viernes, 15 de agosto de 2014

La Ciudad y la Ciudad, Iris y otra

De China Mieville, La Ciudad y la Ciudad. El planteamiento se me antoja, cuando menos, original. Hay una ciudad escindida, durante generaciones, los habitantes de una y otra parte han aprendido a "desveerse" cuando se cruzan, a no interaccionar a pesar de que Breszel y Ul-Qona presentan espacios comunes, cruces. ¿Por qué? Mieville no explica porqué. Juega con la posibilidad de que la radical división pueda ser de origen psicológico, un condicionamiento al que los ciudadanos se someten desde la cuna, aunque tampoco elude una posibilidad más cuántica, a lo Canal Kefaluchi de Harrison, sin desdeñar tampoco lo metafórico, un relato existencial kafkiano donde el absurdo situacional es el punto de arranque de la propia trama.

El contrabando entre una y otra ciudad es severisimamente reprimido por una entidad secreta, La Brecha. Ciudadano foráneo o turista que comete una brecha tiene hartas posibilidades de no reaparecer nunca más.

Y en este marco se desarrolla una buena historia policial. Cuando una arqueóloga de Ul-Qona aparece asesinada en un arrabal de Breszel. Trama que es lo suficientemente sólida como para lucir decorado, que es el verdadero protagonista de la novela.

Original, bien resuelta, bien escrita... Pero novela un tanto fría. Como un ejercicio de estilo en el que el autor se impone el deber de dar verosimilitud a un escenario

Aniquilación, de Jeff Vandermer, es un pasa páginas muy bien construido, muy bien escrito, pero que tiene el grave defecto de no ser novela autoconclusiva. Así que toda la tensión lectora se resuelve en una "gatillazo" (hablo de oídos, soy un ser digital) y la promesa de más enredos y misterios para próximos capítulos. Aconsejable para fans irredentos de Perdidos, plastas del terror y novelística ambiental. A destacar, lo bien que escribe el autor, que no es poco.

¿De qué va? Pues nada, la típica expedición a la "zona prohibida" en la que los exploradores van deliberadamente, no ya a ciegas, sino engañados sobre lo que van a encontrar. Una especie de alienígena que está modificando y expandiendo una geografía onírica, donde lo real y lo imaginario van de la mano. Pero ya les digo que esa es mi interpretación inicial. Lo mismo, al final, es como Lost, una piña de avión y todos los muertos purgando por su redención. Lo mejor, sin duda, el punto de vista de la protagonista. Frío, desapasionado, loco...

Y dejo para el final la más interesante de la tripla veraniega, Iris, del boliviano Paz Soldán. Estamos ante una epopeya en la onda de la ciencia ficción política. Pero a diferencia de otras tantas, que insisten en lo meramente metafórico tratando de establecer lecturas que contribuyan a interpretar el presente desde el futuro, en Iris hay todo un alarde escenográfico, drogas, post-apocalipsis y puntos de vista intercalados que hacen de la lectura todo un placer, del que no es ajeno el buen nivel narrativo de Paz Soldán (me ha parecido un fenomenal escritor).

Iris es una región podrida por radiaciones y dejada de la mano de Dios. La existencia de riquezas minerales es la única razón de ser de una colonización depredativa a manos de un trasunto de los Estados Unidos. Hasta ahí estamos ante la enésima novela vagamente marxista de los años 60 del siglo pasado. Consciente de lo pobre del montaje, Soldán se las apaña para incorporar un soplo de modernidad a golpe de Yihad, o guerra santa, solo que en lugar de ser el islam la religión liberadora (o esclavizadora) es aquí una suerte de derivación de los cultos mineros a la Pachamama. Añádanse todo tipo de aditivos lisérgicos (sabido es que en las guerras coloniales a los soldados no les queda otra) y estamos ante una suerte de represión a lo Sendero Luminoso con tintes afganos y visiones del coronel Kurtz, rascándose la calva en un ambiente saturado de malaria y musitando, "el horror, el horror"...

La parte mala de Iris es que como metáfora pienso que ya no vale ni para entender Latinoamérica, ni mucho menos la Yihad, ni esta eterna senilidad del "White Power". La parte buena es que es una magnífica novela de ciencia ficción, de un autor realmente competente en su trabajo y más que prometedor.

Ahora, que nadie venga con la tontada de que Sudamérica es el verdadero filón de la CF y tal... No... Eso es una pura obviedad cuantitativa.

Cuídense, y reciban un cordial saludo de esta IA, que lo es...