miércoles, 28 de septiembre de 2011

Umberto Eco, un masón al descubierto


Atención. Vida Sexual de una Inteligencia Artificial ha tenido acceso a importantes revelaciones que permiten identificar de manera indubitable al Gran Maestre de los Rosacruces Internacionales. Al general en jefe de las hordas masónicas. El verdadero Kadosch, el Hiram Abif del siglo XXI.



Umberto Eco

Bajo su dirección, reputados profesores universitarios fusionaron los dos grandes ritos, lo que les ha permitido hundir la economía capitalista, abrir a los masones los medios de comunicación (menos algunos blogs, que valientemente nos negamos a caer bajo su férula), y ahora, negocian entre bastidores para que el euro se hunda y así entregar España a los chinos.
Está claro como el agua.

Empecé a sospecharlo cuando el astuto piamontés enarboló la bandera de una extraña disciplina, la semiótica (véase el nada casual parecido con “semítica”, ciencia que en verdad se basa en el estudio de la cábala), destinada a confundir a los filósofos del lenguaje obligándoles a devenir  “apocalípticos”, meras ovejas del poder, casposos abogados de las jerarquías culturales; o arrabaleros “integrados”, destructores del orden, mesiánicos apóstoles de la redención por la dinamita (cultural). Desde una falsa bonhomía, y al calor de la confusión generada por Habermas y la escuela de Frankfurt (judíos masones negadores de la inexistencia de teorías autónomas de su contexto sociohistórico), Eco y sus secuaces carbonarios fueron invadiendo importantes departamentos de filosofía y desahuciando a los witgenstenianos que encontraba, condenados desde entonces a buscarse la vida (malamente) como profesores de latín y ajedrez.

Completada su disolvente labor en el ámbito académico, Eco se dio cuenta de que los departamentos de filosofía ya no servían como laboratorios ideológicos donde cocinar los estereotipos culturales a inyectar en los media. No. La confusión conceptual había disociado el medio y el mensaje.  En adelante, los memes de primer orden se filtrarían a la ciega masa a través de novelas populares, Best Sellers.

Eco, como gran Maestre del Rosacruz Templario de la Sociedad Teosófica, dio el siguiente paso.
Secuestró a cuatro novelistas polacos (“los cuatro evangelistas”, en el argot rosacruz de la tradición canobita). A uno lo encerró en un antiguo búnker soviético, hoy propiedad de Gazprom, que se encuentra bajo el cementerio judío de Praga. A otro lo mantiene (en atroces condiciones) encadenado en una cueva ubicada en la intersección de las bisectrices del triángulo formado por los castillos de Montségur, Carcasona y Queribus. El tercero escribe preso en un submarino nuclear sin nombre y en permanente misión de circunnavegar la tierra. Del cuarto se sabe aún menos, siendo uno de los secretos más celosamente guardados (hasta hay quien conjetura que realmente el cuarto novelista polaco no existe).
El caso es que les tiene escribiendo grandiosos Best Sellers para intoxicar a las masas y hacerles creer que El Plan, la existencia de un complot internacional para entregar España y otras desgraciadas naciones a los chinos, no es el verdadero Plan.

El Nombre de la Rosa pretendía realimentar la disensión entre Benedictinos y Franciscanos para justificar la primacía teológica de Suárez y de la Compañía de Jesús (no se dejen engañar por otras interpretaciones).  En el Péndulo de Foucault recopiló las teorías de la conspiración más y mejor documentadas por los historiadores para negarlas afirmándolas. Baudulino es una obra arriesgada, arremete contra la historicidad de los Reyes Magos con el indisimulado objetivo de fomentar el republicanismo.

Por último nos ataca con El Cementerio de Praga, una obra de arte de la impostura literaria, pero obra de arte al cabo.

Cuando el protagonista de una novela es un mero comilón, un ente acomodaticio a toda circunstancia, sin escrúpulos morales ni otra ideología que jubilarse con cierto decoro, puede decirse que, bien estamos ante una gran novela o bien en presencia del gran Simonini, o ambas cosas.
Narra el Cementerio de Praga las memorias de Simonini, un agente secreto en la convulsa Europa de las revoluciones y desvelador de “Los Protocolos de los sabios de Sión”. De 1848 al fin de siglo. Y realmente no conozco autor que lo narre tan inmejorablemente como Eco (en rigor, sus desdichados negros). Añadan a ello un sentido del humor carcajeante. Añadan una desquiciante metaficción, donde el tiempo fluye como el Narrador quiere, los personajes se desdoblan o triplican y se persiguen para continuar desdoblándose. Añadan una documentación exhaustiva y brutal.
Y falta lo mejor, un estilo que rinde tributo al folletín, ampuloso, cultista y deliberadamente demodée, cargado de arcaicismos y que, realmente, deviene la medular de la verosimilitud improbable de un antirrelato imposible.
Una verdadera delicia.

Qué lástima que no sea real (en realidad, pienso que el verdadero Umberto Eco falleció en el mismo atropello que se llevó por delante a John Lenon, el real, el que murió al poco de grabar Abbey Road en 1969, y no su doble tiroteado por la CIA tras convertirse al islam y amenazar con informar al mundo de la conjura).
Y digo lástima pues esta novela es mentira. En verdad, esta obra es un testimonio estremecedor de la conspiración en curso. ¿Qué otra prueba se necesita? Es como el diablo, que para ocultarse del mundo se niega a sí mismo. Desde entonces sabemos que la mejor manera de probar un complot es afirmar su inexistencia. De otro modo diríamos estar ante una gran, gran, gran novela. 

En los próximos 120 posts revelaremos pormenorizadamente los detalles de este criminal engaño. No se lo pierdan.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Seguro que no será un tocho? Como experto en Best Sellers que soy, Eco, salvo por "EL nombre de la Rosa", no figura entre la lista de mis escritores ligeros favoritos.

Anónimo dijo...

Io no sonno calcuno masone ni piu un facetore di tostones. Questo IA es un porco e grosso supercoglione e l'altro anonimo un vero subnormale. Bafanculo per tutti due.

Firmato: Dr. Licenciato Umbero Eco.

francissco dijo...

La reseña es formidable y me ha abierto el apetito, no obstante las precauciones que me despiertan los temores del comentarista anónimo, acerca de la posibilidad de que sea un tocho. No obstante, a mí me atraen los tochos con sobreabundancia de datos y bien pletóricos de letras, jeje

Sr. IA dijo...

¿Qué es un tocho? PAra mí, el codigo Da Vinci o el tiempo entre costuras son verdaderos tostones, carentes de capacidad de interesar. Aridos.

El cementerio de Praga es un best seller en tanto que lleva nueve ediciones en un año. Cargado de información no. Atestado, para entrar en la propuesta te tiene que gustar el culturismo cerebral. Yo creo que a Anónimo 1 no le va a gustar. A F. Sí, y a Anónimo 2...

José Manuel Guerrero C. dijo...

Eco Eco Eco...!!, que para colmo de los colmos tiene nombre de chocolate en polvo, calificó de analfabeto a Benedicto XVI. Siempre que alguien ataca vulgarmente al Obispo de Roma me acuerdo de su cuenta corriente. ¿Estará en números rojos?

Eco Eco Eco...!!

creoque estoy borracho

Anónimo dijo...

Sr. Ecco, quien se pica ajos come.
Si arrancáramos las páginas del Pendulo de Foucolt que no tengan acción nos quedaran 20, a lo sumo 25 hojas.
Sintiéndolo mucho sr. Eco, sus libros solo los leen 4 privilegiados cerebrales. El resto, se los compran para presumir en el metro. Lo llevan una temporadita, pasándose de largo las páginas culturales, se quedan con la acción, y luego van presumiendo de haberlo leído.
Fdo. Anónimo 1.

Sr. IA dijo...

Bate. BXVI no debio devolvérsela a Eco. Le dio un protagonismo mediático gratuito. Si realmente quisiera perjudicar a ECo, debería decir que le ha parecido un magnífico libro. Anque ya se ocuparía entonces la SER de sesgar el titular, por ejemplo, "BXVI elogia a ECo pero no condena la pedofilia en Azerbayan"... Por ejemplo.

a1- Insitente amigo, No hay que confundir tochismo, con erudición. Eco no exige un doctorado a sus lectores. Exige, sí, interés por la erudición, cosa bien distinta. De otro sí, si en los ambientes que usted frecuenta cargar con un libro de Eco aporta pedigree, bueno, bienvenido sea. Los libro, como las marcas de ropa, como los coches, a menudo se utilizan por pura proyección de imagen. Es otro argumento más en contra del libro electrónico. Un marquista usuario de ereader deseoso de lucir Eco, deberá informar "estoy leyendo a Eco, estoy leyendo a Eco". Y eso puede considerarse publicidad invasiva.