miércoles, 6 de febrero de 2013

Indeterminación de la economía



Hay dos Españas. Una desconoce los abrigos, vive a orillas del mar entre suaves y soleados inviernos. De vez en cuando entra fresco, humedad, y se enciende una estufa antigua. Alguien vuelve del ropero con chaquetas de lana y entre vahos de naftalina. Para la otra España, la factura del gasóleo o del gas no es cosa de broma. Si al exterior la temperatura se clava en 0 grados, mantener templada una casa de 300 metros cúbicos es cosa de unos 2.000 euros al año en gasóleo. Poca gente se instala a ver la tele en mangas de camisa.

Pero eso está cambiando a la velocidad de la luz. Si comparamos el poder calórico de los combustibles vemos que un kilo de madera (0,15 centimos) produce una energía  equivalente a unos 200 minutos de iluminación de una bombilla de 100 watios frente a los 420 minutos del gasóleo (0,98 céntimos). O sea, que con 0,40 centimos en leña calientas lo mismo (sobre 0,50 si usamos pelets) que con su equivalente en gasóleo. Total, los 2.000 euros quedan en menos de mil.

Conclusión, está siendo el invierno de las estufas de madera, de pelet, de biomasa. En los pueblos, en las zonas periurbanas donde impera el adosado y las familias no suelen tener problemas de acumulación, el aroma a leña ha vuelto a las calles. Es un cambio imparable,  inducido no por ninguna filosofía ecologista sino  por la mera inercia de la oferta y la demanda. En muchas urbanizaciones la pregunta de moda es ¿conoces algún deshollinador?

Este post está dirigido a todos los cenutrios malthusianos, empeñados en ignorar los mecanismos de oferta y demanda de la economía. Para ellos no se puede sustituir gasóleo con leña. Se hace un cálculo, consumo de gasóleo destinado a calefacción y equivalencia en watios. Luego se mira la madera y con sonrisita de suficiencia se nos dice. Se precisan X Hectáreas de bosque frente a las X-Y disponibles. No es viable. Les conminas a cotejar los datos con la realidad. Se recolocan las gafas, con gesto profesional hacen como que repasan los datos y fruncen el ceño: No es significativo, la muestra no es relevante.

Bueno, pues sí lo es. Lo es porque no se trata de un proceso de sustitución en bruto, instantáneo, de pasar la cuenta al otro lado de la =. Se trata de un flujo de mercado basado en la oferta y demanda. Solo una pequeña parte del mercado asume el cambio en un primer momento (la que está más penalizada), pero esa "pequeña parte" es la que marca la tendencia para el conjunto. Introduce nuevos elementos en la ecuación y desbarata el modelo. Introduce por ejemplo el "item" subproducto, elementos de valor cero en el anterior modelo y que repentinamente cobran ahora valor económico. Introduce por ejemplo el "item" desplazamiento de actividad, madera estockada destinada a papel o construcción se recicla para su uso como biomasa. La economía no es una mera agregación de factores en bruto. Es una agregación de factores ponderados y que interactúan constantemente entre sí.

Estoy harto de decirlo. La diferencia entre un modelo malthusiano y la realidad es que el primero parte de una foto fija teórica de imposible traducción al dinamismo del mercado. Y así como el físico carece de datos suficientes para determinar al 100% la situación de una partícula en un momento dado, así al economista le bailan los números para realizar predicciones más allá de un patético 50%.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mais je tiens à dire que cette vidasexualdelaia.blogspot.ru est extrêmement utile, Merci de prendre votre temps pour écrire cela.

Adrián dijo...

Muy de acuerdo con el autor, si existe la ventaja económica se llevará leña de brasil y así que nadie pase frío.
Está muy cara la gasolina pues para eso están los burros.
Los alimentos están muy caros no hay problema, para eso se inventaron el sancocho de papel periódico.
Siempre hay alternativas, la cuestión es mirarlo por el lado amable, no de manera trágica como los malthusianos.

Sr. IA dijo...

Es una manera de verlo. Lo que yo le puedo asegurar es que los Matlhusianos yerran en sus modelos sociales. El determinismo social no es correcto.