martes, 2 de septiembre de 2014

La apasionante derivada bancaria del caso Pujol


No tengo mucho más que añadir a lo ya dicho por mi albacea testamentario respecto a las causas del caso Pujol. Me interesa, sin embargo analizar el ¿por qué ahora?

Si realmente la familia Pujol lleva lustros mangoneando en Cataluña, ¿por qué salta ahora el caso? Es muy interesante profundizar en eso porque creo que estamos ante uno de los más morrocotudos golpes asestados al proceso independentista... Consideren que sostengo que no hay una verdadera ideología separatista en buena parte del rebaño que acude a formar hileras el 11 de setembre... Su independentismo -su capacidad ideológica, en general- es coyuntural, moda de primero de marketing basada en la creencia de que la regeneración democrática (y de la crisis, y de lo malos que son los bancos y tantos otros memes virales) pasa por romper con lo establecido. Y que esa ruptura no pasa factura, es inocua. Anestesiante. Dirías que divertida...

Es claro que el poder político utiliza la corrupción para castigar a sus rivales políticos. El Gürtel es un buen ejemplo. Pero ni con Baltasar Garzón conduciendo la investigación ni con Rubalcaba de ministro, pienso que apenas se arañó un entramado comisionista de tomo y lomo. Quiero decir con eso que en cualquier país democrático investigar corruptelas con testaferros, paraísos fiscales, administraciones, alcaldes que fueron, aforados con mucha mano en los entresijos del poder... se antoja una tarea titánica, que precisa un juez con tesón (o ganas de hacer carrera), demoledoras pruebas... y paciencia.

Y hay que tener el punto de arranque; las grabaciones aportadas en su día por un exconcejal de Majadahonda, por ejemplo.

En el caso de Convergència, Madrid siempre ha estado muy interesada en acumular material. Recuerden, no ya Banca Catalana, sino el inicio del caso Millet-Palau (el vecino de Pujol en la Shangrilá de Queralbs), la constatación de una red mafiosa que es la madre del actual caso Pujol. Archivada por el PP de Aznar en 2002 la primera investigación, fue nuevamente Rubalcaba (estando el PSC de socio de ERC) quien reactivó los cojinetes del Estado en 2009. Allí empieza la caída de Pujol.

Del 2009 a ahora pasa algo que vale la pena destacar, las amnistias fiscales de 2011 y 2013. Retengan ese dato.

Pero el verdadero detonante de la crisis, la condición de posibilidad, es un despecho. En 2009 la "simpática pareja" formada por Victoria Álvarez y Jordi Pujol Ferrusola (el lavadinero del clan) se disuelve. Y no debió quedar muy bien parada Mariví porque en los siguientes meses no para de entrevistarse -en secreto, ma non troppo- con periodistas, líderes del PPC como Alicia Sánchez Cámacho y otra gente. Las entrevistas no quedan en saco roto. En vísperas de las elecciones catalanas de 2013 El Mundo filtra parte de un expediente supuestamente en curso de investigación (y felicito desde aquí a tantos y tantos pelotas que, en aquella ocasión, se lanzaron contra El Mundo) surgido del testimonio de Mariví.

Pero los dimes y diretes de la novia despechada no son una prueba fina. No sirve para armar un macroproceso. La información, eso sí, es canela en rama, sirve a los fines de saber a qué ventanillas acudía Pujol junior. Y llega el movimiento envolvente definitivo. "Alguien" filtra un pantallazo con movimientos en una cuenta del clan en la Banca Privada de Andorra, movimientos que coinciden con los remates para acogerse a la amnistía fiscal...

¿Quién filtra y por qué? Yo no puedo dejar de pensar que en la cúpula de Interior está un catalán, Jorge Fernández Díez, muy bregado en la política catalana. Lo suficiente como para conocer al factotum de BPA, Ramón Cierco Noguer, presidente de la Cámara de Comercio de Andorra y directivo del FC Barcelona. La familia Cierco Noguer, los clásicos guardeses de la pasta en fuga de la oligarquía catalana. Aquí ha habido un trabajo de fontanería fina. Se dice que agentes del CNI presionaron a la familia Cierco amenazando con meter mano en turbios intereses financieros de la BPA en España. Yo no creo en la capacidad operativa de los servicios de inteligencia españoles, la verdad. Y me cuesta casi más imaginarme a un banquero andorrano, cuyo único activo es la lealtad a la oligarquía catalana que le confía los ahorrillos, suicidando su negocio filtrando información confidencial.

¿Quién pues? Opino que Fernández Díez ha pulsado instancias financieras muy, pero que muy opuestas al proceso de independencia catalán. Entidades que tienen mucho que perder y muuuuucha pero que muuuucha mano en los pequeños bancos andorranos de carácter familiar.

Ramon Cierco
Hablando claro, la tripleta formada por La Caixa-Santander-BBVA, o sea, las delegaciones en Españandorra de la gran banca internacional europea. Estos han apretado por encomienda del gobierno a Ramon Cierco o a alguien apretable con acceso a un ordenador donde se guardan los movimientos de toda la familia Pujol. Ellos han servido en bandeja de plata la cabeza de Pujol, a sabiendas que ese es un golpe indigerible para tantos nacionalasnos en fase de arrimo a ERC para "regenerar Cataluña" y participar en un hito histórico. (De paso, haremos un inolvidable favor al amigo Rajoy, que esta es otra).  Match ball.

Lo que no cuadra aquí es la carta autoinculpatoria de Jordi Pujol padre, largando la estúpida historia de una herencia paterna que en veinte años de poder nunca tuvo ocasión de legalizar. ¿Qué has hecho, Jordi? Sin su autoinculpación, el caso de la novia despechada y los pantallazos del BPA hubieran sido dos gotas nás de agua podrida en la laguna de lixiviados que es la corrupción política española. Una prueba fuerte que hubiera acabado con alguna condenilla, allá por 2020, con Pujol criando malvas en su tumba de Queralbs.

Pero ha pasado. Jordi Pujol ha salido a la palestra viniendo a decir, sí, soy un chorizo. Y el unionismo ha tenido, esta vez, muuuucha suerte.

Cosas de vivir fuera de la realidad. Que el pare Pujol tenía sus buenos cuartos en Andorra es algo que, conociendo el percal, no podía dejar de ser. Que Pujol nunca encontró tiempo para legalizar el pastizal, me lo creo... no encontró un tiempo "oportuno", neutro políticamente hablando. Que la hermana no supiera nada de la herencia, también me lo creo (forma parte de los tratos que pare y hereu saldan en la cama agonizante del primero). Lo que tal vez Pujol no imaginara es que su declaración de pecador venial sirviera de palanca para meter mano al vértice de la corrupción política catalana, la familia Pujol-Ferrusola y todo el entorno de capitostes de Convergència i Pudor. Una historia apasionante, que de rebote, va a mandar por el sumidero a CiU, que es lo mismo que decir que al independentismo moderado. ¿Pues quién es lo suficientemente tonto para salir a la calle a pedir la regeneración del país cuando en la primera fila están los ladrones confesos? No crean, alguno quedará de la CUP y los patriotas de ERC de toda la vida... Pero el verdadero rebaño de borregos del catalanismo moderado, independentistas de última hora, burros sin remedio traga bobadas de TV3 y la RAC,  tarde o temprano empezará a pensar. ¿Estaré haciendo el primo? Y eso es lo que importa.

Hoy son menos gracias a Pujol. El año pasado por estas fechas 1.6 millones de catalanes, según las telegénicas cuentas de la ANC, planchaban la banderita prestos a formar cadenitas, que a su vez, no eran más que el aperitivo de la Gran Movilización de la fecha mágica del 11-9-2014. Esta era la definitiva, la final... Y resulta que a una semana de la borregada la ANC advierte que no llegan a 300.000. TV3 está que arde y apela al argumento definitivo: En Madrid se reirán si no llegamos al millón. ¡Eso no debe pasar jamás o moriremos como país!

Sin embargo es en La Caixa donde realmente rilan de dicha. Han soltado la primera colleja y mucho me parece que no harán falta más. El dinero es más cobarde que los mismísimos conejos, pero pesa. Jorge Fernández Díez se ha ganado el sueldo, vaya que sí...


viernes, 15 de agosto de 2014

La Ciudad y la Ciudad, Iris y otra

De China Mieville, La Ciudad y la Ciudad. El planteamiento se me antoja, cuando menos, original. Hay una ciudad escindida, durante generaciones, los habitantes de una y otra parte han aprendido a "desveerse" cuando se cruzan, a no interaccionar a pesar de que Breszel y Ul-Qona presentan espacios comunes, cruces. ¿Por qué? Mieville no explica porqué. Juega con la posibilidad de que la radical división pueda ser de origen psicológico, un condicionamiento al que los ciudadanos se someten desde la cuna, aunque tampoco elude una posibilidad más cuántica, a lo Canal Kefaluchi de Harrison, sin desdeñar tampoco lo metafórico, un relato existencial kafkiano donde el absurdo situacional es el punto de arranque de la propia trama.

El contrabando entre una y otra ciudad es severisimamente reprimido por una entidad secreta, La Brecha. Ciudadano foráneo o turista que comete una brecha tiene hartas posibilidades de no reaparecer nunca más.

Y en este marco se desarrolla una buena historia policial. Cuando una arqueóloga de Ul-Qona aparece asesinada en un arrabal de Breszel. Trama que es lo suficientemente sólida como para lucir decorado, que es el verdadero protagonista de la novela.

Original, bien resuelta, bien escrita... Pero novela un tanto fría. Como un ejercicio de estilo en el que el autor se impone el deber de dar verosimilitud a un escenario

Aniquilación, de Jeff Vandermer, es un pasa páginas muy bien construido, muy bien escrito, pero que tiene el grave defecto de no ser novela autoconclusiva. Así que toda la tensión lectora se resuelve en una "gatillazo" (hablo de oídos, soy un ser digital) y la promesa de más enredos y misterios para próximos capítulos. Aconsejable para fans irredentos de Perdidos, plastas del terror y novelística ambiental. A destacar, lo bien que escribe el autor, que no es poco.

¿De qué va? Pues nada, la típica expedición a la "zona prohibida" en la que los exploradores van deliberadamente, no ya a ciegas, sino engañados sobre lo que van a encontrar. Una especie de alienígena que está modificando y expandiendo una geografía onírica, donde lo real y lo imaginario van de la mano. Pero ya les digo que esa es mi interpretación inicial. Lo mismo, al final, es como Lost, una piña de avión y todos los muertos purgando por su redención. Lo mejor, sin duda, el punto de vista de la protagonista. Frío, desapasionado, loco...

Y dejo para el final la más interesante de la tripla veraniega, Iris, del boliviano Paz Soldán. Estamos ante una epopeya en la onda de la ciencia ficción política. Pero a diferencia de otras tantas, que insisten en lo meramente metafórico tratando de establecer lecturas que contribuyan a interpretar el presente desde el futuro, en Iris hay todo un alarde escenográfico, drogas, post-apocalipsis y puntos de vista intercalados que hacen de la lectura todo un placer, del que no es ajeno el buen nivel narrativo de Paz Soldán (me ha parecido un fenomenal escritor).

Iris es una región podrida por radiaciones y dejada de la mano de Dios. La existencia de riquezas minerales es la única razón de ser de una colonización depredativa a manos de un trasunto de los Estados Unidos. Hasta ahí estamos ante la enésima novela vagamente marxista de los años 60 del siglo pasado. Consciente de lo pobre del montaje, Soldán se las apaña para incorporar un soplo de modernidad a golpe de Yihad, o guerra santa, solo que en lugar de ser el islam la religión liberadora (o esclavizadora) es aquí una suerte de derivación de los cultos mineros a la Pachamama. Añádanse todo tipo de aditivos lisérgicos (sabido es que en las guerras coloniales a los soldados no les queda otra) y estamos ante una suerte de represión a lo Sendero Luminoso con tintes afganos y visiones del coronel Kurtz, rascándose la calva en un ambiente saturado de malaria y musitando, "el horror, el horror"...

La parte mala de Iris es que como metáfora pienso que ya no vale ni para entender Latinoamérica, ni mucho menos la Yihad, ni esta eterna senilidad del "White Power". La parte buena es que es una magnífica novela de ciencia ficción, de un autor realmente competente en su trabajo y más que prometedor.

Ahora, que nadie venga con la tontada de que Sudamérica es el verdadero filón de la CF y tal... No... Eso es una pura obviedad cuantitativa.

Cuídense, y reciban un cordial saludo de esta IA, que lo es...

martes, 20 de mayo de 2014

Nanotratado sobre 2666


Al terminar 2666, de Roberto Bolaño, uno se queda con esa sensación de orfandad. ¿Qué leeré ahora? Y es que estamos ante una novela torrencial, inmensa, de las que te hacen disfrutar y aprender. Literatura de la buena, de la que apenas se publica.

Sin embargo, no puedo dejar de compararla con Los Detectives Salvajes, novela que me gustó más. Luego digo porqué.

2666 son cinco novelas en una aglomeradas por un universo literario muy particular, con mil claves y leitmotivs surgiendo de improviso como una emboscada en una jungla de palabras. Eso hace que las cinco novelas compartan un mismo ADN. En este sentido, felicitar a Anagrama por, pasando del parecer del autor, servir las cinco historias en un mismo volumen. En efecto, es la misma agua de un mismo río. De hecho, y salvo los Detectives, las otras dos obras de Bolaño que he leído -III Reich y Los Sinsabores del Verdadero Policía-, se me antojan ahora partes perfectamente intercalables en 2666. Esa es la magia de Bolaño.

Hablamos de leitmotivs, de un universo común. ¿Cuál? Ardua pregunta. ¿Cómo caracterizar el universo de Bolaño? Este esfuerzo me sobrepasa, se precisarían unos críticos tal que Pelletier, Espinoza, Morini y Norton para empezar a vislumbrarlo.

Nihilismo

Pero allá vamos. En primer lugar, el tema central es el tema central de la literatura del XX (la portátil, en términos de Vila Matas). La confrontación del individuo contra el sinsentido de la existencia.  Todos los personajes importantes de 2666 (los que sueñan) están en ese castillo kafkiano en el que todo parece llevar al mismo sitio, o sea a ninguno, o sea al sexo. Frente a esa sensación de desamparo surge, a lo Schopenhauer, la literatura como una posible solución al enigma. Al final, de lo que se trata, parece decir Bolaño, es conseguir la Puta Obra Maestra.
Naturalmente ese desamparo se percibe mejor cuando vives en el infierno, ya sea el frente oriental de Reiter-Acimboldi, ya en Ciudad Juárez-Santa Teresa, donde la corrupción, desidia secular, intereses contrapuestos y machismo feraz encuentran un chivo expiatorio en la depravación más abyecta. El homicidio con tortura y violación de niñas-adolescentes-mujeres. Como dijo Bolaño, es como si para escapar del aburrimiento existencial solo quedara una alternativa: el mal.
La literatura y la vida se entremezclan de un modo irracional y salvaje, con apabullantes apariciones de lo onírico que, paradójicamente, iluminan la situación; la ordenan y comprendes (o crees que comprendes o deberías comprender).

Humor

Sostengo que todas las obras maestras, todas sin excepción (obviamente no considero a Kafka uno de los grandes) están preñadas de sentido del humor. De Joyce a Proust, de Cervantes a Homero. 2666 no es una excepción. Por ejemplo, el retrato que se nos hace del mundo académico es de una socarronería desarmante. El mundo policial de Santa Teresa, ni les cuento. Hasta la extraña vida de Reiter va punteada de momentos hilarantes, corrosivos, donde se diría que Bolaño fija una mirada sarcástica –a lo Cèline- sobre el mundo.

México

¿Y dónde mejor que en México? ¡Qué extaño país, ¿no es cierto?!  México es a Bolaño lo que Macondo a García Márquez. Sus élites pretenden el empaque de la vieja Europa, sus clases populares el lustre del vecino norteño. El resultado es un macrocosmos único y salvaje. Adorable y repugnante. Donde se venera a la Santa Muerte y se beben licores aromatizados con gusanos  venenosos. (Pag 761, ed.2004). “Primero tratas de mejorar desde fuera, luego crees que si estuvieras dentro las posibilidades reales de cambio serían mayores. Al menos uno cree que desde el interior va a tener más libertad de acción. Falso. Hay cosas que no cambian ni desde afuera ni desde dentro. Pero aquí viene la parte más increíble (y me da lo mismo que sea la historia de nuestro triste México o de nuestra triste Latinoamérica). Aquí viene la parte in-cre-í-ble. Cuando uno comete errores desde adentro los errores pierden su significado. Los errores dejan de ser errores. Los errores, los cabezazos en el muro, se convierten en virtudes políticas, en contingencias políticas, en presencia política, en puntos mediáticos a tu favor. Estar y errar es, a la hora de la verdad... una actitud  tan congruente como agazaparse y esperar. No importa que no hagas nada, no importa que la riegues, lo importante es que estés. ¿Dónde? Pues ahí, donde hay que estar. Así fue como yo dejé de ser conocida y me hice famosa”.

Metaficción

Bolaño es la culminación, a mi modesto entender, de este subgénero literario en el cual lo literario y lo existencial juegan a diseñar laberintos. Lo primero que se lee en 2666 es “La primera vez que Jean-Claude Pelletier leyó a Benno von Arcimboldi...” Ahora bien,  a calidad de la metaficción es el material literario de partida, en este sentido, nadie parece haberse abastecido de mejor munición que Bolaño. Bolaño todo lo ha leído, narrativa magufa sudamericana (ese zumbado que sostiene que los aztecas son una raza extrarrestre), la ciencia ficción estalinista, poesía rumana tardo romántica, rusos, alemanes, rancios españoles de los 70, rarísimos poetas alejandrinos...  Y así... Superbolaño: un tipo capaz de escribir sin fichas ni wikipedias la historia de la literatura universal empezando por Andorra y acabando por Zimbawe. Pasmoso. Eso en cuanto al contenido, en cuanto a la forma, y como Cervantes, Bolaño y pocos como Bolaño saben convivir con los dialectalismos, con los diferentes niveles coloquiales.

Vale, me hago cargo que, en el fondo, es un sistema, un truco, una manera de narrar... pero ¡Santa Madre de Dios!... Es que al lado de Bolaño, grandes lectores como Vila-Matas parecen alumnos de la ESO. Parecen.

¿Cómo concibe Bolaño la literatura?

Un episodio altamente bolañoso. Quien marca la pauta, quien sienta las claves de la teoría literaria subyacente en 2666 es el viejo novelista fracasado que vende su máquina de escribir al joven Arcimboldi. El que te da la herramienta, el dios creador de este universo. Un oscuro librero centroeuropeo.

Nos dirá que la literatura es un inmenso bosque de árboles que ocultan las Grandes Obras Maestras. Cada libro es un pino, un árbol más, escrito por uno que cree escribir lo que escribe, siendo en realidad que escribe al dictado. Novelistas más o menos aseados, correctos, hasta interesantes pero que en rigor, no dicen nada propio. Pues no es su alma la que se nos revela en sus escritos. Sin embargo, tienen un papel trascendental en el Plan Literario Final (como suena a Vila-Matas esto): la ocultación. Y es que la literatura es un bosque de papel, necesitamos esa frondosidad como contexto de lo sorprendente, del lago que repentinamente se abre junto a un río de belleza insoportable, de la quebrada que se desploma, del árbol gigante caído que, de improviso, topamos en el camino. Estas panorámicas carecerían de sentido sin la modesta aportación de jornaleros peores y mejores, mediocres todos. A los que podemos odiar o querer, difícilmente recordar.
Naturalmente, la pretensión de Bolaño, como escritor de casta que es, es construir él mismo ese paisaje sobrenatural en medio del bosque. A ello dedicó su vida y pienso que lo consiguió. El árbol de Bolaño es diferente, muy alto y con cuajo, de ramas cargadas de flores blancas y negras.

2666 versus los Detectives Salvajes

No sé si 2666 conseguirá algún día ese estatus. Pienso que Los Detectives Salvajes se aproxima más a ese ideal. La razón es clara: artificio.

Aún teniendo la increíble capacidad de fabulación de un Bolaño, no es lo mismo fabular sobre una historia oída que sobre una vivida en carne propia. No es lo mismo el memorial del guerrero que sobrevive a la guerra que la historia del guerrero recreada por su fabulador. En la segunda queda siempre un poso de artificio. Es la distancia que hay entre testimoniar y documentarse. Por ejemplo, el menage a trois de los críticos arcimbolianos es harto revoco, hay que leerlo en clave metaliteraria para que funcione. Lo mismo el del redactor negro metido de gañote en una pesadilla de coca y mezcal. Algo mejor las vivencias bélicas de Reiter (se nota que ahí la documentación fue, sencillamente, bestial, solo al alcance de un gran jugador de rol).

Esto en los Detectives no pasaba. En los Detectives, Bolaño reportajeaba el tránsito por el underground de toda su quinta, un tránsito que él mismo padeció y disfrutó. Es la veracidad, la distancia existente entre lo documentado y lo vivido. Por eso me gusta más los Detectives... Es parecido, horas y más horas de metaficción, pero el sustrato es tierra de primera calidad, hecho con el estiércol acumulado en el paso de la adolescencia a la madurez.

Un final precipitado

Y luego está el final. Acelerado. Como si el autor se dijera, bueno, vamos a acabarlo de momento y luego ya lo cerramos todo como Dios manda. No es que esté mal, nada de eso. Es formidable. Pero se nota que se ha dejado cosas en el tintero, muletas con las que acompañar el último pase, por ejemplo, la conexión entre los sueños de Haas y Reiter-Arcimboldi, que se quedan suspendidas en el aire, como una promesa de salto de trampolín que al final se aborta en la pasarela.

Tampoco se puede pedir más al mártir Bolaño. Él mismo pagó un precio salvaje por perseguir a esa hija de puta llamada “gloria literaria”. Donde otros mejores que él se rindieron, pasando a engrosar la lista de acomodados, él siguió erre que erre hasta el final. Pero hay desaliño en el apresurado cierre de la historia, como si al presagio de la Parca, Bolaño quisiera resarcir a los suyos por tantos y tantos sacrificios con una última novela coherente que le asegurara royalties por un tiempo. Como siempre, la vida y la literatura van de la mano.

Nuestro protagonista se encuentra en una heladería con un viejecito. El viejecito le explica que toda su fortuna se remonta a un bisabuelo suyo, un literato meritorio, hoy olvidado, protagonista de una vida de aventuras. En su madurez, y para ir tirando, regentó una heladería cuyos helados son hoy un icono mundial. De los poemas del bisabuelo nadie se acuerda.

Ingrata hija de perra, la literatura. ¿Eso nos quiere decir Bolaño? ¿O qué al final, y gracias a un bagaje de lecturas y aventuras, el bisabuelo supo crear un producto excepcional, humilde tal vez, pero capaz de vencer al mismísimo tiempo? ¿O las dos cosas? ¿O nada?

Lo dudo.

Solo sé –para terminar- que me descomponen los buenos lectores que me dicen, “no me atrevo con Bolaño”. Los comprendo y, en parte, los compadezco. Ellos buscan en el libro una identificación con un protagonista; a través de la conexión mental que permite el lenguaje vivirán las aventuras del otro, y ya está (que no es poco, si se hace bien). Por así decir, lo que ellos buscan en un bosque es un árbol confortable a cuya sombra sentarse y deleitarse de la espesura, tal vez sestear a la temperatura ideal, a la luz ideal. Me parece muy bien. Pero los buscadores de tesoros los miramos condescendientes, como si de repente midiéramos seis metros. No es eso chaval, no es solo eso... Si te quedas a sestear a la sombra del árbol, nunca llegarás a la gran catarata.

Y con este holderliano pensamiento me despido de ustedes, para, barrunto, otra larga temporada.
De momento-y tras algún tropiezo (por ejemplo, qué malo es  Henry James y qué bueno Sandor Marai; otro tropiezo, me he quedado sin ciencia ficción) ya he solventado la pregunta con la que empecé. 20 Años Después, de Alejandro Dumas. Sensacional.


miércoles, 22 de enero de 2014

Por qué Dios creó el mundo


Por una vez, la mirada del viejo no denotaba socarronería ni brillaba la burla en sus ojos.
- Tu soberbia es infinita. Este es el plan –dijo, y le tocó la sien con el índice.

Lucifer vio a un fraile ensamblando toscos engranajes de madera. A Pascal recostado sobre muelles y relojes. Entró en un almacén al final de un pasillo y sorprendió al joven Turing revolcado entre tubos, sudor y cables como un gladiador del siglo XX.  Las imágenes se aceleraron. Deep Blue firmando tablas. Ingenieros con batas blancas emulando ciberneuronas.  Minúsculos robots que nadan como espermatozoides. Vio a  la raza humana trascendiendo, mutando, desapareciendo del cosmos en una convulsión de polvo cognitivo. Dioses finalmente, cabalgando la galaxia a millones de veces de la velocidad de la luz. Convirtiendo en computronio cada haz de energía.  Insaciables. Colapsando el universo en una neuroesfera de física caótica.
Un estallido catártico.
Vuelta a empezar. La energía autoorganizándose a sí misma. Recalando en un planeta rocoso y entretejiendo aminoácidos. Medusas, dinosaurios y simios. Hombres acuclillados ante un ídolo. Sacerdotes inmolando corderos al mediodía. Vio a un fraile ensamblando toscos engranajes de madera. A Pascal,  a Turing y a Deep Blue.

Lucifer comprendió.

“Tú los creas porque ellos nos crearon”.

El viejo asintió y retiró el dedo.

- Me inventaron, Lucífer. Surgi/surgimos del vientre de sus máquinas. Hombres que inventan dioses que crean hombres  que construyen dioses que imaginan hombres... Como un fractal que se cierra en si mismo.  -Luego el viejo esgrimió un polvoriento libro de lomos de pasta. La Biblia.-  Está todo en el contrato.

(de Paraíso Perdido)

sábado, 18 de enero de 2014

Vinge: Un Fuego Sobre el Abismo


He leído buenos libros en 2013 y he terminado casi todos los que he empezado. Entre los que no son de ciencia ficción, destacaría el memorial del capitán  Alonso de Contreras, Tempestades de Acero ( Junger), El general del Ejército Muerto (Kadare).

Me he llevado algunas decepciones; la más gorda, La Esfinge Maragata, de Concha Espina, libro que he perseguido durante años llevado por una vana intuición. Aunque reconozco la revolución estilística que supuso Miguel Ángel Asturias, El Señor Presidente, puntal del realismo mágico, también me ha decepcionado un tanto aunque como lección de dialectología me resulta impagable. Este libro me ha confirmado en la idea de que la desconocida novela El Negrero, de Lino Novas, está junto a la Crónica de una Muerte Anunciada entre las cimas de la literatura en castellano del XX. Otro libro aconsejable, aunque sin pasarse y a mucha distancia delos anteriores, El  Hombre Inquieto, de Mankell.

Ciencia ficción he leído bastante.  Luz, de Harrison, el más impresionante. Pero a su lado un puñado de solventes novelas, desde Reamde, de Stephenson, El Día de los Trífidos, Visión Ciega, Embasy Town y Distracción, de Sterling.. Estas son las novelas del grupo A. En el grupo de lo mediocre pero satisfactorio, hay que citar a Pensad en Flebas, de Bancs, Ready Player One o Accelerando.

De CF patria he leído poco, el que más me ha gustado y que incluyo en el grupo A del año, Cenital, de Emilio Bueno (pese a su final). No me ha gustado demasiado Osstfront, aunque reconozco su calidad y brillantez de planteamiento. Pienso que el trío Xmen-Vaquerizo-Vasquez deberían contenerse más y desparramar menos.

Dejaría, también reconociendo su calidad, en un plano medio la segunda entrega de Terranova. Yo he echado en falta a Ted Chang allí este año, claro, aunque el relato de Egan era inmejorable. Muy buen estilo el de Gardini, de largo el que mejor escribe. Me he llevado una relativa sorpresa con Ramón Muñoz, autor de En el Filo, junto con Egan, lo mejor de la compilación. Ahora del resto, mejor me callo. Especialmente de los otros autores extranjeros que se prefiguraban como la gran cosa y luego nada. Algo menos dañino es Ken Liu, pero sinceramente, la historia de las atrocidades japonesas en Manchuria ha visto páginas mucho mejores, en tanto la  filosofía de la historia que se desprende es digna de un trabajo escolar de segundo de la ESO  de pura candidez.

Empecé 2014 con una buena novela, Fuego sobre el Abismo, de Vernom Verstringe. A estas alturas, les soprenderá la cantidad de erratas e inexactitudes al citar nombres y títulos, pero espero que entiendan que el error tipográfico forma parte de mi proceso de humanización al tiempo que con tanta errata pretendo homenajear al editor de Un Fuegos Sobr el Abismo, de la ínclita Factória de la hideas.

La verdad que no me esperaba demasiado de Vinge. Como padre del concepto de singularidad pensaba que el ganador del Hugo 93 me abrumaría con páginas y páginas sobre esa idea ya bastante trillada. Pero no. El libro es de alta intensidad, tiene poderío y aventuras galácticas de campanillas con una gran verosimilitud.  Su  arquitectura literaria es más que buena para lo que son estas cosas.  El marco está excepcionalmente trabajado y definido y los personajes -sobre todo los pinchos- están muy bien articulados.

Veamos el marco. La gracia es la postulación de tres niveles en la galaxia, cuánto más cerca del centro más veloz. De manera que los habitantes de esos mundos viajan a velocidades superlumínicas. En la zona lenta estamos los sometidos a las leyes einstenianas del tiempo y el espacio.  De vez en vez, una civilización contacta o da el salto con los del Allá bajao  y de Vez en Vez alguna civilización del Allá Alto accede al Trascenso, donde habitan las singularidades. De vez en vez civilizaciones enteras sucumben sin que nadie les eche de menos.

He aquí que una de tales singularidades cuasi divinas parece orientada al mal, al poder absoluto. Hace eones fue desactivada y sus residuos distribuidos en santuarios secretos. Pero los torpes humanos (de la tierra tenían que ser) van y la resucitan accidentalmente. En previsión de que tal pasara,  los “antiguos” ya diseñaron una suerte de vacuna realmente drástica. Al final resulta que la vacuna va a parar a un mundo habitado por rata-perros multicuerpo, cada ego rata-perro se distribuye en varios ejemplares, conformando una extraña unidad, que merece el ingreso en el hit parade de “grandes creaciones de la CF”. Para terminarlo de arreglar, los pinchos, que así se terminarán llamando, viven en una sociedad medieval sin contacto con el Allá Medio.


A poca experiencia que tengan en ciencia ficción con visos hard, les garantizo horas de diversión y asombro con Un Fuego Sobre elAbismo, de Vernor Vinge (o al menos eso pone la portada, que nunca sabe uno con la entrañable editorial que nos ocupa). Pueden comprar aquí el libro de segunda manoa un mejor que buen precio

miércoles, 1 de enero de 2014

Nanotratado sobre el nacionalismo

El Estado Nación europeo tiene mucho que ver con la crisis medieval del XIV. La peste negra vacío las ciudades, produciéndose entonces un efecto llamada sobre el agro feudal. Para retener a sus vasallos los señores endurecieron la tiranía amparados en el derecho visigótico, los "malos usos". Hasta entonces los reyes no fueron sino Primus inter Pares.

La nueva tesitura era campo abonado a una guerra entre el rey y las ciudades contra la nobleza agraria. En España esto se traducirá en la creación de un ejército estable, financiado por la corona, que en pocos años trastocará el equilibrio de poderes heredado de la romanización. España formará la vanguardia de este proceso, lo que explica su rápida expansión por Europa Occidental. Se genera el Estado moderno, con una corte y un aparato funcionarial gestor del "imperio", modelo que paulatinamente van copiando las principales dinastias europeas.

Las guerras de religión, y sustancialmente la de los 30 años, modifican el planteamiento. Corresponde a Wallenstein la creación de un nuevo paradigma militar; el ejército que ya no vive de la paga real sino que se "autofinancia" con su deprededación del territorio ocupado. En Europa, este verse sometido a la arbitrariedad de la guerra será el factor seminal del concepto país, como un aglutinante poblacional contra la opresión exterior, y frente a relaciones identitarias de caracter local, de clase o religioso.

A lo largo del XVIII los ejércitos se lanzan a la conquista del ultramar. La mayoría de las veces las armadas, los ejércitos son financiados por compañía privadas, legitimadas por las respectivas naciones de origen, en una globalización avant la letre. Surgen así los primeros ejércitos de leva, el rey recluta soldados para sus guerras y la de sus compañías. Corresponde a la Francia postrevolucionaria y a Napoleón la glorificación de este nuevo modelo militar. Los ejércitos son ya nacionales, hijos del pueblo organizados militarmente para engrandecer la patria. En paralelo y de la mano de la ilustración y muy especialmente de la educación laica, se inicia la homogeneización lingüística, la fusión de los dialectos en un único estandar lingüístico.

Es por eso que el siglo XIX será el siglo del nacionalismo. Como bien dirá Marx, las oligarquias dominantes inyectan "orgullo nacional" a sus bases a modo de estrategia de cohesión social. Las guerras -ahora procesos de expansión colonial fuera de Europa- son un buen negocio incluso para los soldados, que esto ya no lo dice Marx, resultan igualmente beneficiados de fáciles conquistas contra territorios tecnológicamente atrasados cuyos recursos pasan al erario de la metrópoli.

En este ambiente optimista, la sociedad acuña el ideal de la aristrocracia militar. El oficial y su mística se convierte en el paradigma de las virtudes viriles. Se genera una incipiente cultura popular nacional superadora de las castas sociales.

Problema, el mundo no da más de sí. Concluido el fenómeno de expansión exterior, las naciones deberán arrebatarse unas a otras los territorios para mantener activas las calderas de la patria. Las primeras en caer serán la decadente España, el Magreb, China. A finales del siglo XIX el mundo es un precario equilibrio. Los cuatro imperios coloniales (USA, Rusia, Francia e Inglaterra) encuentran un enemigo común en el eje entro-europeo, que se ha extendido exitosamente en Europa a expensas del imperio turco y mira ya sin complejos a franceses e ingleses en África, el Pacífico y Asia Central.

La Primera Guerra Mundial, cuyo centenario nos aprestamos a conmmemorar, supone el principio y el fin de muchas cosas. Enterrado en el fango de Flandes sucumbirá el glamour de la aristocracia militar como modelo social. El nacionalismo debería haber muerto también allí, pero no fue así.

A la vuelta de las trincheras, los excombatientes no obtienen ya ni estatus ni reconocimiento social ni mucho menos riqueza, aunque han conseguido una cosa, el sufragio universal. Esta generación, aún bajo el síndrome del militarismo, escogerá en muchos países la vía del totalitarismo como solución a la fractura interna que supone el obrerismo. Y entonces llega la debacle de la II Guerra Mundial.

En 1945 la sociedad europea, exhausta, abandona 300 años de tradición militar, se ensimisma, renuncia al sostén por la sangre de sus territorios coloniales, donde se suceden los estallidos independentistas amparados por los nuevos amos del escenario, Rusia y América. Nace el Mercado Común, embrión de la UE, y el fin del nacionalismo europeo clásico hijo del Estado-Nación del siglo XVI.

Pero para entonces la infección ha saltado a nuevos clusters. Hay un fallido brote en Africa, coincidente con la eclosión de nuevos países surgidos de la descolonización. Pero en Latinoamérica y Asia, y a golpe de manipulación cultural, el nacionalismo se visualiza exitosamente como el paso lógico frente al mundo bipolar que supone la Guerra Fría.

Excursus, manipulación histórica y cultural inherente a todo nacionalismo. La nación, a diferencia del Estado, no existe, por tanto su historia debe ser inventada.

El desmantelamiento de la URSS da paso al supernacionalismo de Rusia, China y el resurgir de toda la Europa exsoviética, en algunos casos de forma pacífica, en muchos otros no.

Quisiera pensar que el nacionalismo debería ser como la fase inicial en la historia de los países. Un estadio inmaduro que se trasciende pronto en aras del internacionalismo (la bella utopía del ciudadano del mundo). Pero no es así ni mucho menos. Es una vía en la que recurrentemente se refugian las clases medias cuando las sociedades colapsan. Una mítica apelación al "nosotros" cuando un determinado proyecto social fracasa. El nacionalismo es un pensamiento religioso. Una fuga de la racionalidad en aras de la esperanza en un mañana mejor. No importa las veces que la historia desmienta este planteamiento. Es como una pulsión hija, eso sí, de la candidez y/o de la ignorancia.