martes, 28 de febrero de 2012

Viaje al purgatorio de Ramón de Perellós (y4)

El tractatus de Henry de Saltrey

El lugar al que llegó Ramón de Perellós es la Isla de la Estación, en el lago Derg. Desde el siglo XI acoge el monasterio católico del Purgatorio de San Patricio, un lugar aún hoy de devoción y que, fiel a su tradición, organiza peregrinaciones penitenciales. La zona está escasamente habitada, concentrándose la población en el pequeño pueblo de Pettigo, que se extiende a uno y otro lado de la frontera con el Ulster. Pettigo podría ser perfectamente la villa de Procesión que cita Perellós como última etapa antes de su llegada al monasterio. Al menos el significado inglés del nombre parece revelador ("Pity go").  Desde Procesión y orillando el lago en dirección sur llegaríamos a la actual aldea de Ballymcavany, desde donde parte un ferri al monasterio y desde donde posiblemente se embarcó el vizconde.

Hay cierta controversia sobre si la Isla de la Estación (Stationisland) es la isla original en la cual Dios reveló a San Patricio una cueva de entrada al purgatorio para facilitar la conversión de los druidas y reyezuelos. El lago Derg está cuajado de islas e islotes. Lo cierto es que del siglo XI y hasta 1687 el monasterio acogió peregrinaciones anuales de manera más o menos ininterrumpida. Hasta 1467, al parecer y previa bula o permiso arzobispal, existía la posibilidad de visitar la cueva. Ese año, la denuncia de un fraile al sentirse estafado por no encontrar absolutamente nada en la cueva, forzó el tapiado de la cripta (aunque como digo el monasterio siguió siendo un centro de peregrinaje de la mayor importancia). Posteriormente se retomaron las romerías penitenciales aunque no se han consignado excavaciones en el lugar que pudieran aportar más datos. La cueva no está abierta al público y el visitante actual debe conformarse con una pared de roca.

Posiblemente la fama del lugar se iniciara como tierra de eremitas (los eremitas irlandeses llegaron a Islandia antes incluso que los vikingos) y se aureolara con la leyenda de ser el lugar en que san Patricio encontró la entrada al purgatorio. Corresponde al monje Henry de Saltrey devenir el gran apologeta del lugar. Entre 1180 y 1184 el monje escribió el Tractatus de Purgatorio de Sancti Patricii, obra en la que referían las aventuras del caballero Owein, que unos 50 años antes accedió a la cueva y penetró en el purgatorio. Se trata de una de las primeras referencias al purgatorio católico y tuvo un gran éxito. Hay más de 30 versiones del Tractatus y se han consignado unos 150 manuscritos. Como se verá, las andazas de Perellós por la cueva solo difieren en pequeños detalles respecto al canon fijado por Henry de Saltrey.

Una explicación históricista apela a la costumbre druídico-celta de habilitar sótanos naturales a modo de estancias de curación, una suerte de saunas -lugares de sudación- para eliminar toxinas de modo natural. De cualquier modo, la equiparación de purgar enfermedades con purgar pecados me parece muy sensata a la hora de explicar de dónde se saca Saltrey la idea del purgatorio. Otra opción es que fuera un espacio penitencial de índole espiritual.

Teológicamente, el purgatorio es una novedad del siglo XIII. Con anterioridad, la existencia de un "paso previo" entre la muerte y el cielo, donde el pecador se libra a una suerte de prueba de fe, se entremezcla con las leyendas y vagas referencias bíblico-mitológicas. A juicio de Le Goff, corresponde a San Agustín la ambigua postulación de un espacio temporal en el que el difunto "purga" sus pecados. La idea se mantiene en un estadio preconceptual hasta que, según Le Goff, surgen en el siglo XII diversos escritos que narran las peripecias de las almas en el purgatorio, vinculándose esta tradición con el culto a los difuntos (que data del siglo XI). Entre estas narraciones sobre destacan la Vita Sua, de Alberico de Setefratti, que recoge las visiones de la madre Guilbert de Nogent, y el texto de Saltrey, destinado a ser el que más importancia tendrá en la difusión popular del purgatorio. A lo largo del siglo XIII la escolástica va puliendo el aparataje  y su posterior articulación como un espacio teológicamente estructurado e incorporado a la ortodoxia católica. En los primeros años del XIV, el genio de Dante se encargará de fijar el purgatorio al imaginario europeo.



Casi un siglo después, Perellós llega al origen de la leyenda. Es recibido como un gran señor y se le exhorta por pasiva y por activa a abandonar la empresa, dado el gran peligro que supone; la mayoría de los que han entrado no han salido. En vistas del empeño del catalán, el prior del monasterio da su brazo a torcer, aunque antes que franquear la entrada a la cueva el vizconde deberá cumplir una serie de ritos. Tras pasar la noche en rezos y al alba, el caballero es trasladado en procesión a la puerta de la cueva. El prior informa que mañana, a la misma hora, volverán para recogerlo. Dicho esto, invita al vizconde y a un caballero inglés a entrar en la gruta. Después, la puerta se cierra.

Continua en: y 5

jueves, 23 de febrero de 2012

Manifiesto Niki

Nueva Entrada del Museo Metafísico. Manifiesto Niki (anteriormente editado en versión beta en este web) ha recibido el alto honor de ser incorporado al Museo Metafísico... Que servidor sea el autor del susodicho manifiesto y a la vez conservador general del Museo Metafísico no tiene nada que ver, es una pura coincidencia, y no voy a tolerar maledicencias al respecto ni que se ponga en duda la probidad moral de la filosófica causa. Que tengan un metafísico fin de semana.

NOTA Y ACLARACIóN PUBLICA. Ante el revuelo armado por el procesamiento de SEAR (su ex alteza real) el Duque Palma, y por consejo legal, hago la siguiente declaración. Les recordamos que (incomprensiblemente) el museo carece de financiación pública, por lo que dependemos de los patrocinadores privados. Cualquier donación, por modesta que sea, será bien agradecida y mejor recibida. Lamentablemente, las donaciones no pueden desgravarse de la renta (aunque puede consultar "otros" beneficios fiscales resultantes) al estar el Museo sito fiscalmente en Cayman y alojado en servidores belizeños administrados por un fideicomiso de Luxemburgo cuya relación con el Instituto Noos es pura casualidad semántica. De verdad.

NOTA. La serie dedicada al vizconde de Perellós sigue en programación, conforme al plan previsto. Esperamos no demorar muchos días la esperada continuación del post.

domingo, 19 de febrero de 2012

Purgatorio laboral


Les ruego que no vean en estas palabras otra cosa que una reflexión socioloquesea. No soy liberal.
España es, junto con Suecia, el país que cuenta con una normativa laboral más benevolente hacia el trabajador. España tiene un 22% de paro.

Tras el rechazo a la reforma laboral está el dicho “me engañarán en el sueldo, en el trabajo no”. La mayoría de los operarios españoles son entre malos y deficientes. Para sacar adelante el trabajo que sus colegas europeos completan en 4 horas, necesitan el doble. ¿Por qué? Vean los flujos de acceso a internet; todos se disparan en horario laboral. En Facebook, en Twitter… Récord del mundo civilizado en absentismo laboral. Récord del mundo en segmentar la jornada en “breaks” para el café, para el vermú. Récord del mundo en liberados sindicales. Así las cosas, la competitividad de las empresas españolas es bajísima (vale, no solo juegan aquí factores laborales, es verdad, pero…)

Usted que me lee me dirá que no es su caso. Que usted es un gran trabajador o que en su curro capan el facebook o yo que sé... Bueno, si usted lo dice… Yo me refiero a esos bares poliganales permanentemente atestados de gente. A esa operaria que conversa con una amiga mientras pacientes consumidores aguardan en una cola a que la susodicha acabe. A esa estupenda administrativa, eficaz, gentil y amable que, sin embargo, cada día invierte una hora de su jornada laboral en conversar por el teléfono de la empresa con sus hijas y cuñadas. Me refiero al brillante creativo, eficaz, bien dispuesto, que se pasa el viernes brujuleando internet para cerrar sus planes de fin de semana. O a la profesora universitaria que trabaja en todo  menos en la mejora del nivel académico de sus alumnos. 

No obstante, no todos son tan eficientes, los hay entre pésimos y peores. ¿Qué problema hay en que una normativa abarate su despido? Miren, una empresa suele estar encantada de contar con empleados trabajadores, eficientes.  Ciertamente, hay empresas abusadoras, mal pagadoras y muy exigentes. Huyan de ellas. Pero el problema también se da en sentido inverso, trabajadores poco cumplidores y altamente exigentes con su empresa.  Que llenan los bares rajando pestes de su jefe y poniéndose por las nubes como piedras angulares de sus organizaciones mientras, arriba, alguien atiende por él las llamadas.  

En otros países el pulso entre empresas y empleados abusones se resuelve del siguiente modo. Horarios inflexibles de trabajo de ocho horas. En esas ocho horas se exige al trabajador un 100%. Fuera de ese horario un 0%. Claro que en otros países no ocurre que te contraten a media jornada para trabajar una entera. El verdadero y único criterio posible es ese. Rigidez en el cumplimiento de las jornadas. Mano dura contra el fraude. Y por descontado, techos salariales, IRPF al 99% a partir de determinada renta. Ya les digo que yo no soy liberal. Soy más bien un conservador de los de toda la vida.

Este es un mero paréntesis, pronto volveré a Ramón de Perellós. Pero creo, que tal como están las cosas, alguien debe decirles a los trabajadores españoles: No sois tan buenos como decís que sois. Y a las pruebas me remito.

sábado, 11 de febrero de 2012

Viaje al purgatorio de Ramón de Perellós (3)


El viaje
Ramón, vizconde de Perellós y Roda, comunica a Benedicto XIII su intención de visitar el purgatorio. La razón que esgrime es la que sigue:

"En el tiempo que estuve con el papa llegaron a Aviñón las tristes noticias sobre la muerte del rey. Me dolió profundamente, como a ningún otro servidor del rey le doliera. Fue entonces cuando me impuse la misión de viajar al purgatorio de San Patricio con la idea de, si fuera posible, encontrar allí a mi señor y saber qué padecimientos le alcanzaban"*.

Juan I muere el 19 de mayo y la noticia llega a Aviñón pocas semanas después. Como hemos visto, en los meses que siguen Perellós se lanza a una frenética actividad diplomática para frenar la ofensiva gascona sobre Aragón, desarticulada esta, y de nuevo en Aviñón, Perellós informa oficialmente al papa de sus proyectos. En primera instancia el papa se niega, intenta disuadirle aduciendo lo peligroso de la empresa.
Las noticias que se tienen del purgatorio de San Patricio refieren al Tratactatus de Purgatorio Sanctii Patricii,  -atribuido- al fraile cisterciense de Huntingdonshire, Henry de Saltrey, entre 1180 y 1184, y al que luego hemos de volver. Es un lugar común del texto avisar incansablemente de los peligros que acechan al peregrino que desee ver la cueva, los más no regresan de esta excursión al mundo de los muertos. No obstante, Perellós es terco y en una segunda entrevista obtiene la bula que le permitirá viajar a Irlanda con la condición de peregrino.
Esto es importante, por cuando la bula de peregrinaje obliga a los creyentes a facilitar el periplo del peregrino e incluso socorrerle (en el bien entendido que es una obligación moral, de iure).
En cualquier caso, Ramón, acompañado de su hermano Ponç, y sus hijos Lluís y Ramon, parte de Aviñón el 7 de setiembre de 1397.

Llega a París, donde consigue cartas de recomendación para el rey de Inglaterra del propio monarca francés, así como del duque de Berry y del duque de Borgoña. El contexto histórico cobra aquí especial relevancia; estamos en un impasse de la Guerra de los Cien Años, unos meses antes, en 1396 el rey francés había entregado en matrimonio al rey inglés, Ricardo II (con tantos problemas internos como su suegro), a su hija de 7 años. Esto supuso trastocar el equilibrio de poderes de la época, al situar los tronos inglés y francés en un principio de sintonía. 



El 1 de noviembre Perellós cruza el Canal de la Mancha por Calais. Llega a Londres, y en Canterbury es informado de que el rey Ricardo está en Woodstock Manor (cerca de Oxford). Allí Perellós recaló 10 días, siendo tratado con todos los honores. La siguiente referencia que aporta Perellós es Esteper, ya en Galés (¿Stoke-on-Trent?), de donde pasa a Chester. En la gran ría de Liverpool Perellós alquila una nave con la que recorre la costa norte de Gales hasta Holyhead. La siguiente etapa es la isla de Man, y de ahí a Dublín, donde es recibido por el primo del rey y IV Señor de March, Roger Mortimer.
Perellós es igualmente agasajado por todo lo alto (no en balde, a las cartas de recomendación ya en su poder ha sumado las del rey y la reina inglesa). El conde trata de disuadirle de continuar el viaje, por la razón ya conocida de los peligros de visitar a los muertos, a lo que añade que los territorios que deberá cruzar Ramón (Irlanda de parte a parte) están poblados por salvajes irredentos, siéndole imposible garantizar la seguridad de los peregrinos. Visto que el empeño del vizconde es firme, Roger Mortimer regala caballos a los viajeros y les presta un traductor, Joan Talabot, inequívoca catalanización de John Talbot, y Joan Diury (¿John Dury), que servirá de escudero. El viaje prosigue sin incidentes hasta Drogheda, donde es recibido por el obispo, quien de nuevo alecciona a Perellós sobre la necesidad de cesar en su empeño habida cuenta de los peligros de la cueva así como de la inseguridad del territorio. Nuevamente Perellós expone su inquebrantable decisión de culminar el viaje y, en un aparte, el obispo le confiesa y le da licencia, al tiempo que le explica con cierto secretismo que le espere en la cercana ciudad de Dundalk. Desde esa ciudad, Ramón remite mensajeros a la corte del rey irlandés Niall O'Neill, en Armagh, que responde enviando a un caballero a Dundalk para escoltar a Ramón hasta Armahg. En eso, y cumpliendo su palabra, llega a Dundalk el obispo con una escolta de 100 caballeros.

Con esta compañía Perellós entra en el territorio del rey Niall, pero al cabo de cinco millas, los cien caballeros optan por retirarse. Perellós prosigue por sus solos medios media milla hasta encontrar a otros cien caballeros, esta vez irlandeses y liderados por el mismísimo rey Niall. 

Perellós detiene aquí su relato para caracterizar a la sociedad irlandesa. Habla de las costumbres locales, de la pobreza de las gentes y la rudeza de la corte (el rey va descalzo y el día de Navidad come en el suelo sobre un mantel de juncos). Los peregrinos catalanes llevan ya más de dos meses de camino, cuando se enfrentan a la etapa más peliaguda, cruzar Irlanda hasta el lago Derg (Lough Derg), en la costa occidental irlandesa, Donegal. Al llegar allí, a la localidad de Procesión (probablemente Pettigoe) ya no están solos, para entonces forman parte de una peregrinación penitencial estructurada. 

Acompañado del señor local, Ramón es presentado a los frailes, que le llevarán juntos al resto de peregrinos a la isla (situada a unos cien metros de la costa). La isla consta de un monasterio y, apartada y rodeada de muros, la cueva que da acceso al purgatorio.

Entradas relacionadas. 

*La traducción es mía sobre el original publicado en la edición de Edicions 62, "Novel.les amoroses i morals", recopilación de textos catalanes datados entre el XIV y el XVIII y a cargo de Arseni Pacheco y August Bover. Barcelona 1982. En adelante, las citas se referirán a la versión al español a mi cargo. La razón para traducir es el estilo anodino de Ramón de Perellós, encima, en un catalán cargado de galicismos, de difícil comprensión y nulo deleite estético para un lector contemporáneo no especializado, me temo.

viernes, 3 de febrero de 2012

Viaje al purgatorio de Ramón de Perellós (2)

Esta entrada continúa de Viaje al Purgatorio de Ramón de Perellós (1)


Breve aproximación al caballero Ramón de Perellós, vida y contexto

Contextualizar someramente a Ramón de Perellós en el convulso periodo del último tramo del siglo XIV resulta imposible. Europa occidental era un hervidero de conflictos. A las guerras entre reinos (Guerra de los cien años), hay que añadir las guerras civiles, los levantamientos nobiliarios y cívicos, los conflictos comerciales por el control del Mediterráneo, la pujanza del turco, el cisma occidental del papado, la crisis demográfica por la peste… El vizconde Ramón de Perellós supo adaptarse a este panorama, prestando servicios ora de intermediador, ora de señor militar, ora de empresario armador, ora corsario, fraguando una importante fortuna, consolidando sus señoríos y deviniendo uno de los hombres mejor informados del momento.


La historia de este periodo es apasionante y deja en nada las sagas tipo “Juego de Tronos”. En realidad, la historia real siempre es mucho más agitada (y entretenida) que la ficticia. Sin embargo, nuestro problema es comprenderla; como sostiene Gadamer, nuestras categorías para enjuiciar los hechos difieren de la de los coetáneos. Ruego al lector que lo tenga bien presente, porque una visión moderna de Ramón de Perellós nos abocaría a suponerlo una especie de “padrino”, jefe de filas de un clan familiar o multinacional, que en los juegos de equilibrio de poder trafica con unos y otros para expandirse. Es así y no es así.



Su padre Francesc de Perellos, de familia noble rosellonesa, medró durante el reinado de Pedro IV “el Ceremonioso”. El negocio familiar consistía en transportar tropas, participar en acciones de guerra, financiar expediciones, alianzas, embajadas a Nápoles, a Aviñón, campañas en Cerdeña... A cambio, se obtenían señoríos, encomiendas de castillos, títulos… El padre de Ramón, Francesc, se encumbró a privado de Pedro IV y, a grandes rasgos, actúo como “lobby” de la corona francesa ante el rey catalano-aragonés; algo bastante lógico habida cuenta de que las propiedades de Francesc se dividían entre las enfeudadas a Francia y las que tenía bajo señorío aragonés. Un ejemplo del “savoir faire” de Francesc: El reino de Aragón era tradicionalmente aliado de Inglaterra y rival de Francia y Castilla, sin embargo, en un momento de la Guerra de los Cien Años, Francesc de Perellós consiguió cambiar el statu-quo y alinear a la corona catalana contra Inglaterra, para finalmente instalarla en una “neutralidad” respecto al puzle dinástico francés.  Asimismo, un enfrentamiento de Francesc con Pedro I “el Cruel” por la posesión de unas galeras desembocó en un nuevo episodio de la guerra entre Castilla y Aragón (aliado de los Trastamara, pretendientes al trono).

No sabemos cuándo nació Ramón de Perellós, una fecha sensata me parece sobre 1345-50. En el organigrama familiar, a Ramón, segundón, le correspondería la gestión de los dominios maternos feudatarios de Francia, por lo que resulta lógico que su padre lo mandara educar a la corte francesa. No obstante, acuerdos familiares favorecen que, a la muerte del padre (1369), Ramón “compre” la primogenitura a su hermano Ponç y se convierta en el cabeza de familia y continuador de los títulos de vizconde de Roda y Perellós. En 1374, y pese a su juventud, el rey Pedro le encomienda una embajada a Inglaterra. Al regreso, Ramón es capturado por el rey de Granada. Se sabe que para su fulminante liberación se entablaron conversaciones al más alto nivel entre el rey moro y el aragonés. Vuelta a Cataluña, el infante Juan (posteriormente Juan I) le encomienda más misiones ante la corte francesa, en la que Ramón se movió toda su vida como pez en el agua. En 1377 le encontramos en Chipre al frente de una oscura misión. La isla es aliada de Aragón y está en guerra con Génova. A su regreso, Ramón invertirá los dos próximos años en preparar una armada de socorro a Chipre, pero a pocos días de la partida la coyuntura da un vuelco, Génova y Aragón alcanzan un acuerdo y Perellós dirige entonces su flota de tres galeras rumbo a Nápoles.
Allí, entre tanto, se ha consumado el cisma de Occidente; Clemente VII, con el apoyo de Nápoles y Francia, versus Urbano VI, respaldado por los estados italianos, el imperio germánico e Inglaterra.
Clemente VII se refugia en Nápoles, donde contrata los servicios del vizconde para trasladarse a Aviñón por vía marítima. Este viaje marca la trayectoria del vizconde y durante el periplo Ramón se ganará la buena voluntad del antipapa y de uno de sus cardenales más importantes, el aragonés Pedro Martínez de Luna (más tarde, Benedicto XIII o el Papa Luna).

De regreso a Barcelona, Ramón se dedica a ventilar asuntos familiares pero, gradualmente, según se vislumbra el declive del poder real y el ascenso de su heredero, el infante, el vizconde se va aliando con Juan I, de quien, una vez coronado (1389), se convertirá en hombre de confianza para asuntos “delicados” y frecuente embajador. Negocia alianzas, bodas,  empréstitos, acompaña a Carlos VI en su viaje por Alemania… En general, sus estancias en la corte francesa o en el papado duran varios meses, al cabo de los cuales vuelve a Barcelona. Unas semanas de descanso con su mujer e hijos y vuelta a empezar.
Dicho sea de paso, y para que se vea que no era el del vizconde un destino fácil, Carlos VI padecía de frecuentes trastornos psicóticos (protagonizó el célebre Bal des Ardents, ficcionalizado por Poe, entre otras locuras).

En 1390 Ramón se embarca en otra aventura naval que, posiblemente, le llevó a participar en una armada contra Túnez liderada por Luis de Anjou (Luis II de Nápoles). En los años 1392 y 1393 ejerce de cortesano. En julio de 1393 un viejo conocido, Pedro de Luna, es elegido papa en Aviñón, Benedicto XIII no tarda en ofrecerle entrar a su servicio y el vizconde, tras obtener licencia ante el rey Juan, acepta el cargo; será hombre confianza del papa al tiempo que ejerce de informante del rey aragonés de todo lo que se cuece en Aviñón.
1396 es un año clave. Juan I muere repentinamente en un accidente de caza. Las ciudades de Barcelona y Valencia lanzan entonces graves acusaciones contra los consejeros del rey. La nueva reina (María, esposa de Martín el Humano, a quien el fallecimiento de su hermano sorprendió guerreando en Sicilia) ordena procesar a los consejeros (entre los que destacan los dos hermanos Perellós, Ramón y Ponç). Durante el proceso se acusa a Ramón de conspirar en secreto contra el rey fallecido. La acusación no debía estar demasiado fundada, puesto que en julio de ese mismo año, la reina (que sigue esperando el retorno de su marido), confía al vizconde una trascendental embajada relámpago ante el rey de Francia. A grandes rasgos, la muerte de Juan I dio alas al conde de Foix (feudatario de Francia) para optar a la corona aragonesa aprovechando el vacío de poder ocasionado por la ausencia del rey Martín. Rápidamente el de Foix se alió con los Armañac (señores de Gascuña) y los reyes de Mallorca para preparar la oportuna invasión de Cataluña. El papel de Ramón de Perellós fue trascendental a la hora de frustrar esta maniobra. Primero obtuvo la neutralidad de Francia y luego consiguió retrasar la alianza de Foix negociando por separado con los Armañac y los mallorquines. Mientras Ramón de Perellós gana un tiempo precioso, la reina refuerza las fronteras y une a la nobleza de su partido, de modo que cuando los de Foix invaden el Principado, la corona aragonesa no encuentra excesivos problemas en librarse de la amenaza.
El vizconde vuelve a Aviñón. Tiene unos cincuenta años. Ha recorrido el Mediterráneo de Barcelona a Chipre, ha viajado por Alemania, por Inglaterra, por Italia. Rodeado la península Ibérica, cruzado innumerables veces los Pirineos. Ha conocido papas, reyes y empesaradores. Ramón de Perellós está en la plenitud de su vida.

Es entonces cuando decide poner en marcha un proyecto ideado durante los frenéticos meses de 1396 y que el propio vizconde no se ha cansado de airear.

Viajará hasta el purgatorio y se entrevistará con un rey muerto.
Contnúa en Viaje al Purgatorio 3

Entradas relacionadas. 

miércoles, 1 de febrero de 2012

Viaje al purgatorio de Ramón de Perellós (1)


Juan I

El 7 de septiembre de 1397 Ramón de Perellós, vizconde de Perellós y vizconde de Roda, emprendió un viaje al Purgatorio de San Patricio. Allí, tras entenderse con demonios y almas en pena, logró entrevistarse con una sobrina, Dolça de Carles, su hermanastro, fray Frascesc de Perellós, y culminar el verdadero objetivo del viaje; dar fe de que Juan I, rey de Aragón, fallecido accidentalmente, estaba en el purgatorio y no en el infierno.

Todo está cumplidamente relatado en el “Viatge del Vescomte Ramón de Perellós i Roda al purgatori nomenat de San Patrici”, del propio Perellós, obra que tuvo una gran influencia en la época.

Entender este viaje es uno de los objetivos intelectuales del Sr. IA; presiento que tras la odisea del vizconde se palpa la “mentalidad medieval” en su forma más incontaminada.

Juan I ha pasado a la posteridad como “el Cazador”. Como monarca delegó en su mujer y ministros el gobierno del reino y sus feudos para dedicarse a las bellas artes (fue un protector de la entonces en auge poesía trovadoresca) y, sobre todo, a la caza. Fue precisamente en una montería que encontró la muerte. Pero la “opinión pública”, en el enrarecido ambiente de la Europa de la Guerra de los Cien Años, el cisma de occidente, etc… rápidamente consideró que el rey había sido objeto de una conspiración.

El detalle clave es el que sigue. Si mal está matar a un rey, dejarle morir sin el auxilio de los Santos Sacramentos equivalía en la mentalidad coetánea a condenar al rey al padecimiento eterno del infierno. Para demostrar que esto no era así, Perellós, supuesto beneficiado de la muerte del rey, urdió el viaje; si lograba encontrar en el purgatorio al rey Juan, entonces, quod erat demonstrandum, el rey Juan había recibido los auxilios espirituales.
Para empezar, deben entender los lectores que el viaje está históricamente probado. En 1397 el purgatorio era un espacio físico con una puerta de acceso en Irlanda. Estaba (y está situado) en una isla en medio del lago Derg, en el condado de Donegal, junto a la frontera de Irlanda del Norte. Visitarlo no era sencillo, y menos para un hombre de la alta posición del vizconde. Los documentos históricos estriban en las bulas obtenidas ante el papa Benedicto XIII (el famoso Papa -o mejor “antipapa”- Luna), y sobre todo, en el pasaporte expedido por el rey de Inglaterra con fecha 6 de septiembre de 1397. Luego tenemos el diario del viaje, en el que Perellós pormenoriza las rutas, las ciudades, con quién estuvo y qué hizo. Por último, aunque Perellós fue el único miembro de la expedición catalana que cruzó las puertas del purgatorio, no viajó solo; En la misma expedición constan sus dos hijos (Lluís y Ramón), su hermano Ponç y su sobrino Bernat de Centelles. Es decir, este no es el típico caso de un poeta embustero que se inventa un remedo dantesco. El viaje del vizconde a Irlanda está por encima de cualquier duda. Es más que probable que efectivamente atravesara Irlanda y visitase el Saint Patrick’es Purgatory. Qué hizo allí y porqué es una obsesión que me acompaña desde hace años.

Con su permiso, voy a analizar los pormenores de esta insólita expedición. En primer lugar estableceremos qué era el Saint Patrick’s Purgatory (para lo cual me resulta forzoso explicar la génesis de este espacio de padecimientos transitorios). En segundo lugar me propongo dar algunos datos de Ramón de Perellós (extraídos de dos artículos biográficos de María Teresa Ferrer i Mallol). Por último, me propongo lanzar algunas hipótesis explicativas.

Enlaces relacionados: Vida y contexto de Ramón de Perellós.