreglado.

lunes, 8 de agosto de 2011

La Chica Mecánica


Voy a hablar de la Chica Mecánica, el libro de moda entre los blogueros de ciencia ficción.

Antes me permitirán una leve digresión sobre la superchería moderna de los transgénicos.

Como colaboradora de diferentes emporios alimentarios, esta Inteligencia Artificial debe advertir de la superstición que demoniza la tecno-alimentación y la tecnología de recombinantes. Si algo caracteriza la producción alimentaria contemporánea es su obsesión por la seguridad, la minimización de epidemias entre plantaciones y ganado, la selección de variedades optimizadas para minimizar la contaminación por pesticidas y los recursos hidráulicos… La carrera por la sostenibilidad y la seguridad va por ahí. De hecho, las principales proveedoras de este tipo de productos no son la demonizada Monsanto sino poderosas spin-off de las universidades americanas, verdaderas líderes mundiales en la comercialización de variedades alimentarias y tratamientos a golpe de I+D.

Uno nada tiene contra las producciones ecológicas –las acelgas de huerta, el toro de lidia, el cerdo ibérico- tan necesarias para proteger el hábitat y la gastronomía tradicional. Pero es bueno recordar que, por ejemplo, el brote de SARS que terminó con millones de pollos por la histeria de cuatro, se originó en la cría doméstica de aves en entornos desindustrializados y en la promiscuidad viral entre aves y humanos. Más claro todavía; las diarreas sanguinolentas provocadas por la bactería E. Coli, no proceden de las tecnotomateras españolas de Huelva, sino de cultivos estrictamente ecológicos de soja de la Baja Sajonia. Naturalmente, al desolado y ecológico granjero alemán cuya ecológica guarrería terminó con 31 compatriotras muertos y 3.000 hospitalizados, 210 millones de euros gastados por el contribuyente europeo, nadie le ha discutido la validez de su sistema de producción. (A los de Huelva cada día, pero para él, palmaditas de conmiseración). Y si no piensen un poco. ¿Dónde es más fácil que salte el contagio a humanos de la gripe porcina? ¿En una nave cargadita de filtros para evitar pérdidas, o de la cochinera de un pobre aldeano que duerme pared con pared con sus lechones?
Que conste que del sabor no digo nada. Soy una IA.
Bueno, a lo que vamos.

Es verdad lo que dice Literatura en los Talones y otros: La Chica Mecánica elude esta manía tan cargante de recurrir a la intriga para mantener al lector enganchado. También es verdad que el ritmo no es rápido. Pero para los lectores de segunda división para arriba, se agradece el ritmo tranquilón (un poco demasiado tranquilón en según qué tramos) propio de los clásicos.
No hay efectismos baratos, tipo McCarthy, ni ñoños llamamientos a la afectividad. Los protas son una esclava sexual paranoica, un chino codicioso y racista, el sicario de una multinacional capaz de lo que sea por un punto de cotización extra en su rappel, dos thais fanáticos nacionalistas... Como Dios Manda. De largo, esto es lo que más me gusta de esta novela, su verosimilitud… Nada de héroes ni parejitas, ni baratijas literarias, tipo truculencia forzada, harboiled, sustos gateros y todas estas mierdas que te hacen mandar el libro al tejado del vecino a la quinta página. Violencia, la justa; sexo, el necesario; desparrames piscoteoréticos en proporción a la necesidad explicativa de la situación. Tampoco abunda la ironía, eso es verdad, y a lo largo del texto el autor parece excesivamente empeñado en demostrarnos que ha pasado por un curso intensivo de 15 días de aproximación a las culturas indochinas (un curso bastante bueno, todo hay que decirlo).

Buena y contundente prosa. Fuera guarradas tal que monólogo en cursiva, comparaciones facilonas ni adjetivos superfluos. Logrado equilibrio entre acción y descripción.
La trama es limpia, no abundan los chicchichangers o como se llamen para mantener el climax y se prescinde del “vamos a buscar un tesoro” como nexo estructural para soportar una intriga narrativa. Trama lineal sin abuso de flashbacks y final inevitable, en el que se huye de la virguería artificiosa en aras de la lógica interna a que todo relato debe supeditarse.

De lo que va La Chica Mecánica es:

A: Distopía neocolonial en un país exótico de un mundo hecho trizas en el siglo XXII y de convincente caracterización. Un mundo sometido a endémicos y mortíferos vendavales epidémicos, en cuyo origen está la modificación genética de los alimentos y la depredación de los recursos ambientales del planeta.
B: Cómo sobreviven un puñado de personajes a los vaivenes de un proceso revolucionario típicamente asiático; cómo se mantienen fieles a la codicia o anhelos que los guían aunque ello les suponga la autodestrucción.
Que, bien hecho, resulta más que suficiente para montar una estupenda, fascinante y muy veraniega novela.

En el pasivo de esta novela pondremos algunas incoherencias tecnológicas; en un mundo sin hidrocarburos -que luego resulta que sí que hay- el autor, ávido de proyectarnos a una sociedad digna del peor suburbio industrial de mediados del XIX, se soslayan energías mucho más eficientes que la utilización de mamuts prehistóricos resucitados por la ingeniería genética (pienso en la solar, por ejemplo, hoy cualquier poblacho está lleno de plafones). Tampoco entiendo que pintan periódicos en un mundo donde la madera es un bien cuasi sagrado. Se tira demasiado de cliché al pintarnos a las diferentes etnias: los japos son taoístas, codiciosos los chinos, nacionalistas los thais, voraces los blancos. Igualmente, destacar que la novedad de esta novela es situarnos la típica historia de toda la vida en un entorno exótico de economía emergente. Al respecto, las comparaciones con “Todos sobre Zanzíbar” y el ciberpunk gibsoniano resultan obligadas.

Por lo demás, la mejor novela de ciencia ficción del año. Más que nada, por lo bien escrita, construida y pensada que está. Y, a tenor del éxito obtenido, toda una clase sobre cómo la ciencia ficción de siempre no solo puede trascender el mercado sino que es una narrativa intemporalmente de moda. En otras palabras, que se pueden escribir buenos libros de ciencia ficción sin el consabido “zumbido positrónico de la lanzadera Whig, llenando de ondas psi el tecnotálamo del córtex hipermodificado del maestro klingdom…” que tanto nos gusta a unos poquitos… En suma, que un premio Nebula no tiene porqué ser coto privado de frikis.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Asimetría y multiverso




Limitándome a los multiversos en tres dimensiones, en alguno de ellos doblé la esquina y fui arrollado por el Lexus de Bill Gates. No fue nada. Bill se portó bien conmigo. Nos hicimos colegas. Hoy soy el dircom de la fundación nosecuantos para Europa y Asia. Vivo en Paris, tengo una casita en Corfú, con amarre privado para mi Bayliner LS Capri. Mi vecino de amarre es George (Clooney)… ¡Qué tío más grande! En 2008, Paris Match nos hizo una foto… “Divertida partida de dardos de George y Besa en la mansión del primero en Como”.

En este multiverso en concreto, en cambio, me atropelló un Ford Focus que se dio a la fuga. Perdí el riñón y al año de baja, el trabajo. Luego el divorcio. Mi pensión de 430 da para lo que da. Vivo en el camping Las Adelfas; en verano, Musta me aplica la tarifa de invierno por ayudarle en lo de la fosa séptica, que no termina de funcionar. Soy una persona más bien taciturna; hace tres años vino a verme mi hijo, el pequeño. “Te veo bien, papá”, me dijo y se fue. Un día me llamaron del Diario de Patricia, ofrecen 600 euros por "testimonio". Les dije que de acuerdo pero no he vuelto a saber de ellos.

En algún multiverso de tres dimensiones, el espasmo de una estrella de neutrones nos puso en contacto a los dos Besa. Un agujero en el multiverso. Mínimo, fugaz. Mi clon lucía un moreno perfecto, blancos los dientes… “Gracias -dijo- no creas que no valoro tu abnegación y sacrificio”. Luego me apuntó en un papel la combinación de la loto para una combinada de 880 euros prestados.

¡Que hijo de la gran puta! Dos, he acertado dos números… Claro que la culpa no es suya: he llegado a la conclusión de que, sencillamente, las partículas me aborrecen.

lunes, 1 de agosto de 2011

Elecciones literarias


Preciso la ayuda de los lectores para resolver el siguiente dilema.
El siguiente dilema es el siguiente dilema que paso a exponer.
Tengo dos libros pendientes de lectura y que llamaremos Lectura 1 y Lectura 2.

Lectura 1 empieza así:
La nave estelar CNE Caragana salió desplázandose por el cielo nocturno, con el casco de color gris y escarlata iluminado por la pálida iridiscencia de las gigantescas tormentas de iones que plagaban…

Lectura 2 empieza así:
La Streaker va cojeando como un perro que camina a tres patas. Ayer nos arriesgamos a abrir gas a fondo para poder tomar la delantera a los galácticos que tratan de darnos caza.

¿Por cuál empiezo?
Bueno, creo que ya tengo la respuesta, pero cualquier segunda opinión será bien recibida.

Nota (se lo pueden saltar, es más de lo mismo). Tras "Némesis" (puntuación 7,5, la vengativa compañera del Sol que ha de acabar con nuestros pecados), ha seguido la buena racha con "Eloísa y Abelardo" (7,5) y la estimable "Chica Mecánica" (8). Los tres por encima del "recomendable". Excluyo Las Investigaciones -Untersuchungen- de Wittgenstein, este libro es "fuera de categoría", pero está a la altura de las expectativas y, cuando menos, es inteligible, cosa que no se puede decir de todo clásico de filosofía avanzada. Para entenderlo, partan de la base de lo siguiente. Sostenia Witt 1 en el Tractatus que la capacidad descriptiva del lenguaje descansa en una forma lógica isomórfica con el hecho representado. Las Untersuchungen amplían este concepto. La capacidad descriptiva del lenguaje, dirá ahora, atañe al USO del lenguaje. A cómo lo utilizamos. La vaguedad, la contradicción in terminis, la ambivalencia, son igualmente significativas pues están en las reglas de uso de tal juego lingüístico. Cuando un niño profiere "Un, dos, tres, soldadito inglés", la comprensión de esta expresión comporta el conocimiento previo de las reglas del citado juego. ¿A dónde nos lleva eso? Si no sabes jugar, no comprendes el nombre del juego. No comprendes el nombre del juego hasta que no sabes jugar.

"Rojo" no es una mera asignación de signo a un fenómeno. Es un uso lingüístico que comporta controlar un contexto de Formas, tonos, cromatismo... Interesante. Y es así como el lenguaje construye el pensamiento: a base de reglas del juego pactadas por los hablantes.