lunes, 3 de junio de 2013

Ready Player One

Novela Juvenil para Cuarentones

Ready Player One es una novela juvenil para cuarentones. No tengo claro si es una novela juvenil para cuarentones adolescentes o una novela juvenil para cuarentones a secas pero con ganas de disfrutar sin más de una literatura intrascendente. Probablemente las dos cosas. Por extensión, novela recomendable para adolescentes que quieran entrar en la psique de sus progenitores y/o conocer el pasado de las consolas y juegos MOG.

Sí tengo claro que RPO se entronca en la mejor tradición de ese género literario que es el Best Seller "Busquemos el tesoro" o narrativa de Gymkama. Estamos en 2044. Habitual escenario distópico donde cambio climático, fin de sociedad de consumo y desastres varios mantienen a la gente en miserable postración parcialmente paliada por el disfrute de emociones gratificantes en entornos de realidad virtual. Hay un tesoro, en este caso la super-fortuna del excéntrico archimillonario creador del universo virtual, OASIS. Las pistas del dicho tesoro se reparten en complejos acertijos escondidos en videojuegos de finales de los 70 primeros 80, emulados en metaversos.

Hay un protagonista, un pobrecito adolescente huerfanito que, a golpe de genialidad, sacrificio y coraje, salvará al mundo de los nefandos planes del malo malísimo, la repolla-super-macro-multinacional IOI. Naturalmente hay subtrama galante y bochornoso final con besito incluido, malo camino del calabozo y película a la vista a no tardar.

Estamos ante una revisión del Código Da Vinci o Los Juegos del Hambre. Superficialidad extenuante, prosa algo menos que normal (se ha discutido la calidad de la traducción pero debo decir que el novato Ernest Cline no tiene la capacidad literaria de Dan Brown, si la tuviera). "OK. Se entiende", es lo más que podemos decir de la novela desde un punto de vista formal. ¿Conejos saliendo de la chistera?, sí, y también calderetas de ternera, padrinos oportunísimos, importantes negligencias del malo rayanas en la desidia tradicional de un director del Banco de España... En fin.

Pero a diferencia de Los Juegos del Hambre (novela que casi no he tenido el gusto de leer) o el Código Da Vinci (que casi tampoco), Ready Player One se articula en un mundo apasionante: Los Arcade, los proto pc-games y la cultura juvenil americana de los 80 (desde las sit-coms tipo "Con 8 Basta", a infumables grupos de hard-pop americano, pasando por animé y la Tierra Media, claro). Esta es la diferencia básica de RPO con el Código Da Vinci y Los Juegos del Hambre, que aunque tal vez no tenga su altura formal, les da mil vueltas en originalidad. Otra diferencia es que RPO introduce parte de la potencialidad narrativa inherente al doble plano Realidad Virtual versus mundo real. Visto así,  RPO contiene un extra de atractivo lector, cuando la emoción decae en un lado se intensifica en el otro. Acción sin tregua (mal montada, sin criterio, pero sin tregua).

Así pues, si quieren leer una intrascendente novela de adolescentes (¿he mencionado el bochornoso final con besito incluido?) pero espléndidamente integrada en un universo de Space Invaders, Asteroids,  Daibuken, Street Fighter... (Aquí tienen la genial enciclopedia con más de 84000 videgames recopilados)... Si quieren evocar los memorables tiempos en que entre porno y paja relajaban la muñeca con Ataris, Sinclairs, Commodores y gráficos de 8bits... No se arrepentirán de comprar esta novela por algo menos de 12,5 euros (prácticamente a estrenar, gastos de envío incluidos). Seguro, es más, esta es la novela de adolescentes que estaban ustedes esperando.

NOTA: Pero... ¿Y sí realmente RPO es la novela de un genio empeñado en parafrasear irónicamente las subculturas adolescentes de los 80, con bochornoso final de besito incluido? ¿Un artificio literario meta-textual donde, a modo de fractal posmoderno y deliberada superficialidad (Gödel) se hilvanan las obsesiones juveniles del autor en un mausoleo in memoriam del adolescente que fue? ¿Y si el Código Da Vinci no es lo que parece? ¿Entonces qué...? ¿Eh?... Entonces, tomen esta crítica como una contrareplica en clave de homenaje a las reseñas athusiano-neo-marxistas de los 70... Un lúcido ejercicio retro-estilístico anti-escapista evidenciador de las dicotomías de clase a modo de reivindicación la escuela de Frankfurt. Salud Camaradas.

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