jueves, 15 de agosto de 2013

Embassytown, al gusto de Fichte

No es lo mismo lo que digo, lo que expreso, o lo que estoy diciendo cuando digo.
Imaginen un lenguaje tal que sirve para expresar todo lo que siento y lo que he sentido, lo que sé, lo que dudo, lo que opino, lo que espero. Cuando digo "rojo", mi oyente no solo forma una imagen mental común basada en un color, cuando digo rojo, mi oyente está recibiendo lo que siento y he sentido asociado al rojo, desde mis estados anímicos a mis opiniones sobre los estados anímicos.  Un lenguaje así sería cuasi telepatía, equivaldría a estar en la cabeza del otro. Un lenguaje así no existe o no sabemos formalizarlo lingüísticamente. El desarrollo de un lenguaje así requiere Ciencia Ficción.

Embassy Town, de China Mieville (a la venta en segunda mano por 13,25, gastos de envío incluidos) nos confronta a una raza ultraavanzada pero misteriosamente autista: los anfitriones. Tienen un complicado lenguaje total (el Idioma), que les permite proyectar lo que piensan cuando se comunican. La comunicación no es para ellos un mecanismo indirecto de conexión mente a mente. Es un mecanismo directo. Y lo que pasa en estos casos. Los humanos y demás formas de vida residentes en Embassy Town más o menos entienden (entienden parcialmente) lo que los Anfitriones les dicen, pero el imperfecto lenguaje de los invitados no pasa de mero ruido para los Anfitriones.

Mieville inventa entonces un mecanismo parcial de comunicación que permite generar un mínimo punto de encuentro lingüístico. Son los embajadores. Parejas de clones que hablan con los Anfitriones a la vez... Los Embajadores se entrenan para hablar a la vez. Pues para hablar al tiempo dos precisan compartir un mundo mental, de manera que al hablar a la vez dejan entrelucir esa mente y resultan imperfectamente comprendidos por Los Anfitriones. Las cosas cambian con la llegada de la dupla de embajadores EzRa; no son clones sino sujetos especialmente empátios, o eso parece... Su manera de conversar el Idioma trastocará la civilización Airekei de cabo a rabo.

La cuestión es que estamos ante un libro, que más allá de una cuantas dosis de muy buena literatura, pondría los pelos de punta al mismísimo Johann Gottlieb Frederick Fichte, el adorado, el legendario e ignorado padre del idealismo alemán. Oscuro pero fenomenal pensador al que se rinde culto en Vida Sexual de una Inteligencia Artificial.

La trama conduce a los protagonistas a tener que adiestrar a los Anfitriones en un lenguaje humano, y lo glorioso del asunto es que este proceso sigue paso a paso lo expuesto en los Fundamentos de la Doctrina de la Ciencia (abreviado, Wifsenschaftslehre).

Vamos al primer punto de la Wissenschatlehre. Dice Fichte que nuestro sistema de categorizar el mundo se basa en una lógica. Imponemos una lógica sobre el mundo (unas reglas de pensamiento). En el mismo momento en que introducimos la lógica ordenamos el mundo. Reconocemmos patrones, generamos conocimiento. Pero hay que dar el paso.

Primero, reconocer que tras el principio de identidad, la lógica en su punto inicial (indemostrable, indeterminado), hay un A que se reconoce como A. A continuación NECESITAMOS, que exista un B al cual A reconozca como NO A. Así pues, para Fichte todo empieza por un Yo que se coloca como Yo. Una autoposición. Voy a intentar aclarar eso porque parece fácil y no. Un mono, un perro, cualquier animal superior tiene un cierta consciencia de sí, un sentimiento de Sí. Lo importante es ¿QUÉ TIPO DE CONSCIENCIA DE SÍ?

Para Fichte la consciencia humana es metalógica. Es un Yo que se está representando como Yo lógico, como un A en el principio de identidad. Es decir, para Fichte el entendimiento construye el Yo depurado de cualquier contenido. Se representa a sí mismo como EL AGENTE Cognitivo.

Una vez construido el Yo como ente representante, ya se puede pasar al ente representado, al algo... Para eso Fichte considera que es condición de posibilidad  utilizar la negación, El No Yo. Fichte deduce brillantemente el No Yo como derivado del proceso de autoposición del Yo. Es inevitable (?) que, introducido un principio de identidad, postulemos luego Yo no me pongo como No Yo. Esto es crucial en el desarrollo de una manera de pensar basada en categorizar la realidad, una categorización basada siempre en un sujeto predicando algo de un objeto. Una dualidad.

Hasta ahí Fichte. Ahora bien, imaginemos que NoNo... Es decir, que un lenguaje se queda en la mera autoposición y no pasa al siguiente escalón. Esos son los Anfitriones (o Airekeis). En primer lugar ya es aventurado pensar que se consideren un Yo. Pero en cualquier caso no han acometido el siguiente paso, el No Yo. Por tanto, su categorización del mundo, su lenguaje, es completamente distinto. Para un Arekei, por ejemplo, un árbol vendría a ser "un árbol dentro de mi". De modo y manera que sus representaciones lingüísticas no pueden abordar "cosas que no hay en mi", algo no experimentado. Para un Arekei la proposición Algo es Algo, carece de sentido, es ruido, la traducción aproximada al Idioma de esa expresión sería trasladar al hablante la idea de "estoy pensando en algo".

Y aquí arranca nuestra capacidad lingüística compleja. Frente a un Arieke, que comunica pensamientos según los produce, el humano está dotado de un lenguaje que comunica predicados lógicos (articulados conforme a una gramática) susceptibles de desplazarse en el espacio y el tiempo, puede alejarse del hablante lo que se considere. Eso es porque nuestro lenguaje es recursivo, creativo y lógico. Si el pensamiento encaja en una lógica (gramática), es enunciable, con independencia de su realidad o si se dio ahora o hace tres siglos. Por tanto, condición de posibilidad del lenguaje humano es la MENTIRA.

Esto es realmente importante.

"Cada palabra del Idioma significaba únicamente lo que significaba. La polisemia o la ambigüedad eran imposibles, igual que otros tropos que hacían que otros idiomas fueran idiomas. Pero el ESO puede aplicarse a todo:  es flexible porque está vacío, un equivalente universal. ESO siempre significaba ESO y No ESO OTRO. A su silenciosa y solitaria manera los Absurdos habían realizado una revolución semiótica y habían creado un nuevo idioma. Era básico en presente. Pero su única palabra inicial eran, en realidad, dos: ESO y No ESO.  Y a partir de ese vocabulario, exiguo y primario, el motor de esa antítesis hacia surgir otros conceptos: yo, tú, otros" (pag. 382)

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